miércoles, 31 de diciembre de 2014

EL MERCOSUR - Rastreando sus orígenes


En la Conferencia Monetaria de Bretton Woods, en 1944, Estados Unidos se comprometió a cambiar cada  onza troy de oro (31,10 gramos) por 35 dólares billete. Los Bancos Centrales tomaron este billete como moneda de reserva seguros que tenían un valor equivalente a 0,888 miligramos de oro, metal al que podían acceder en cualquier momento..

Sin embargo, el 15 de agosto de 1971, el Presidente Nixon, en forma unilateral, sin consultar ni informar a ningún gobierno, declaró la flotación del precio del oro y el dólar se devaluó rápidamente. El Sistema Monetario Internacional había quebrado, quedando a merced de la emisión de dólares a voluntad, sin respaldo material alguno, por la Reserva Federal (Banco Central de Estados Unidos).

Los países productores de petróleo, organizados en la OPEP, con amplio peso de los países árabes, elevaron en octubre de 1º73 los precios del petróleo, tomando como referencia esa devaluación y colocaron esos enormes ingresos en los bancos norteamericanos.

Los países no productores de petróleo vieron cómo se triplicaba su factura de este producto y los bancos, repletos de dinero, acudieron “en su auxilio”. En Estados Unidos y Europa se estancó la economía y aumentó la inflación. En América Latina, las dictaduras militares instaladas por Estados Unidos para aplastar cualquier intento de revolución social y que suponían que bastarían los productos del agro y del subsuelo para sostenerse, se encontraron con un fenómeno económico que no estaba en sus planes.

Pero la Escuela de Economía de Chicago, dirigida por Milton Friedman, tenía la solución: la reducción a un mínimo del Estado, otorgándole todo el poder y la libertad al mercado. En estas condiciones, los  préstamos de los bancos extranjeros pondrían en marcha la economía, con una seguridad ajena a todo riesgo económico y político. El propio Friedman se trasladó a Santiago, invitado por Pinochet, para dirigir esta experiencia mientras su Escuela de Chicago preparaba a jóvenes economistas latinoamericanos en la doctrina neoliberal que agitaba con entusiasmo las ideas de Adam Smith. Estos “Chicago Boys”, serán los tecnócratas civiles de las dictaduras entre 1973 y 1982.

La economía estadounidense no funcionaba y James Carter perdió su reelección en 1980, a manos del republicano Ronald Reagan que llegó a la Casa Blanca rodeado de “chicaguinos”. El año anterior, en Inglaterra, el electorado le dio la victoria a Margaret Thatcher que fue investida como Primer Ministro dispuesta a demoler lo que quedaba del “Estado de Bienestar” que había montado el Partido Laborista en la postguerra.

Los “chicaguinos” de Reagan eran llamados por la prensa yanqui “economistas del lado de la oferta” (“economists supply side”), opuestos a los neokeynesianos –“economistas del lado de la demanda” (economists demand side”). Querían destruir el prestigio del “New Deal” de Franklin Roosevelt que había sacado a la economía de la Gran Depresión de 1929, mediante la activa intervención del Estado. Sostenían que si se eliminaban las “barreras” fiscales a los inversores, aumentaría la oferta de dinero a bajos intereses, estimulando la producción y la creación de empleo.

Estados Unidos atravesaba una crisis de “estancamiento con inflación” (“stagflation”) y en 1979, un banquero del Chase Manhattan Bank (Grupo Rockefeller), Paul Volcker, fue designado por el Presidente Carter, Presidente de la Reserva Federal. Volker se propuso eliminar la inflación, reduciendo la emisión de dinero circulante. El objetivo fue alcanzado pero provocó un “schok” financiero y económico en Estados Unidos y en los países que estaban endeudados pues, al escasear el dinero, se produjo un aumento abrupto de la tasa de interés que, en 1981 llegaron al 15% anual. Reagan había asumido este año y confirmó a Volcker en el cargo, función que desempeñó hasta 1987.

La recesión no se hizo esperar y en los países latinoamericanos donde los capitales habían ingresado con facilidad por las políticas de los “Chicago Bous”, se produjo una fuga masiva de retorno a EE.UU. que aumentaron los recursos del gobierno y las reservas monetarias, dinero que el Presidente Reagan se proponía invertir en la creación del sistema coheteril extra terrestre, desafío armamentista que la Unión Soviética no estaba en condiciones de afrontar. En otras palabras, mediante este mecanismo, Reagan utilizaba el dinero invertido en los países emergentes para financiar su proyecto de lograr una ventaja militar estratégica decisiva que pusiera de rodillas a la urss.

