sábado, 15 de enero de 2011

UN DISCURSO CON VARIAS PUNTAS

Así me impresionó el discurso que pronunció el Presidente de Cuba, Raúl Castro, el 18 de diciembre, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, al resumir las Líneas Económicas y Sociales, aprobadas por ese órgano legislativo y que han entrado en vigencia en el año que se inicia.

Los que me conocen saben que he sido y soy un ferviente defensor de la Revolución Cubana y el camino socialista que eligió y que el conocimiento de la historia y el seguimiento durante años del siglo XX –“problemático y febril”, como dice el tango de Discépolo- no han hecho de mí un “comunista infantil” porque la construcción de un sistema social nuevo –quizás la más difícil de todas las revoluciones sociales que nos ofrece la historia porque se trata nada menos que derribar la propiedad privada de los medios de producción y sustituirla por la propiedad social (esto en el comunismo, etapa siguiente al socialismo) en un sistema que es mundial- obliga, porque el enemigo de clase también juega, (bloqueo económico, asesinato de dirigentes, atentados terroristas contra objetivos civiles, protección de terroristas, intervenciones armadas, secuestros de jefes de Estado, violación sistemática de la soberanía marítima y aérea, guerras basadas en la mentira, compra de dirigentes venales u oportunistas) a marchas y contramarchas o a respuestas contundentes que afectan los planes económicos y que no están en la teoría sino que las imponen los hechos.

Es con esta necesaria puntualización que voy a dar mi opinión sobre los dichos de Raúl Castro, previa indicación de los que considero sus afirmaciones principales:

Cuba necesita la reforma urgente de sus estructuras económicas, sociales y administrativas, si quiere conservar y desarrollar el Socialismo. Si no lo hace, “nos hundiremos”.

En Cuba hay áreas sociales que son muy eficientes como la Salud, la Educación, la Cultura y el Deporte, pero la organización económica y administrativa es ineficiente y amenaza la estabilidad del sistema.

Adoptamos un modelo de Socialismo que durante 50 años absolutizó el papel del Estado, amparando la mentira, el robo y la holgazanería, donde las metas del Presupuesto y del Plan no se cumplen.

La productividad del trabajo ha sido en los últimos años negativa. Este año ha sido levemente positiva, estando por encima del salario medio.

Se ha confundido igualdad con igualitarismo. La libreta de racionamiento la reciben los que tienen necesidad y los que no la tienen. Éstos la venden, fomentando la corrupción y el mercado negro.

La burocracia no ha respondido positivamente a las reiteradas advertencias de Fidel. Las plantillas de personal del Estado están abultadas y su excedente debe pasar al sector de producción por cuenta propia.

Desde el discurso “La historia me absolverá” (16 de octubre de 1953) hasta hoy, todo ha sido dicho. Se aplauden los discursos de Fidel pero no se cumplen. Debemos recuperar el pensamiento de Fidel.

El Partido y el Gobierno tienen cometidos diferentes. El primero elabora la línea, dirige, organiza y moviliza al pueblo y controla; el segundo, ejecuta y administra. No deben confundirse ambos cometidos.

Para llevar adelante la Reforma es necesario cambiar la mentalidad de los cuadros del Partido que son los que tienen que convencer al pueblo de la imperatividad de esos cambios.

Junto a las naciones hermanas de América Latina proseguiremos luchando por la integración emancipadora y en los marcos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, trabajaremos por afianzar la solidaridad y unidad que nos fortalecerá a todos, cada vez más.

La generación del Moncada participará por última vez en un Congreso del Partido, el VI, que se reunirá en abril próximo y que discutirá y enriquecerá la Reforma aprobada. Es su deber lograr en cinco años la estabilidad económica y social de la Revolución y entregar su conducción a la nueva generación.


Comentario

Lo primero que me impresionó al leerlo, es su franqueza, tan ajena a los discursos de los gobernantes. Se trata de un análisis descarnado de una situación económica tan difícil que lo expresó sin tapujos: “O rectificamos y dejamos de bordear el precipicio o nos hundimos”.

No obstante, me sorprenden varias cosas:

Que tratándose del hombre Nº 2 de la Revolución y habiendo integrado durante 50 años el Partido y el Gobierno, recién ahora descubra que el modelo de socialismo elegido ha sido erróneo.

