martes, 22 de marzo de 2011

PORQUÉ LOS PAÍSES IMPERIALISTAS QUIEREN DERROCAR A GADDAFI

Por Julio César Centeno

Fuente: http://lapolillacubana.blogcip.cu/2011/03/16/%C2%BFpor-que-occidente-quiere-derrocar-y-asesinar-a-gaddafi/


El coronel Gaddafi nació en una tienda tribal beduina un 3 de septiembre en 1942. Se graduó de abogado a los 21 años de edad. Luego estudio en la Real Academia Militar de Sandhurst, Inglaterra, y en la Academia Militar Helénica de Grecia.

En 1969, a los 27 años de edad, derrocó al rey Idris, un tirano impuesto por Inglaterra y Francia. Declaró querer ser “el Che Guevara del oriente medio“. Al año siguiente ordenó la expulsión de las bases militares extranjeras de territorio libio. Estableció el llamado “socialismo islámico” por medio del cual se buscaba una democracia directa: el gobierno de las masas a través de consejos populares y comunas. Se creó así la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.

La Yamahiriya: estado de las masas, es un híbrido de Islam, socialismo y democracia directa, ideología que proclama en su Libro Verde. Se estableció un Congreso General del Pueblo, con Gaddafi como su Secretario General.

Nacionalizó las empresas petroleras y expulsó a los funcionarios norteamericanos, británicos e italianos que habían dominado y vejado al país durante décadas. Libia era la sede de la base militar aérea mas grande de los Estados Unidos en el norte de África: Wheelus Air Base. El pentágono mantenía una base para el lanzamiento de misiles a sólo 25 kilómetros de Tripoli.

Nunca se lo perdonaron. Fue inmediatamente catalogado como enemigo de los Estados Unidos. Libia fue señalado como un estado paria por defender su derecho a la autodeterminación y la autonomía. Las cosas empeoraron aun mas por el papel protagónico de Gaddafi en el embargo petrolero de 1973 contra los Estados Unidos y por su cooperación con la Unión Soviética.

Fue un ferviente seguidor del destacado dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser, especialmente en su lucha por la unión de los pueblos árabes en una gran Nación Árabe. Defendió la nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto. Firmó con Nasser la llamada Carta de Trípoli, donde se concretan acuerdos de cooperación militar, estratégica y económica entre Egipto y Libia.

Con la muerte por envenenamiento de Nasser en 1970, Gaddafi tomó el liderazgo del pan-arabismo. Dos años después se anuncia la creación de la Federación de Repúblicas Árabes, integrada entonces por Siria, Egipto, Irak y Libia. Fue también uno de los mas destacados líderes de la Organización de Países No-Alineados.

Gaddafi ha apoyado sin vacilación la causa Palestina durante décadas. En 1972 anunció que Libia apoyaría, entrenaría y financiaría a cualquier árabe dispuesto a defender la causa Palestina. Fue inmediatamente catalogado como “terrorista”.

A partir de entonces llovieron acusaciones sobre su participación o apoyo en numerosos atentados terroristas en Roma, Viena, Berlín, Chad, Filipinas, Egipto. Se le acusó de ser el principal punto de apoyo de uno de los terroristas mas connotados de la época: el venezolano Carlos Illich Ramírez, ”El Chacal”. Carlos fue capturado en 1994 y cumple desde entonces una condena a cadena perpetua en la prisión La Santé de Paris.

Como es costumbre contra cualquier jefe de estado que se rebele contra el orden internacional impuesto a los países en desarrollo después de la segunda guerra mundial, se le acusó de participación en el narcotráfico, de fomentar el terrorismo, de desarrollar armas de destrucción masiva, de apoyar a las FARC en Colombia, al IRA (Ejército Republicano Irlandés), a la ETA en España, a Hizbolla en Líbano, a Hamas y otros “terroristas” palestinos. El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, se refería a él como “el perro rabioso del desierto“.

El gobierno norteamericano trató varias veces de derrocarlo. En agosto de 1981 la revista Newsweek dio a conocer un plan presentado por el director de la CIA al gobierno norteamericano para asesinar a Gaddafi. Días después dos aviones de guerra norteamericanos atacaron dos aviones Sukhoi libios en espacio aéreo libio. Los aviones norteamericanos habían despegado del portaviones John Kennedy, estacionado frente a las costas libias de mar mediterráneo.

En 1986 Ronald Reagan ordenó el bombardeo de las principales bases militares y edificios gubernamentales en las ciudades de Trípoli y Benghazi, en un intento por asesinar a Gaddafi e incitar la sublevación popular. Los aviones despegaron desde bases norteamericanas en Inglaterra. En el bombardeo murió una de sus hijas menores, Jana, y docenas de oficiales de su entorno mas cercano. El crimen quedó impune.

Libia fue rápidamente convertido en un estado paria. Durante los siguientes 10 años el coronel Gaddafi se convirtió en el Osama Bin Laden de la época. Libia fue cercada. Se le impuso un embargo comercial para forzar el derrocamiento de Gaddafi, similar al que ha padecido Cuba por mas de 50 años.

Fue acusado de ordenar la colocación de una bomba en un avión comercial Boeing 747 de la principal línea aérea de los Estados Unidos para entonces: Pan American. El avión explotó en el aire en diciembre de 1988 sobre la población de Lockerbie, Escocia. Murieron 259 personas que viajaban en el avión y 11 ciudadanos de Lockerbie. Luego de un largo proceso de negociación, en 1999 Gaddafi entregó a la justicia escocesa a los dos ciudadanos libios acusados de haber colocado los explosivos.

En 1997 Nelson Mandela tuvo la valentía de visitar a Gaddafi en Trípoli, para denunciar la injusticia que se cometía contra ese pueblo por su rebeldía y su intento de decidir su propio destino. Mandela sabía por experiencia propia lo que era ser acusado de crímenes sin que existieran pruebas sobre ellos y sin derecho a la defensa. Había sido liberado de la cárcel 7 años antes, después de 27 años de prisión por su rebeldía ante el régimen discriminatorio de la población negra de Sur África por parte de una minoría blanca de origen europeo. Visitó a Gaddafi siendo el primer presidente de raza negra y el primer presidente electo democráticamente en Sur África.

Su visita fue seguida por la del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, de origen Africano. Libia aceptó cancelar 2.700 millones de dólares en compensación a familiares de víctimas de atentados terroristas de los que se acusaba a ciudadanos libios, aunque sin reconocer culpabilidad de la nación Libia. Se levantaron las sanciones internacionales que pesaban sobre el país.

En el 2008 el presidente Bush deja sin efecto las sanciones unilaterales que había impuesto Estados Unidos contra Libia, retirándola de la lista de “estados que apoyan el terrorismo”.

Las transnacionales petroleras se abalanzaron sobre Libia en busca del control de los gigantescos yacimientos de su codiciado petróleo liviano. Lo mismo hicieron los perros de la guerra, ofreciendo armas, desde sofisticados aviones de combate hasta fusiles, ametralladoras y municiones. Muchos se jactaron de haber finalmente obligado a Gaddafi a ceder en sus posiciones radicales.

