viernes, 8 de octubre de 2010

EL DÓLAR ESTÁ EN UNA BATALLA QUE ESTA VEZ NO GANARÁ

Ruiz Pereyra Faget

Después de la Primera Guerra Mundial, y especialmente después de la Segunda, el dólar se impuso en el mundo. Como moneda, es la expresión más abstracta del poder económico de Estados Unidos de América y su unidad de medida.

Hasta ahora, de las crisis económicas y financieras, había salido airoso, mientras las demás economías del mundo y sus monedas, se sometían a su imperio. En 1929,, tuvo su primera prueba y en 1934 el Presidente Roosevelt lo devaluó para estimular las exportaciones y los demás países tuvieron que seguirlo para que sus producciones pudieran competir con la norteamericana. La Segunda Guerra Mundial, le devolvió y acrecentó su vitalidad.

Con este poder, Estados Unidos creyó que podía comprar todas las demás monedas del mundo haciendo realidad el “Sueño Americano” –que mereció en 1900 el burlón comentario de Rodó- de pretender convertirse en los “romanos” de nuestra época. Pese al gran poder logrado en los Acuerdos de Bretón Woods, en 1944, donde quebró definitivamente a la libra esterlina, el dólar no pudo alcanzar su objetivo porque, como el Aprendiz de Brujo, desató fuerzas contrarias que no pudo controlar. En poco más de diez años, Japón, Alemania y Francia, se convirtieron en serios competidores mientras el oro pasaba a raudales de Fort Knox a los Bancos Centrales de esos países. A ello se agregó el colosal aumento del gasto militar. Aparecieron los déficits “Gemelos” (fiscal y cuenta corriente) que Estados Unidos cubrió “graciosamente” con emisión de su propia moneda. Esta situación no podía durar y en agosto de 1971, Nixon abandonó unilateralmente la paridad fija de 35 dólares por onza troy a la que se había comprometido en Bretton Woods, dejando que el precio del oro lo fijara el mercado. Su precio, en diez años se fue a 800 dólares pero aun así, el Presidente Ronald Reagan utilizando el privilegio del Bamco de la Reserva Federal de manipular la tasa de interés, la aumentó al 20% provocando una gigantesca corrida de todos los depósitos de dólares del mundo hacia Estados Unidos, ocasionando en esta forma el hundimiento de las balanzas de pagos de los demás países y multiplicando las deudas externas, agujero que fue llenado con dólares del FMI y de la banca privada enriquecida con los petrodólares.

Desde hace 20 años se incorporó China como gran competidora en el mercado mundial. Para ello, abrió sus fronteras a las transnacionales y adoptó un tipo de cambio fijo que ha mantenido hasta hoy con leves modificaciones. La gran burbuja especulativa que estalló en Estados Unidos en el último trimestre del 2008, empobreció a la población hasta niveles que no se conocían desde 1929. Pese a los billones de dólares que el gobierno ha volcado para “estimular” la recuperación (la mayor parte fue a los bancos fundidos y no al consumo), el desempleo sigue creciendo, superando ya el 10% de la fuerza laboral activa.

Y aquí llega la sorpresa mayúscula que llena de estupor, aun a los desprevenidos: el imperio quiere que China lo salve sobrevaluando su moneda (mientras la Casa Blanca devalúa la suya!)–que unos estiman en un 25% y otros en un 40%- para que las mercancías norteamericanas puedan ingresar al mercado chino. El Fondo Monetario Internacional lo acompaña en el reclamo.

Fastidiados por la parsimonia china y la cercanía de las elecciones parlamentarias intermedias, los legisladores de la cámara baja sancionaron un proyecto denominado “Ley de reforma monetaria para el comercio justo” que autoriza al gobierno a aplicar aranceles compensatorios por la presunta diferencia cambiaria.

Hay que evitar una guerra de divisas, advierte el FMI, ignorando sus culpas como gran síndico del capitalismo norteamericano. Ello es cierto pero la solución ya la expusieron los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en su reunión de Ekaterimburgo, en junio del año pasado. Estados Unidos tiene que admitir que su moneda ya no puede ser reserva universal ni el FMI, con su actual integración, su síndico. Una nueva estructura monetaria y financiera internacional tiene que surgir que responda a la actual relación de fuerzas y que tega un control efectivo sobre el movimiento especulativo de divisas. Bretton Woods hace tiempo que murió y el sistema monetario que creó es hoy una ficción.

Estados Unidos se ha lanzado a una batalla comercial con China que, por primera vez en su historia, la tiene perdida antes de librarla. A pesar de ciertas declaraciones, no tendrá ningún apoyo real internacional. Hasta Japón lo ha abandonado y ello es explicable porque en una época en que se profundiza la crisis sistémica del capitalismo anglo-euro-norteamericano que ha ejercido la hegemonía durante más de cuatro siglos, sucesivamente, el potencial del gigantesco mercado chino, sea, por lo menos, una primaria tabla de salvación, si es que hay salvación.