Aunque habla de “nuestros errores”, el énfasis de la crítica de la ineficiencia de las estructuras económicas, la traslada a las jerarquías administrativas intermedias, excluyendo a la dirección política del Partido y del Gobierno que ha ejercido su hermano Fidel con “poderes revolucionarios ilimitados” o en el marco de una Constitución “revolucionaria”, por la concentración de ese poder. Los hechos históricos muestran la honestidad y el sacrificio de la generación del Moncada y en particular de Fidel y de Raúl pero creo que las revelaciones de este último prueban, más allá de toda duda, que ha estado omisa.

Raúl hace reiteradamente reafirmaciones de fe socialista. “Los adversarios de la Revolución de afuera y de adentro primero dijeron que las reformas eran insuficientes y ahora que son escépticos. En realidad, nos exigen desmontar el régimen económico y social que conquistamos como si esta Revolución estuviera dispuesta a la más humillante rendición o lo que es igual, regir sus destinos por condicionamientos degradantes. A lo largo de 500 años, desde Hatuey hasta Fidel, es mucha la sangre derramada por nuestro pueblo para aceptar ahora el desmantelamiento de lo logrado al precio de tanto sacrificio. A quienes abriguen esas infundadas ilusiones, vale recordarles, otra vez, lo expresado en este Parlamento el 1ro de agosto de 2009: “A mí no me eldigieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”. Hoy añado que las medidas que estamos aplicando y todas las modificaciones que resulte necesario introducir la actualización del modelo económico, están dirigidas a preservar el socialismo, fortalecerlo y hacerlo verdaderamente irrevocable, como quedó incorporado en la Constitución de la República a solicitud de la inmensa mayoría de nuestra población, en el año 2002.

No obstante, en otro momento, expresa lo siguiente: “Más de una vez, y aquí mismo en este Parlamento, me he referido a que en esta Revolución casi todo está dicho, y que debemos revisar qué orientaciones del Jefe de la Revolución hemos cumplido y cuáles no, desde su vibrante alegato “La Historia me Absolverá” en el juicio del Moncada hasta hoy. Recuperaremos las ideas de Fidel que siguen vigentes y no permitiremos que nos vuelva a pasar lo mismo”. Esta referencia al programa de 1953 y su presunta vigencia, es por lo menos extraña porque ese programa no era socialista sino liberal-progresista. El camino socialista fue proclamado en 1961, después de Playa Girón.

Raúl es Presidente del Consejo de Ministros y Presidente del Consejo de Estado, mientras la Secretaría General del Partido la conserva Fidel. En su discurso marco las competencias del Gobierno, que encabeza, y del Partido, que sigue liderando Fidel. Sin embargo, habló como si fuera el jefe del Gobierno y del Partido, ya que marcó instrucciones para ambos. Como Fidel reflexiona –y las publica- casi todos los días sobre temas diversos, pero no ha hecho comentario alguno sobre una cuestión que le atañe directamente, pensamos que coincide plenamente con los conceptos de su hermano, aunque se está reservando la última palabra, quizás en el Congreso.

De todo este “inbroglio” parece desprenderse que el gobierno cubano se propone consolidar en 5 años un nuevo modelo de socialismo, basado en una economía mixta, cuyo sector privado cuentapropista y las cooperativas campesinas, crearán una pequeña burguesía mercantil, aunque el Presidente dijo categóricamente que la economía será dirigida por el Plan y no por el mercado. Las grandes empresas, los servicios fundamentales, los bancos y el comercio exterior, seguirán en manos del Estado y el Partido ejercerá la dirección política de todo el sistema.

Queda otro punto, para mí, oscuro. Es evidente el apresuramiento con que se quieren concretar cambios trascendentales en un plazo exiguo de cinco años. Raúl dijo que es una tarea –la última- que asume la Generación del Moncada, antes que la conducción de la Revolución pase a la nueva generación. Ello me lleva a una mera especulación sobre su posible razón: existen problemas en el Partido –desde revisionistas y oportunistas que quieren la restauración capitalista plena, hasta radicales de izquierda que no quieren que se toque nada, cuya lucha abierta, después de la desaparición de la primera generación, esa sí, puede ser el fin de la Revolución o el pretexto para una intervención imperialista.