Ese mismo año Gaddafi recibió la visita de Condoleezza Rice, secretaria de Estado del gobierno norteamericano. Luego desfilaron por Trípoli los jefes de estado de los países que se proclaman dueños del planeta: el primer ministro británico, Tony Blair, seguido por su remplazo Gordon Bown, el presidente de Francia, Sarkozy, el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El rey Juan Carlos de España, y Rodríguez Zapatero se humillaron ante él en el 2009 para venderle 3.500 millones de euros en armas.

(El texto completo puede leerse en el sitio web indicado arriba)

lunes, 14 de marzo de 2011

URUGUAY - EL MODELO OLIGÁRQUICO-IMPERIALISTA

Después de la Paz de la Unión (1851), que puso fin a la Guerra Grande, el capitalismo comercial, pasó a ser la primera forma de acumulación capitalista del país, fruto de los intereses compartidos con Inglaterra, primera potencia mundial en esa época, luego de la derrota de Napoleón, en 1815. Los poderosos comerciantes de Montevideo, se apoderaron de las finanzas del Estado, como garantía de sus créditos al Gobierno de la Defensa, saldaron parte de esos créditos con las mejores tierras del sur y el oeste del país y fundaron el Banco Comercial, en 1857, primer banco del Uruguay. Así se constituyó una oligarquía que reunió los tres negocios que alimentaban la economía nacional –la producción agropecuaria, el comercio internacional y la banca y cuya figura emblemática podría ser Juan D. Jackson.

Las guerras civiles entre colorados y blancos y los motines militares, en toda la segunda mitad del siglo XIX, multiplicaron las deudas del Estado que fueron saldadas, en gran medida por las cuantiosas extensiones de tierras públicas que fueron pasando a manos privadas hasta desaparecer. Eduardo Acevedo, en su estudio sobre la deuda pública, realizado a finales del siglo XIX, sostenía que si el Estado hubiera conservado esas tierras y las hubiera puesto bajo el régimen de enfiteusis, los rendimientos del canon le habrían permitido excluir cualquier otro tipo de impuesto. A este argumento habría que agregar que el Estado hubiera podido impulsar la colonización de una manera planificada, con el campesinado que emigraba del sur de Italia y del norte de España. El resultado económico de las guerras entre colorados y blancos, en cambio, fue el reparto y el monopolio privado de la tierra que es el peor de todos los monopolios porque la tiera es un bien de la naturaleza que no puede reproducir el trabajo de los humanos.

Al imperio inglés le interesaba proteger esta estructura que le proporcionaba materia prima para su industria manufacturera de textiles y que a su vez era consumidora de su industria y de sus servicios como ferrocarriles, agua y telégrafo.

El denominado por los historiadores “Período Militarista”(1875-1886), es, por sus contenidos, obra de la oligarquía y el imperialismo inglés, dotando al Estado de un poder militar decisivo, que carecía hasta ese momento, para afirmar la propiedad privada de la tierra y la continuidad del comercio, que la frecuencia de las guerras civiles desarticulaba.

En un país con esta configuración monopólica de la tierra no podía dar cabida al aluvión de campesinos inmigrantes procedentes de Europa. Se radicaron en los centros urbanos, dedicándose una parte a los diferentes oficios y al pequeño comercio interno. El desarrollo de esta actividad y su superación, exigían una política activa del Estado en los campos económico y educacional. La oligarquía era liberal; para un país sin industrias, la protección del Estado era indispensable, así como el control del ahorro y la orientación del crédito. A estos objetivos apunta el nacional reformismo batllista impulsado vigorosamente a partir de 1911.

La oligarquía se opuso a este proyecto. En 1912, el Partido Colorado se dividió al fundar Pedro Manini Ríos la fracción “Riverista”, opuesta al “Batllismo” y, en 1915, la Asociación Rutal promovió la unificación de todo el ruralismo, creando la Federación Rural. Entre sus fundadores se encuentran Domingo Bordaberry, Pedro Manini Ríos, Luis Alberto de Herrera y José Irureta Goyena.

Importantes corrientes dentro del battlismo eran partidarias de la reforma agraria. En 1913, el joven Maestro de Conferencias, Carlos Vaz Ferreira, trató el tema desde la cátedra recién creada por una ley cuyo autor fue el Presidente Batlle y Ordóñez.

No obstante, la reforma agraria no prosperó ya que Batlle y Ordóñez prefirió conciliar con la fracción riverista, recurriendo al “gran acuerdo colorado” porque consideraba peor la eventualidad de un triunfo del Partido Blanco, particularmente su fracción saravista que, después de la muerte del caudillo (1904), pasó a ser dirigida, unos años más tarde, por Luis Alberto de Herrera.

En este contexto, el desarrollo económico del Uruguay dependía de los precios internacionales de la lana y la carne. Las políticas internas del batllismo de estímulo a la industria sustitutiva de importaciones y la gratuidad de la enseñanza en sus tres niveles (1916), produjeron un fuerte crecimiento de las capas medias que aumentaron el consumo interno y externo que la provisión de divisas de las exportaciones, limitadas por el monopolio de la tierra, no podían cubrir. La crisis económica mundial de 1929, reveló la profunda contradicción de la economía uruguaya. El golpe de Estado oligárquico del 31 de marzo de 1933, respaldado por el riverismo y el herrerismo, fue la respuesta. Una crisis más dura fue la que arrancó con la Paz de Corea de 1953, y se profundizó con la política del Partido Blanco en 1959 y el Pachecato, entre 1967 y 1971, que desembocó en el Golpe de Estado Militar-Oligárquico del 27 de junio de 1973.

Como señalamos en el artículo anterior de este Blog, el Frente Amplio nació con un programa concreto anti-oligárquico y anti-imperialista: reforma agraria, nacionalización de la banca y del comercio exterior, eran sus puntos medulares. Recogía en esta forma, lo que la historia y la realidad enseñaban.

La dictadura oligárquico-militar de 1973 era encabezada por un hombre emblemático de estos hechos que estamos exponiendo -Juan María Bordaberry, hijo de Domingo Bordaberry y poderoso terrateniente. El problema que tenía por delante era, obviamente, cómo restablecer el poder de la oligarquía, sacudido por violentas conmociones sociales de una sociedad que no era la del siglo XIX. Contó para ello, con el asesoramiento del Fondo Monetario Internacional., síndico del imperialismo.

-o-0-o-

El modelo “Mundell”

El asesor de este organismo fue Robert Mundell, un economista canadiense que obtuvo más tarde, el Premio Nobel de Economía (1999). A Mundell, la dictadura le asignó un despacho en el Banco Central para el asesoramiento de su directorio. La Revista “Búesqueda”, publicó, en su Nº 54, de diciembre de 1976, una conferencia que pronunció en la Sala de Actos del Banco, el 27 de agosto de 1976, donde expone la “solución” para la crisis uruguaya a partir de su “Teoría de los dineros dominantes”.