Las dictaduras militares que, según “Búsqueda”, habían llegado para regenerar a las democracias, perdieron pie. Tuvieron que devaluar las monedas en 1981 y 1982, en algunos casos suspender el pago de la deuda (México, Brasil, Ecuador) y enfrentar la recesión. La crisis económica, la Guerra de las Malvinas y las masivas y organizadas movilizaciones populares las obligaron a entregar el gobierno (Argentina) o encauzar salidas con gobiernos de transición como en Brasil y Uruguay.



                                                                           - II –

El Luego de una elección democrática, Raúl Alfonsín asumió la Presidencia de la República Argentina, el 10 de diciembre de 1983, con un mandato de seis años. Tenía que resolver graves problemas políticos y económicos, internos y externos.

Estados Unidos estaba en el banquillo de los acusados. Había apoyado el golpe de Estado militar de 1976, había respaldado con entusiasmo la política neoliberal de Martínez de Hoz, prometió apoyo al General Leopoldo Galtieri en el operativo de recuperación de las Islas Malvinas (apoyo que luego le retiró) y, finalmente estimuló, con la manipulación del dólar, la fuga de capitales que sumió al país en una profunda crisis.

Alfonsín retomó la línea de política exterior independiente de Yrigoyen y Perón. La OEA, digitada por Estados Unidos, estaba en crisis porque no se pronunció sobre la intervención militar del Reino Unido en las Malvinas; Estados Unidos había abandonado la “Doctrina Monroe” que inspiraba su política hacia América Latina (“Cualquier ataque de una potencia extracontinental contra una República Sudamericana será considerado un ataque contra Estados Unidos”), optando por su apoyo a Gran Bretaña –potencia extracontinental- a cuya alianza en la OTAN le daba prioridad. Por otra parte, Reagan se había propuesto derribar al gobierno revolucionario de Nicaragua, creando una brigada de “contras” en la frontera de Honduras.

El presidente argentino, contando con la presencia en la Cancillería de un activo y hábil diplomático –Dante Caputo-, restableció las relaciones con Cuba, fomentó la creación del “Grupo de Contadora” como alternativa a la desprestigiada OEA, para impedir la acción de los “contras” y abordó el tema de la deuda que afectaba a todos los países latinoamericanos.

Los días 21 y 22de junio de 1984 se reunieron en Cartagena de Indias, 11 países sudamericanos, representados por sus Cancilleres y Ministros de Economía, bajo la presidencia del mandatario colombiano, Belisario Betancur. Esos países, fueron: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

La idea argentina era constituir un “Club de Dudores”, como grupo de presión para negociar con los bancos, países acreedores y el Fondo Monetario Internacional, de modo que reconocieran que vista la magnitud del endeudamiento de América Latina. no eran viables las “fórmulas ortodoxas” de austeridad que frenaban el desarrollo y volvían permanente el endeudamiento. Era necesaria una quita importante del capital y de los intereses.

Esta propuesta había sido elevada, meses antes, al Grupo de los 7, reunido en Londres, de los países más industrializados, sin una respuesta favorable, pues insistían en las recetas recesivas del FMI y la obligación de pagar toda la deuda con sus intereses. No rechazaba la negociación pero esta debía ser bilateral, país por país.  Frente a esta posición intransigente, el Encuentro de Cartagena, mostró la distancia de diversos países de la posición argentina que la mayoría acepto, iniciáncose una negociación caso por caso..

El consenso alcanzado se limitó a establecer un régimen de seguimiento colectivo y consultas. México tuvo que devaluar el peso en agosto de 1976 para obtener préstamos del FMI y los bancos. Los restantes países latinoamericanos, siguieron el mismo caminon, renovando deuda con intereses más altos, recibiendo “fondos frescos” (más deuda) y aplicando medidas recesivas Para pagar. La propuesta alfonsinista de unirse para tener más fuerza en la negociación, había fracasado. El gobierno puso en marcha una reforma monetaria –Plan Austral- para combatir la inflación situada en un 2% mensual (26,8% anual). Se basaba en una “terapia de Schock”: devaluación y congelación de precios y salarios. Mantuvo el crédito a la producción, produciéndose una importante expansión del dinero circulante. El año siguiente se liberaron los precios y salarios y se disparó nuevamente la inflación, sumándose la fuga de capitales atraídos por los altas tasas de interés de Estados Unidos.

Al fracasar el proyecto de “Club de Deudores”, Alfonsín buscó otro camino que será más largo para alcanzar la integración. En marzo de 1985, asumíó la Presidencia de Brasil, José Sarney, dejando atrás 21 años de dictadura militar. El retorno del país vecino a la democracia y el peso de las fuerzas nacionalistas en el nuevo gobierno, motivaron al gobierno de Buenos Aires a proponer al gigante del norte un plan de integración económica bilateral.