Ruiz Pereyra Faget

martes, 4 de enero de 2011

EL 2011 SERÁ UN AÑO DIFÍCIL

La voluminosa inyección de dinero en la economía del Banco de la Reserva Federal en el 2009, impidió la caída de Estados Unidos en la recesión, pero no ha podido retomar los ritmos de crecimiento que permitan reincorporar a los 8.5 millones de desocupados que ha generado la crisis. Las causas son el alto endeudamiento de las empresas y de los particulares. El endeudamiento del Estado también se acerca al 100% del PIB y existen estimaciones que, en los próximos cinco años, llegará al 120-130%, provocando una creciente desvalorización del dólar. En consecuencia, si no hay depresión, habrá estancamiento para rato. Para el año que se inicia, el PIB solo crecerá un 2.2% y así se mantendrá, repitiendo el panorama de Japón, desde 1988.

La crisis de Estados Unidos, que es la primera economía del mundo con un 23% del Producto Mundial afectó el comercio global y, principalmente, la economía y el sistema financiero de la Unión Europea. En el 2007, la especulación en el sector inmobiliario y en la Bolsa de Valores había alcanzado alturas similares a la de Estados Unidos, pero mientras en ésta era alimentada por las bajas tasas de interés del dinero de la Reserva Federal (Banco Central), en Europa, era la fortaleza del euro –que llegó a cotizarse a 1.60 por dólar- el que servía de magneto al ingreso de capitales especulativos que estimularon el crédito “dulce”. A las primeras señales de alarma, estos capitales golondrinas se fugaron, con la complicidad de los bancos, dejando al Estado la responsabilidad de salvarlos, con los ingresos del presupuesto o, en otras palabras, con el dinero de los contribuyentes. Y, entonces, el déficit fiscal se disparó así como la deuda pública, que financian desde sus nichos en el exterior esos mismos capitales que se habían fugado.

En el Uruguay, en la crisis de 1982, tenemos un ejemplo ilustrativo de lo dicho. El Estado se hizo cargo de las carteras incobrables del Citibank, originándose, junto con otras que compró, un vertiginoso aumento de su deuda y fue el Citibank el que la financió. Pero hay más: el Dr Lacalle, que presidía el gobierno desde 1990, designó a un funcionario del Citibank –el señor Nicolás Herrera- para negociar las condiciones de los intereses y amortizaciones, con su patrón. Como siempre, estas gestiones son calificadas de “patrióticas”. El señor Herrera, que había sido designado subsecretario de Economía, previa renuncia del banco norteamericano, abandonó la Subsecretaría después que culminaron las negociaciones y se ignora si volvió a su oficina del Citibank.

Volvamos a nuestro tema. Comparando el poder adquisitivo de las distintas economías (PPA – Fuente_BBVA)), tenemos que los países capitalistas desarrollados, conocidos como el G-7, y representan el 30% del Producto Bruto Mundial, tendrán un crecimiento no superior al 2%. (Estados Unidos 2.2; Japón 1.7; Alemania, 2.5; Reino Unido, 1.7; Francia, 1.6 – Fuente: OCDE) Solo China y la India, con un 14.1% (10.1 China y 4% la India) de capacidad de compra, calificadas como “economías emergentes”, mantendrán un alto crecimiento, de 9.6% y 8.4%, respectivamente.

La CEPAL, luego de afirmar, en su Informe de diciembre, que el 2010 fue un buen año para la economía regional, con un crecimiento del 6%, agrega: “El ambiente externo mantiene altos niveles de incertidumbre sobre la solidez de la recuperación de las economías desarrolladas, especialmente las europeas. A esto se suma el aumento de la fortaleza relativa de los países emergentes, especialmente los de América Latina y el Caribe, lo que ha generado un mayor flujo de capitales hacia la región y apreciaciones en sus monedas”, y a continuación señala que estima el crecimiento en un 4.2%. Brasil que es el motor sudamericano de un crecimiento del 7.7% en el 2010, caerá a un 4.5% en el 2011; Argentina con un 8.4% el año pasado, bajará su ritmo a un 5.5%.

Uruguay, que es un país dependiente comercial de Brasil (22% de las exportaciones) y de Argentina (A ésta se agregan deppósitos bancarios y turismo), ha tenido en el 2010 un crecimiento del 9%, pero la contracción de las economías de sus dos socios comerciales principales, bajará su crecimiento en el 2011 a un 4.5%.