Para Mundell, la crisis endémica de la economía uruguaya, se originaba en la Balanza de Pagos, permanentemente deficitaria. Los pagos internacionales se hacen con dólares y era la carencia de éstos, en cantidades voluminosas, la que provocaba las devaluaciones y la inflación que llegó a superar el 100% anual. ¿Cómo resolver el problema? El “consejo” del FMI fue: atar el peso al dólar, liberar la tasa de interés, establecer el secreto bancario y la banca offshore y la sustitución del Banco Central como conductor de la política monetaria por el volumen de dólares en plaza que sería el que determinaría la magnitud de la circulación monetaria.

Los argumentos de Mundell, en respaldo de su propuesta, eran dos: a) una moneda de una economía pequeña como la uruguaya siempre estará expuesta a las manipulaciones de economías y monedas más fuertes. Expresaba: “Yo sostengo la teoría de los dineros dominantes…Un país pequeño no puede tener una moneda independiente…porque su moneda puede ser comprada por una empresa grande y luego de hacer transacciones con ella, venderla, provocando un caos económico…La moneda de un país es una función del alcance de su área económica…y hoy la moneda que reúne esas características es el dólar que es estable y fuerte. En Estados Unidos ninguna gran empresa domina al gobierno”. A continuación, Mundell ilustraba su teoría de los dineros dominantes, con esta imagen: “Imaginen ustedes un lago pequeño y otro muy grande y que en cada uno de ellos tiran un guijarro de igual tamaño. En el más pequeño, el mismo va a salpicar mucho, pero no va a causar mucha impresión sobre el lago grande. Algo similar sucede con toda perturbación monetaria de cierta entidad” (p. 36).

El dólar era la moneda más fuerte y por lo tanto el peso debía colocarse bajo la protección de la moneda norteamericana; b) el Uruguay tenía una ubicación geográfica excepcional, entre dos economías más grandes –Brasil y Argentina- y una situación financiera sólida sería un atractivo para los capitales de ambos países que buscaran seguridad frente a los vaivenes económicos y políticos de nuestros vecinos. Mundell dijo al respecto: “En el Uruguay existen problemas pero hay ciertas ventajas comparativas, además de las ventajas de sus recursos, de su producción, de su pesca, del nivel educacional de su población, entre otras, que parecen haberse combinado para constituir una isla de libertad (en ese momento la dictadura practicaba su más alto nivel represivo! – Nota del autor)), en medio de Estados que son más grandes y más inestables desde el punto de vista financiero. Y cuanto mayor sea esa inestabilidad en el Brasil y en la Argentina, mayor , será la estabilidad en el Uruguay y más numerosas las ventajas que ello le reportará al país, puesto que de ese modo pasará a ser diferente el papel que le corresponderá desempeñar al mismo y se crearían los ingredientes necesarios para la formación de un centro financiero o de un sub-centro financiero de Nueva York, por supuesto, que es el centro de los capitales mundiales como Londres es el centro del capital europeo. Dicho sub-centro podría convertirse en uno de los centros estables más importantes de América Latina” (pp. 40 y 41 de la publicación citada).

La subordinación del peso al dólar permitiría reducir la inflación y ubicar los precios internos y las tasas de interés a los niveles que marcaba el dólar, decía en otra conferencia, difundida por “Búsqueda”, otro asesor que el FMI le puso a la dictadura, el economista, Harry Johnson. En esta intervención, Johnson explicó detalladamente el funcionamiento de la política monetaria, según el “Enfoque monetario de la Balanza de Pagos”

Las ideas de Mundell encontraron eco en el gobierno dictatorial, alentado frenéticamente por el grupo de financistas del Opus Dei que tenía como vocero el mensuario “Búsqueda”. El Ministro de Economía, Alejandro Végh Villegas, liberó en 1974 la tasa de interés y, en 1978, su reemplazante, Valentín Arismendi, ató el peso al dólar en un sistema levemente deslizable conocido como el “crowling peg” y popularmente como la “tablita”. Previamente, (1977) por decreto-ley el sistema financiero adoptaba el secreto bancario y establecía la banca “offshore” (“fuera de la costa”). Uruguay se convirtió de esta manera en un paraíso para capitales negros de todo origen y con una banca privada macrocefálica, desproporcionada para el monto de los negocios y portadora de “plata dulce” que llevó a un gran endeudamiento en dólares del consumo y del sector productivo. Todo este castillo ficticio –que Mundell consideraba excepcional para Uruguay- se derrumbó en noviembre de 1982. El error del economista canadiense era que apostaba todas las cartas al sector financiero sin tener en cuenta la economía real. Contrariamente a su razonamiento no era la inestabilidad de Brasil y Argentina la que aseguraba la estabilidad uruguaya sino al revés, porque cuando las exportaciones a esos países se frenan por la sobrevaluación de nuestra moneda, en ese punto, todo el sistema financiero se desmorona.

La dictadura, bajo el empuje de algún sector militar y empresarial, intentó aumentar el comercio y el ingreso de divisas “genuinas”, desarrollando la explotación de otros rubros del agro como el arroz. Esta línea de exportación se agregaba a la tradicional de la lana y la carne. Las condiciones políticas no permitían el desarrollo del turismo que había sido una línea de exportación de servicios en la estación veraniega. No obstante el modelo oligárquico iba adquiriendo su fisonomía: agroindustrias, refugio financiero y turismo.

La crisis de 1982 que, un año antes, había precedido el derrumbe de la economía argentina que también había atado su moneda al dólar, dejó como resultado financiero, una enorme deuda del Estado que compró las “carteras pesadas” de los bancos privados y provocó una violenta contracción de la economía. Cuando en 1985, el país recupera sus instituciones democráticas, el gobierno colorado no insiste con la “tablita” pero mantiene la concepción de plaza financiera. (secreto bancario y banca offshore). Los mismos objetivos se pueden alcanzar con un tipo de cambio flotante, con el agregado que el Banco Central recupera su manejo de la política monetaria.

La fragilidad del modelo financiero reclamaba una línea comercial externa más firme. En 1987, el gobierno del Dr. Sanguinetti promueve la ley de forestación, cuyo destino final, al cabo de 15 años de desarrollo de los montes de eucaliptus era la fabricación de pasta de celulosa. Con la incorporación de esta línea de exportación, agregada a la lana, la carne, el arroz y los lácteos (encabezada por CONAPROLE, creada en 1936 por el régimen de Terra y Luis Alberto de Herrera), la balznza de pagos adquiría una solidez, verosimilmente sostenible, dado el pujante desarrollo de los grandes mercados asiáticos, especialmente China, y Brasil en América Latina. La caída de la dictadura en Argentina, le devuelve, asimismo, al turismo su pujanza histórica.

EL FRENTE AMPLIO MANTIENE LA ESTRUCTURA

OLIGÁRQUICO - IMPERIALISTA

El Frente Amplio que, en 1971, tenía un programa antioligárquico para resolver la crisis que calificaba de “estructural”, llegó al gobierno en el año 2005, en medio de una situación económica y financiera crítica, resolviendo continuar con la misma política económica pactada por el gobierno anterior con el Fondo Monetario Internacional. Así lo atestiguan las distintas “cartas de intención” que firmó y la complacencia que manifestado, reiteradamente, el FMI, con esa política.

En una conferencia pronunciada, en el Club de Golf, el 22 de setiembre de 2004 el designado Ministro de Economía, Danilo Astori, (el nombramiento lo hizo en Washington el candidato a la Presidencia de la República, Dr. Tabaré Vázquez, durante su visita en julio, al término de una reunión entre ambos y el Directorio del FMI, ante la eventualidad de que Vázquez alcanzara la victoria en las elecciones de octubre) expuso la política económica del futuro gobierno: estímulo a las exportaciones agroindustriales, amplias garantías al inversor extranjero, el compromiso de pagar la deuda externa como prioridad del gobierno, control del déficit fiscal y la inflación, desarrollo de los servicios –especialmente el turismo y toda la infraestructura de las comunicaciones y el transporte, así como mejoras salariales a los sectores más deprimidos de la administración pública: la educación la salud, el Poder Judicial, y la policía. En otras palabras, el tema de la tierra y el sistema financiero no sería tocado y los recursos disponibles del Presupuesto quedarían subordinados al logro del superávit primario, tal como lo exigía el Fondo Monetario Internacional. Astori, contrariamente al programa del Frente Amplio, apostaba al desarrollo de las inversiones extranjeras en la cadena agroindustrial y los servicios, rechazando cualquier intento de fomentar la industria sustitutiva de importaciones. La creación de empleo, que planteó como necesidad imperiosa, compartida por todos los uruguayos, quedaba librada a esos dos complejos económicos, dependientes de las condiciones del mercado externo.

Si bien el Contador Astori afirmó que el tipo de cambio sería fluctuante, dependiendo de la oferta y la demanda y que nunca se volvería a la “tablita” –como lo hizo la dictadura y el gobierno del Dr. Jorge Batlle y su ministro Alberto Bensión- el ingreso de capitales especulativos al sector bancario, amparados por el “secreto” y las ventajas fiscales- el resultado sería una sobrevaluación del peso, por la abundancia de dólares como lo demostró la caída del valor del dólar entre el 2007 y el 2010, situación que fue contrarrestada por los altos precios de los alimentos exportados que ha permitido mantener la competitividad de esos productos en el mercado internacional.

Los datos divulgados por las investigaciones económicas muestran que hay una alarmante concentración y extranjerización de la tierra, bajo la forma de personas físicas o de grandes grupos económicos encubiertos en sociedades anónimas, de la que no se tiene memoria. Por ello la conclusión es una sola: el proyecto oligárquico-imperialista ha alcanzado una tal dimensión –sin que aparezcan señales para combatir la tendencia- que el tema de la distribución social, que comienza por la propiedad, queda reducido a la profundidad de la política tributaria y su incidencia en los ingresos.

Ruiz Pereyra Faget

miércoles, 2 de marzo de 2011

LA REBELIÓN DEL MUNDO ÁRABE

Por Ruiz Pereyra Faget

Los hechos que están ocurriendo en varios países árabes, según las cadenas de información imperialistas responden a un denominador común: una especie de estentóreo grito de libertad frente a dictaduras anquilosadas –que el imperialismo instala y protege cuando defiende sus intereses y que combate, en nombre de la libertad cuando sus gobiernos se oponen a sus de rapiña. Fidel ha calificado este cinismo imperial de “danza macabra”.

La verdad de los hechos históricos es que las causas son diversas, sin excluir el anhelo de libertad que es un objetivo de la humanidad y cuyos enemigos no son abstractos sino que, en cada época y en cada caso, muy concretos.

El caso de Egipto no es similar al de Libia. No puede entenderse la rebelión contra el régimen de Mubarak sin la posición de Egipto frente al problema palestino y su condición de aliado estratégico de Estados Unidos y de Israel, luego de la firma de la paz con Israel por Anuar el Sadat, en 1979, que rompió la unidad del frente árabe y dejó aislado al pueblo palestino, continuada por Hosni Muarak, desde 1981 hasta hoy. Estados Unidos respondió a este “gesto” de los sucesores de Gamal Abdel Nasser, creadobr del frente árabe antiimperialista, con una asistencia militar gratuita de más de mil millones de dólares anuales, durante 30 años.

Estados Unidos, previendo el desgaste del gonierno de Mubaak y su intención de dejar en su lugar a su hijo, al producirse la reacción popular, presionó a su títere para que renunciara pero cuidando que el aparato de control del poder con una cúpula corrupta, muy bien remunerada por la Casa Blanca, permaneciese intacto. Este capítulo no está cerrado y el Presidente Obama y el jefe sionista de la CIA, León Panetta, lo saben.

Hay pues en el Medio Oriente un primer nivel de contradicciones que es la resistencia de los pueblos árabes –especialmente el palestino- a la política del imperialiosm, que tiene e.n Israel su cabecera de puente, de controlar los recursos petroleros de la región. En esta resistencia han ganado poder las corrientes religiosas islámicas que tienen su guía en Irán mientras se debilitan las corrientes musulmanas laicas.

Ambas concepciones tienen importantes diferencias políticas y culturales. Para los islamistas, el Estado es un apéndice subordinado a la organización religiosa; para los musulmanes laicos o secularistas –como la Organización de Liberación de Palestina o la Libia de Gaddafi, el Estado es una entidad independiente de la religión con sus respectivos ámbitos o competencias. En estas últimas la sociedad civil tiene derechos que faltan en la primera.

Los movimientos de liberación antiimperialista que estallaron en el mundo musulmán a partir de 1952 con la revolución egipcia, liderada por Nasser, y el intento faallido de Mossadegh en Irán, de expulsar al imperialismo inglés, a siguieron las revoluciones independentistas o nacionalistas de Siria, Túnez Marruecos, Argelia,Iraq, Libia y la OLP, tuvieron esta impronta laica. Sin embargo, estos movimientos se corrompieron en el poder y el pueblo les fue quitando apoyo.Un caso claro fue el de Argelia, la derrota de la OLP a meanos de Hamas y creo que algo de esto es lo que está sucediendo en Libia. El islamismo, con todo su bagaje de cultura medieval, conservado pr la religión, se erigió en la defensa de la nación árabe ante un hedonismo occidental “corrupto y malsano”, constituyéndose en los hechos, en una poderosa trinchera antiimperialista.

El discurso de Gaddafi del 22 de febrer arroja luz sobre esta cuestión, así como las palabras del Presidente de Irán, el día anterior, criticando a Gaddafi. Cuando se esperaba que éste concentrase todo su ataque contra el imperialismo, su anatema
estuvo diriigido, principalmente contra Al Qaeda, Bin Laden y los islamistas. Es obvio que el argumento del gobernante libio es muy débil. El descontento existe; de lo contrario no habría anunciado que hay que mejorar los salarios. A ese descontento se agregan los acontecimientos cercanos, y el atizamiento de los medios imperialistas y curiosamente, islamistas, que persiguen objetivos diferentes y antagónicos.

Fidel ha escrito que, en el Medio Oriente, al imperialismo “el genio se escapó de la botella”. Ojalá! No sea que por recapturarlo arrastre a la humanidad a una conflagración nuclear, idea que tienta permanetemete a los halcones norteamericanos y a los acólitos de Benjamín Netanyahu.

domingo, 13 de febrero de 2011

LA VICTORIA DEL PUEBLO EGPCIO

Por Gutenberg Charquero*

El esperado anuncio de la renuncia del dictador egipcio Hosni Mubarak viene, una vez más, a reivindicar la histórica verdad sintetizada en la frase “el pueblo unido jamás será vencido”.