Los gobiernos tratan de compensar esta situación con políticas neokeynesianas de elevación de la capacidad de compra de la población, poniendo énfasis en los sectores sociales menos favorecidos. Pero esta política exige como requisito previo, en una economía muy abierta como la uruguaya, un equilibrio de los balances gemelos de Presupuesto y Cuenta Corriente (comercio exterior y movimiento financiero), así como el contralor severo de la inflación, tarea que la ley le encomienda al Banco Central.

La dificultad fundamental para que esto funcione es la deuda pública (57% del PIB), ya que obliga a contraer la inversión pública, los gastos sociales y los salarios públicos, para pagar las obligaciones de ella derivada (1.300 millones de dólares en el 2011), sin aumentar los impuestos ni seguir endeudándose. Y esa deuda es alta en toda la región.

A ello se agrega, como señala la CEPAL, la afluencia de capitales especulativos –estimulados por las bajas tasas de interés y la depreciación del dólar- que fortalecen artificialmente las monedas locales, reduciendo la competitividad de sus exportaciones. Por ejemplo, el economista y ex Ministro brasileño, Luiz Bresser Pereira, ha señalado que la sobrevaluación que tiene el real y la alta tasa preferencial de interés que aplica el Banco Central, “son escandalosos”, criterio que, en alguna medida comparte el Ministro de Hacienda, Guido Mantega y la recién investida Presidente, Dilma Rousseff, contra la opinión del hombre que ha dirigido el Banco Centra durante los dos mandatos de Lula, el banquero Henrique Meirelles .Éste no continuará en el cargo y su sucesor –Alexandre Tombini- forma parte del equipo de Mantega.

Si Brasil aplica medidas más duras contra el ingreso de capitales de corto plazo, ellas pueden tener un impacto negativo sobre la competitividad uruguaya aunque no es creíble que puedan significar una traba. Con respecto a Argentina, y aparentemente en vías de solución el conflicto por la instalación de la fábrica de celulosa en la ciudad de Fray Bentos, si bien la política cambiaria de la Casa Rosada está en el extremo opuesto (devaluación administrada) a la practicada por Brasil y Uruguay, la inflación que, de acuerdo a los datos disponibles, duplica a la uruguaya, asegura un cambio real levemente favorable a nuestro país.

Uruguay enfrentará este panorama incierto con las cuentas nacionales bajo control, la inflación con presiones alcistas y una tasa de desocupación del 7%, promedial, de su fuerza laboral activa superando el 10% en el interior del país. Si bien se ha reducido el nivel de pobreza extrema, en los barrios periféricos de la capital existen amplios cinturones de miseria que son el origen de los problemas de seguridad pública que se han agravado en los últimos tiempos y que explotan los partidos de oposición y los medios de comunicación a su servicio como si las políticas económicas y sociales que practicaron durante sus largos años de gobierno fueran ajenas a la situación.

La inversión pública mejorará algo, de acuerdo a los recursos previstos en el presupuesto quinquenal recientemente aprobado, pero será insuficiente. Queda una sola fuente pública que es el abultado volumen de reservas de moneda extranjera que cuenta el Banco Central. El equipo económico se opone a disponer de una parte de ellas –como hizo Argentina- para ampliar las políticas públicas, “porque no son genuinas”. Llamo así a las que proceden del superávit del comercio exterior que Uruguay no ha tenido como nuestros vecinos fronterizos. El sistema bancario está altamente dolarizado (casi el 50%), con depósitos a la vista y en cajas de ahorro- Es menor, que en otras oportunidades, el peso relativo de los capitales golondrinas (18% del total contra el 45% en el 2001, previo a la crisis). La alta dolarización es una prueba de desconfianza de la población que tiene el “gatillo” pronto para una corrida, si una luz amarilla surgiera en el tablero de la economía.

Las autoridades tampoco quieren trabar las colocaciones de dinero de uruguayos en el exterior que rondan los 10 mil millones de dólares, aunque ha decidido somerterlas al sistema tributario nacional.

El gobierno apela, en consecuencia, a la inversión directa extranjera cuyos objetivos son las torres habitacionales en las zonas balnearias, la hotelería y restaurantes, los supermercados, los puertos y la tierra cada vez más extranjera y monopolizada.

Naturalmente, el modelo económico no es de izquierda, pero este tema será motivo de otro comentario.