Esta vez ha sido el pueblo egipcio, tras una lucha que no empezó en estos días en que tomó las calles y se concentró en la simbólica Plaza de la Liberación, para irradiar desde allí el mensaje catalizador sino que viene de una larga y nunca extinguida, decisión de libertad.

Esta victoria, lograda contra poderosos obstáculos, no siempre explícitos en la versión mediática de esta gesta , pone fin a una larga, criminal y corrupta dictadura, que contó con muchas complicidades. Incluidas aquellas que se han proclamado baluartes de democracia y de derechos humanos.

Parodiando a Fukuyama, pero a partir de realidades y no de deseos de típicas ideologías
neoconservadoras, puede hablarse, no del “fin de la historia”, pero sí del fin de “una historia”.La del Medio Oriente.

Que tendrá seguramente considerable infuencia, no sólo en la región sino en los significativos movimientos en el tablero global que se vienen produciendo en décadas recientes. Y que ya están dibujando un nuevo mapa politico en la geografía mundial.
Que confirma el declive de las grandes formaciones occidentales,Estados Unidos y La Unión Europea principalmente y el despertar de los pueblos “emergentes” que han comenzado a sacudirse las cargas coloniales que han frustrado su destino.
La dictadura de Mubarak, como otras muchas que todavía perviven en la región pero también en muchos otros escenarios, no pudo haber sobrevivido tantos años sin el apoyo, económico, militar y mediático de esas potencias occidentales. Su hipocresía y doble moral, han quedado como nunca al desnudo. Y en ese sentido la derrota del dictador egipcio es también su derrota. La de la Unión Europea, que hasta último momento eludió un pronunciamiento claro en apoyo de un pueblo que, pacíficamente pero con decisión heroica estuvo dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias por la reconquista de su dignidad. Un número no determinado de los demostrantes de la Plaza de la Liberación y de otras ciudades de Egipto, dejó su vida en el intento. Y como el joven tunecino Mohamed Bouazizi, que con su inmolación encendió la chispa que llevó a su pueblo a expulsar a otro corrupto dictador, las víctimas egipcias fortalecieron a sus compatriotas. Una conquista nutrida de cosas tan elementales como el derecho al trabajo, la educación, el cuidado de la salud y una vivienda. Sin las cuales no hay posibilidad de vivir dignamente.

Es también una derrota para la gran mayoría de los medios occidentales, que no disimularon, bajo su ”condena” al regimen, su resistencia a aceptar la renuncia del dictador. Presentando, primero las agresiones contra los manifestantes desarmados, de los matones mercenarios y policías vestidos de civil del regimen , como un “enfrentamiento entre partidarios y opositores” del dictador. Y luego, alertando permanentemente en sus informaciones sobre la situación de “los peligros del caos “ o peor, del advenimiento de un regimen fundametalista islámico. Sugiriendo siempre que era preferible la “estabilidad al caos”.

Por supuesto que se abre un periodo de incertidumbre, como ha ocurrido siempre con todas las revoluciones que en el mundo han sido y nadie puede prever, sobre todo cuando hay en juego intereses tan poderosos como es el caso de esta región, el curso de los acontecimientos.

Ciertamente se ha ganado una batalla, pero no la guerra. Pero talvez más importante que eso, se ha producido un hecho histórico. “Una humanidad de ha puesto en marcha” como escribiera en su momento y en otras circunstancias, Fidel Castro en la Segunda declaración de La Habana
*Experimentado y valiente periodista uruguayo radicado en España.

jueves, 3 de febrero de 2011

EL FRENTE AMPLIO - SU ORIGEN Y SUS PROBLEMAS ACTUALES

Por Ruiz Pereyra Faget

El Frente Amplio cumple sus 40 años el próximo 5 de febrero. Su aparición en la escena política uruguaya es un acontecimiento histórico .El país era gobernado por dos partidos –el Colorado y el Blanco- desde 1837. En las primeras décadas del siglo XX surgieron dos partidos de izquierda –el Socialista y el Comunista- con influencia en sectores de la intelectualidad y en el movimiento obrero organizado. También existía un partido católico. Estos tres partidos tenían un caudal electoral muy pequeño, de tal forma que su incidencia era nula en las elecciones presidenciales.

La constitución del Frente Amplio como una coalición de partidos y comités de base popular, unidos por un programa y un estatuto cuyo órgano máximo es el Congreso, donde los comités de base tienen el 50% de los votos, es una experiencia política que no presenta similares en el mundo.

Tenían que darse circunstancias objetivas y subjetivas excepcionales para que un viraje político de esta magnitud en la historia del país se produjera.

La primera, es una grave crisis económica, definida como “estructural” que estalló al firmarse la Paz de Corea, en 1953, y derrumbarse los precios internacionales de la lana y la carne, principal fuente de ingreso de divisas de Uruguay.

La segunda, fue la “solución” que aplicó el Partido Blanco –también llamado “Nacional”- para superar la crisis: liberar los precios, dejar “flotar” el valor del dólar y retirar todas las restricciones a las importaciones prescindibles. Esta política amplió el déficit comercial conduciendo a frecuentes devaluaciones, aumentó el endeudamiento externo, aceleró la inflación y la especulación bancaria, mostrando al desnudo que la causa del mal estaba en el monopolio de la tierra por un puñado de grandes latifundistas, entrelazados con la banca y el comercio exterior, cuyas producciones, proveedoras de divsas no cubrían las necesidades de la economía y de los servicios internos.

No obstante, la articulación de un frente social y político de intereses opuestos a esa oligarquía, ofrecía grandes dificultades. La principal era la aceptación del Partido Comunista en la coalición, pero éste tenía varios factores a su favor: una determinante gravitación en el movimiento obrero, una doctrina coherente explicativa de las causas de la crisis y las medidas correctas –que eran revolucionarias-, para superarla, el discurso de Fidel Castro del 2 de diciembre de 1961 en el que se declaró convencidamente marxista leninista, el estrecho vínculo del PCU con el PCUS y la necesidad del apoyo de la Unión Soviética a cualquier política de enfrentamiento al imperialismo norteamericano, como lo estaba indicando la política de la Casa Blanca hacia Cuba.

Las diferencias entre las izquierdas eran intensas para que el llamado del Partido Comunista al Partido Socialista, en 1962, para una acción conjunta en torno a un programa común, fructificara. Fue el pueblo, en distintas instancias electorales, en la década de los 60’, el que dio un fallo contundente y el propio movimiento obrero organizado el que sentó las bases programáticas de una unidad política que reunió a las capas asalariadas y medias de la ciudad y del campo, con un programa antioligárquico y antiimperialista. La línea divisoria era muy clara, como lo expresaba la consigna “Oligarquía o Pueblo”. Todos los sectores sociales y políticos que no integraran o expresaran a la oligarquía y estuvieran de acuerdo con el programa del Frente, podían ingresar a él. No había exclusiones. Por ello, el Frente Amplio está integrado por las más diversas corrientes ideológicas y filosóficas, incluyendo a sectores religiosos.

La oligarquía y el imperialismo coincidían en sus objetivos: la reforma agraria y la nacionalización de la banca y del comercio exterior –puntos fundamentales del programa del FA-, los afectaba directamente en sus intereses medulares. Éstos obstaculizaban el desarrollo de las fuerzas productivas hasta el punto de haber conformado, secularmente, una estructura de países dependientes y semicolonizados no solo como Uruguay sino como toda América Latina y el Caribe. La Revolución Cubana había puesto en el orden del día el tema de la “Segunda Independencia” y Uruguay se sumaba a ese proceso con una política elaborada de acuerdo a su estructura social y al carácter de sus contradicciones de clase.

La respuesta del imperialismo fue organizar golpes de Estado e instalar gobiernos militares o con “máscara” civil, allí donde los gobiernos oligárquicos habían perdido el apoyo popular o donde la voluntad popular había instalado gobiernos democrático-progresistas antiimperialistas. Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay y Chile, fueron víctimas en las décadas de los 60’ y 70’, de una estrategia continental cuidadosamente elaborada y ejecutada por el Consejo de Seguridad y el gobierno de Estados Unidos y apoyada por las oligarquías nativas y la oficialidad de los ejércitos locales, con raras excepciones, educadas en escuelas militares norteamericanas y entrenada en la aplicación de crueles métodos de exterminio de cualquier tipo de resistencia a la opresión.

La dictadura con máscara civil, en Uruguay, se entronizó en un proceso que tuvo dos instancias claves: el 9 de febrero y el 27 de junio de 1973. El régimen no pudo obtener en ningún momento una base social. El pueblo uruguayo dio un extraordinario ejemplo de formación democrática en 1980, cuando, en un plebiscito convocado por la dictadura para perpetuarse, rechazó el proyecto de constitución de los militares. Este golpe en la nuca, al que se agregó la gran crisis económica de 1982, mostró que la permanencia de la dictadura era insostenible. El Frente Amplio, que pretendió ser destruido y que tenía a su Presidente –el General Líber Seregni- encarcelado, jugó un papel decisivo en este proceso de recuperación de las instituciones democráticas, alcanzada en 1985. Su fortaleza se agigantó y en 1989 logró la victoria en Montevideo que es el principal gobierno departamental del país, posición que conserva hasta hoy, y en el 2000 alcanzó la Presidencia de la República y la mayoría absoluta en las dos Cámaras, situación que también conserva.

El mundo del año 2000 no es, obviamente, el de 1971. La desintegración de la Unión Soviética dejó el campo libre al imperialismo que impuso el pensamiento económico único –libertad comercial y financiera, privatización de las empresas y servicios del Estado, privatización de las jubilaciones, flexibilización de los salarios, superávit fiscal primario para pagar la deuda como prioridad de la política económica, tribunales externos de confianza de los prestamistas e inversores para dirimir los conflictos, etc -, a los países dependientes so pena de quedar aislados comercial y financieramente.

El impacto de la crisis del socialismo soviético alcanzó, como no podía ser de otro modo, a los partidos comunistas que habían nacido para apoyar la Revolución Rusa de Octubre, obra de la restauración teórica y práctica del marxismo, realizada por Lenin. Los PP.CC. perdieron su influencia en las capas medias y sus cuadros pequeñoburgueses los abandonaron en masa, buscando refugio en los partidos socialdemócratas o incluso en los liberales.

Esta situación objetiva llevó a un cambio –no resuelto- en la estrategia de liberación y donde empezaron a incidir las contradicciones en el seno del Frente Amplio entre sectores de las capas medias y de la clase trabajadora. Esta última, que fue vanguardia en 1971, ha cedido esta posición a las capas medias que solo buscan oportunidades de ascenso social dentro del sistema capitalista imperante y que se han alejado de toda idea socialista porque no hay un sistema de este tipo con peso decisivo en la relación de fuerzas mundiales.

En este contexto donde se mezclan oportunismos coyunturales y búsquedas de estrategias de liberación que, con la actual arquitectura de fuerzas mundiales, solo pueden ser de largo plazo, transcurre un debate en el seno del Frente Amplio, donde los más sensatos tratan de evitar que tales tensiones desemboquen, para felicidad de los partidos de la oligarquía, aliados del imperialismo, en la ruptura de la unidad tan trabajosamente lograda.




sábado, 15 de enero de 2011

UN DISCURSO CON VARIAS PUNTAS

Así me impresionó el discurso que pronunció el Presidente de Cuba, Raúl Castro, el 18 de diciembre, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, al resumir las Líneas Económicas y Sociales, aprobadas por ese órgano legislativo y que han entrado en vigencia en el año que se inicia.

Los que me conocen saben que he sido y soy un ferviente defensor de la Revolución Cubana y el camino socialista que eligió y que el conocimiento de la historia y el seguimiento durante años del siglo XX –“problemático y febril”, como dice el tango de Discépolo- no han hecho de mí un “comunista infantil” porque la construcción de un sistema social nuevo –quizás la más difícil de todas las revoluciones sociales que nos ofrece la historia porque se trata nada menos que derribar la propiedad privada de los medios de producción y sustituirla por la propiedad social (esto en el comunismo, etapa siguiente al socialismo) en un sistema que es mundial- obliga, porque el enemigo de clase también juega, (bloqueo económico, asesinato de dirigentes, atentados terroristas contra objetivos civiles, protección de terroristas, intervenciones armadas, secuestros de jefes de Estado, violación sistemática de la soberanía marítima y aérea, guerras basadas en la mentira, compra de dirigentes venales u oportunistas) a marchas y contramarchas o a respuestas contundentes que afectan los planes económicos y que no están en la teoría sino que las imponen los hechos.

Es con esta necesaria puntualización que voy a dar mi opinión sobre los dichos de Raúl Castro, previa indicación de los que considero sus afirmaciones principales:

Cuba necesita la reforma urgente de sus estructuras económicas, sociales y administrativas, si quiere conservar y desarrollar el Socialismo. Si no lo hace, “nos hundiremos”.

En Cuba hay áreas sociales que son muy eficientes como la Salud, la Educación, la Cultura y el Deporte, pero la organización económica y administrativa es ineficiente y amenaza la estabilidad del sistema.

Adoptamos un modelo de Socialismo que durante 50 años absolutizó el papel del Estado, amparando la mentira, el robo y la holgazanería, donde las metas del Presupuesto y del Plan no se cumplen.

La productividad del trabajo ha sido en los últimos años negativa. Este año ha sido levemente positiva, estando por encima del salario medio.

Se ha confundido igualdad con igualitarismo. La libreta de racionamiento la reciben los que tienen necesidad y los que no la tienen. Éstos la venden, fomentando la corrupción y el mercado negro.

La burocracia no ha respondido positivamente a las reiteradas advertencias de Fidel. Las plantillas de personal del Estado están abultadas y su excedente debe pasar al sector de producción por cuenta propia.

Desde el discurso “La historia me absolverá” (16 de octubre de 1953) hasta hoy, todo ha sido dicho. Se aplauden los discursos de Fidel pero no se cumplen. Debemos recuperar el pensamiento de Fidel.

El Partido y el Gobierno tienen cometidos diferentes. El primero elabora la línea, dirige, organiza y moviliza al pueblo y controla; el segundo, ejecuta y administra. No deben confundirse ambos cometidos.

Para llevar adelante la Reforma es necesario cambiar la mentalidad de los cuadros del Partido que son los que tienen que convencer al pueblo de la imperatividad de esos cambios.

Junto a las naciones hermanas de América Latina proseguiremos luchando por la integración emancipadora y en los marcos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, trabajaremos por afianzar la solidaridad y unidad que nos fortalecerá a todos, cada vez más.

La generación del Moncada participará por última vez en un Congreso del Partido, el VI, que se reunirá en abril próximo y que discutirá y enriquecerá la Reforma aprobada. Es su deber lograr en cinco años la estabilidad económica y social de la Revolución y entregar su conducción a la nueva generación.


Comentario

Lo primero que me impresionó al leerlo, es su franqueza, tan ajena a los discursos de los gobernantes. Se trata de un análisis descarnado de una situación económica tan difícil que lo expresó sin tapujos: “O rectificamos y dejamos de bordear el precipicio o nos hundimos”.

No obstante, me sorprenden varias cosas:

Que tratándose del hombre Nº 2 de la Revolución y habiendo integrado durante 50 años el Partido y el Gobierno, recién ahora descubra que el modelo de socialismo elegido ha sido erróneo.

Aunque habla de “nuestros errores”, el énfasis de la crítica de la ineficiencia de las estructuras económicas, la traslada a las jerarquías administrativas intermedias, excluyendo a la dirección política del Partido y del Gobierno que ha ejercido su hermano Fidel con “poderes revolucionarios ilimitados” o en el marco de una Constitución “revolucionaria”, por la concentración de ese poder. Los hechos históricos muestran la honestidad y el sacrificio de la generación del Moncada y en particular de Fidel y de Raúl pero creo que las revelaciones de este último prueban, más allá de toda duda, que ha estado omisa.

Raúl hace reiteradamente reafirmaciones de fe socialista. “Los adversarios de la Revolución de afuera y de adentro primero dijeron que las reformas eran insuficientes y ahora que son escépticos. En realidad, nos exigen desmontar el régimen económico y social que conquistamos como si esta Revolución estuviera dispuesta a la más humillante rendición o lo que es igual, regir sus destinos por condicionamientos degradantes. A lo largo de 500 años, desde Hatuey hasta Fidel, es mucha la sangre derramada por nuestro pueblo para aceptar ahora el desmantelamiento de lo logrado al precio de tanto sacrificio. A quienes abriguen esas infundadas ilusiones, vale recordarles, otra vez, lo expresado en este Parlamento el 1ro de agosto de 2009: “A mí no me eldigieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”. Hoy añado que las medidas que estamos aplicando y todas las modificaciones que resulte necesario introducir la actualización del modelo económico, están dirigidas a preservar el socialismo, fortalecerlo y hacerlo verdaderamente irrevocable, como quedó incorporado en la Constitución de la República a solicitud de la inmensa mayoría de nuestra población, en el año 2002.

No obstante, en otro momento, expresa lo siguiente: “Más de una vez, y aquí mismo en este Parlamento, me he referido a que en esta Revolución casi todo está dicho, y que debemos revisar qué orientaciones del Jefe de la Revolución hemos cumplido y cuáles no, desde su vibrante alegato “La Historia me Absolverá” en el juicio del Moncada hasta hoy. Recuperaremos las ideas de Fidel que siguen vigentes y no permitiremos que nos vuelva a pasar lo mismo”. Esta referencia al programa de 1953 y su presunta vigencia, es por lo menos extraña porque ese programa no era socialista sino liberal-progresista. El camino socialista fue proclamado en 1961, después de Playa Girón.

Raúl es Presidente del Consejo de Ministros y Presidente del Consejo de Estado, mientras la Secretaría General del Partido la conserva Fidel. En su discurso marco las competencias del Gobierno, que encabeza, y del Partido, que sigue liderando Fidel. Sin embargo, habló como si fuera el jefe del Gobierno y del Partido, ya que marcó instrucciones para ambos. Como Fidel reflexiona –y las publica- casi todos los días sobre temas diversos, pero no ha hecho comentario alguno sobre una cuestión que le atañe directamente, pensamos que coincide plenamente con los conceptos de su hermano, aunque se está reservando la última palabra, quizás en el Congreso.

De todo este “inbroglio” parece desprenderse que el gobierno cubano se propone consolidar en 5 años un nuevo modelo de socialismo, basado en una economía mixta, cuyo sector privado cuentapropista y las cooperativas campesinas, crearán una pequeña burguesía mercantil, aunque el Presidente dijo categóricamente que la economía será dirigida por el Plan y no por el mercado. Las grandes empresas, los servicios fundamentales, los bancos y el comercio exterior, seguirán en manos del Estado y el Partido ejercerá la dirección política de todo el sistema.

Queda otro punto, para mí, oscuro. Es evidente el apresuramiento con que se quieren concretar cambios trascendentales en un plazo exiguo de cinco años. Raúl dijo que es una tarea –la última- que asume la Generación del Moncada, antes que la conducción de la Revolución pase a la nueva generación. Ello me lleva a una mera especulación sobre su posible razón: existen problemas en el Partido –desde revisionistas y oportunistas que quieren la restauración capitalista plena, hasta radicales de izquierda que no quieren que se toque nada, cuya lucha abierta, después de la desaparición de la primera generación, esa sí, puede ser el fin de la Revolución o el pretexto para una intervención imperialista.

Ruiz Pereyra Faget

martes, 4 de enero de 2011

EL 2011 SERÁ UN AÑO DIFÍCIL

La voluminosa inyección de dinero en la economía del Banco de la Reserva Federal en el 2009, impidió la caída de Estados Unidos en la recesión, pero no ha podido retomar los ritmos de crecimiento que permitan reincorporar a los 8.5 millones de desocupados que ha generado la crisis. Las causas son el alto endeudamiento de las empresas y de los particulares. El endeudamiento del Estado también se acerca al 100% del PIB y existen estimaciones que, en los próximos cinco años, llegará al 120-130%, provocando una creciente desvalorización del dólar. En consecuencia, si no hay depresión, habrá estancamiento para rato. Para el año que se inicia, el PIB solo crecerá un 2.2% y así se mantendrá, repitiendo el panorama de Japón, desde 1988.

La crisis de Estados Unidos, que es la primera economía del mundo con un 23% del Producto Mundial afectó el comercio global y, principalmente, la economía y el sistema financiero de la Unión Europea. En el 2007, la especulación en el sector inmobiliario y en la Bolsa de Valores había alcanzado alturas similares a la de Estados Unidos, pero mientras en ésta era alimentada por las bajas tasas de interés del dinero de la Reserva Federal (Banco Central), en Europa, era la fortaleza del euro –que llegó a cotizarse a 1.60 por dólar- el que servía de magneto al ingreso de capitales especulativos que estimularon el crédito “dulce”. A las primeras señales de alarma, estos capitales golondrinas se fugaron, con la complicidad de los bancos, dejando al Estado la responsabilidad de salvarlos, con los ingresos del presupuesto o, en otras palabras, con el dinero de los contribuyentes. Y, entonces, el déficit fiscal se disparó así como la deuda pública, que financian desde sus nichos en el exterior esos mismos capitales que se habían fugado.

En el Uruguay, en la crisis de 1982, tenemos un ejemplo ilustrativo de lo dicho. El Estado se hizo cargo de las carteras incobrables del Citibank, originándose, junto con otras que compró, un vertiginoso aumento de su deuda y fue el Citibank el que la financió. Pero hay más: el Dr Lacalle, que presidía el gobierno desde 1990, designó a un funcionario del Citibank –el señor Nicolás Herrera- para negociar las condiciones de los intereses y amortizaciones, con su patrón. Como siempre, estas gestiones son calificadas de “patrióticas”. El señor Herrera, que había sido designado subsecretario de Economía, previa renuncia del banco norteamericano, abandonó la Subsecretaría después que culminaron las negociaciones y se ignora si volvió a su oficina del Citibank.

Volvamos a nuestro tema. Comparando el poder adquisitivo de las distintas economías (PPA – Fuente_BBVA)), tenemos que los países capitalistas desarrollados, conocidos como el G-7, y representan el 30% del Producto Bruto Mundial, tendrán un crecimiento no superior al 2%. (Estados Unidos 2.2; Japón 1.7; Alemania, 2.5; Reino Unido, 1.7; Francia, 1.6 – Fuente: OCDE) Solo China y la India, con un 14.1% (10.1 China y 4% la India) de capacidad de compra, calificadas como “economías emergentes”, mantendrán un alto crecimiento, de 9.6% y 8.4%, respectivamente.

La CEPAL, luego de afirmar, en su Informe de diciembre, que el 2010 fue un buen año para la economía regional, con un crecimiento del 6%, agrega: “El ambiente externo mantiene altos niveles de incertidumbre sobre la solidez de la recuperación de las economías desarrolladas, especialmente las europeas. A esto se suma el aumento de la fortaleza relativa de los países emergentes, especialmente los de América Latina y el Caribe, lo que ha generado un mayor flujo de capitales hacia la región y apreciaciones en sus monedas”, y a continuación señala que estima el crecimiento en un 4.2%. Brasil que es el motor sudamericano de un crecimiento del 7.7% en el 2010, caerá a un 4.5% en el 2011; Argentina con un 8.4% el año pasado, bajará su ritmo a un 5.5%.

Uruguay, que es un país dependiente comercial de Brasil (22% de las exportaciones) y de Argentina (A ésta se agregan deppósitos bancarios y turismo), ha tenido en el 2010 un crecimiento del 9%, pero la contracción de las economías de sus dos socios comerciales principales, bajará su crecimiento en el 2011 a un 4.5%.

Los gobiernos tratan de compensar esta situación con políticas neokeynesianas de elevación de la capacidad de compra de la población, poniendo énfasis en los sectores sociales menos favorecidos. Pero esta política exige como requisito previo, en una economía muy abierta como la uruguaya, un equilibrio de los balances gemelos de Presupuesto y Cuenta Corriente (comercio exterior y movimiento financiero), así como el contralor severo de la inflación, tarea que la ley le encomienda al Banco Central.

La dificultad fundamental para que esto funcione es la deuda pública (57% del PIB), ya que obliga a contraer la inversión pública, los gastos sociales y los salarios públicos, para pagar las obligaciones de ella derivada (1.300 millones de dólares en el 2011), sin aumentar los impuestos ni seguir endeudándose. Y esa deuda es alta en toda la región.

A ello se agrega, como señala la CEPAL, la afluencia de capitales especulativos –estimulados por las bajas tasas de interés y la depreciación del dólar- que fortalecen artificialmente las monedas locales, reduciendo la competitividad de sus exportaciones. Por ejemplo, el economista y ex Ministro brasileño, Luiz Bresser Pereira, ha señalado que la sobrevaluación que tiene el real y la alta tasa preferencial de interés que aplica el Banco Central, “son escandalosos”, criterio que, en alguna medida comparte el Ministro de Hacienda, Guido Mantega y la recién investida Presidente, Dilma Rousseff, contra la opinión del hombre que ha dirigido el Banco Centra durante los dos mandatos de Lula, el banquero Henrique Meirelles .Éste no continuará en el cargo y su sucesor –Alexandre Tombini- forma parte del equipo de Mantega.

Si Brasil aplica medidas más duras contra el ingreso de capitales de corto plazo, ellas pueden tener un impacto negativo sobre la competitividad uruguaya aunque no es creíble que puedan significar una traba. Con respecto a Argentina, y aparentemente en vías de solución el conflicto por la instalación de la fábrica de celulosa en la ciudad de Fray Bentos, si bien la política cambiaria de la Casa Rosada está en el extremo opuesto (devaluación administrada) a la practicada por Brasil y Uruguay, la inflación que, de acuerdo a los datos disponibles, duplica a la uruguaya, asegura un cambio real levemente favorable a nuestro país.

Uruguay enfrentará este panorama incierto con las cuentas nacionales bajo control, la inflación con presiones alcistas y una tasa de desocupación del 7%, promedial, de su fuerza laboral activa superando el 10% en el interior del país. Si bien se ha reducido el nivel de pobreza extrema, en los barrios periféricos de la capital existen amplios cinturones de miseria que son el origen de los problemas de seguridad pública que se han agravado en los últimos tiempos y que explotan los partidos de oposición y los medios de comunicación a su servicio como si las políticas económicas y sociales que practicaron durante sus largos años de gobierno fueran ajenas a la situación.

La inversión pública mejorará algo, de acuerdo a los recursos previstos en el presupuesto quinquenal recientemente aprobado, pero será insuficiente. Queda una sola fuente pública que es el abultado volumen de reservas de moneda extranjera que cuenta el Banco Central. El equipo económico se opone a disponer de una parte de ellas –como hizo Argentina- para ampliar las políticas públicas, “porque no son genuinas”. Llamo así a las que proceden del superávit del comercio exterior que Uruguay no ha tenido como nuestros vecinos fronterizos. El sistema bancario está altamente dolarizado (casi el 50%), con depósitos a la vista y en cajas de ahorro- Es menor, que en otras oportunidades, el peso relativo de los capitales golondrinas (18% del total contra el 45% en el 2001, previo a la crisis). La alta dolarización es una prueba de desconfianza de la población que tiene el “gatillo” pronto para una corrida, si una luz amarilla surgiera en el tablero de la economía.

Las autoridades tampoco quieren trabar las colocaciones de dinero de uruguayos en el exterior que rondan los 10 mil millones de dólares, aunque ha decidido somerterlas al sistema tributario nacional.

El gobierno apela, en consecuencia, a la inversión directa extranjera cuyos objetivos son las torres habitacionales en las zonas balnearias, la hotelería y restaurantes, los supermercados, los puertos y la tierra cada vez más extranjera y monopolizada.

Naturalmente, el modelo económico no es de izquierda, pero este tema será motivo de otro comentario.