                                                                    - III –

Los presidentes Alfonsín y Sarney se encontraron en Foz de Iguazú, el 30 de noviembre de 1985, en la inauguración del puente binacional, “Tancredo Neves”, nombre acordado por ambos gobiernos en homenaje al presidente de la transición que no pudo asumir por padecer una grave enfermedad, sustituyéndolo el Vice Sarney. Neves murió un mes más tarde de la fecha en que debía comenzar su mandato.

Pero el encuentro presidencial tuvo un alcance mucho más amplio que la instancia ceremonial. En la Declaración final trazaron las líneas generales de una política binacional, de proyección continental, que se iría procesando en los años siguientes. El Numeral 7, realiza el diagnóstico de la situación: “Los presidentes coincidieron en el análisis de las dificultades por las que atraviesa la economía de la región, en función de los complejos problemas derivados de la deuda externa, del incremento de las políticas proteccionistas en el comercio internacional, del permanente deterioro de los términos del intercambio, y del drenaje de divisas que sufren las economías de los países en desarrollo”.

El numeral siguiente agrega: “Concordaron igualmente en cuanto a la urgente necesidad de que América Latina refuerce su poder de negociación con el resto del mundo, ampliando su autonomía de decisión y evitando que los países de la región continúen vulnerables a los efectos de políticas adoptadas sin su participación. Por ello, resolvieron conjugar y coordinar los esfuerzos de los respectivos gobiernos para la revitalización de las políticas de cooperación e integración entre las naciones latinoamericanas”.

Y el Numeral 18 de la “Declaración de Iguazú” concluye: “Dentro de ese espíritu expresaron su firme voluntad política de acelerar el proceso de integración bilateral. En armonía con los esfuerzos de cooperación y desarrollo regional, expresaron su firme convicción de que esta tarea debe ser profundizada por los gobiernos con la indispensable participación de todos los sectores de sus  comunidades nacionales, a quienes convocaron a unirse a este esfuerzo, ya que cabe también a ellos explorar nuevos caminos en la búsqueda de un espacio económico regional latinoamericano”.

La semilla del MERCOSUR estaba sembrada pero ambos países no pudieron instrumentarlo de inmediato; el voluminoso endeudamiento los acosaba; la recesión, el desempleo y el déficit fiscal aumentaron mientras la inflación se disparó, perdiendo ambos Estados la capacidad de controlarla, sin sacrificar a la población de menores recursos.

El Mercado Común del Sur fue creado por el Tratado de Asunción, el 26 de marzo de 1991. Los presidentes firmantes fueron: Carlos Saúl Menem, por Argentina; Fernando Collor de Mello, por Brasil; Andrés Rodríguez, por Paraguay y Luis Alberto Lacalle Herrera, por Uruguay.

El instrumento jurídico había sido creado pero la puesta en práctica de sus objetivos fue muy lento en esa década. En 1991 se produjo la desintegración de la Unión Soviética quedando los países subdesarrollados a merced del capital financiero cuyo motor principal se encuentra en Wall Street. Dos años depués, los banqueros llegaron en Washington a un “Consenso” de políticas económicas que exigirían a todos los países que solicitaran préstamos o requirieran inversiones directas y de portafolio: ajuste fiscal, privatización de las empresas públicas, flexibilización laboral y apertura irrestricta al ingreso y salida de capitales, entre otras medidas. La prioridad era pagar la deuda y el FMI, con la colaboración de las Calificadoras de Riesgo se encargó de monitorear el cumplimiento de estas reglas.

Los cuatro países del MERCOSUR se sometieron a las exigencias anteriores. En 1999, Brasil devaluó; Argentina le siguió en  enero del 2002 y Uruguay seis meses después, multiplic´nadose la deuda en moneda extranjera. La causa principal, fue la gran especulación con el movimiento de capitales “calientes” que comenzó en 1997 en los llamados “Tigres Asiáticos”  (Thailandia, Malasia, Indonesia, Filipinas, Taiwán. Hong Kong y Corea del Sur. En 1998, la crisis alcanzó a Rusia. El Primer Ministro de Malasia, Mohamed Mahathir, culpó al mega especulador húngaro-estadounidense, George Soros, de ser responsable de la fuga masiva de capitales que obligaron a una devaluación en cadena de sus monedas.

Sin embargo, Malasia dio al mundo un ejemplo aleccionador. Rechazó el “salvataje” propuesto por el FMI, sobre la base de sus “planes de ajuste” y adoptó un severo control de cambios, deteniendo la fuga de capitales. Las medidas dieron resultado y en un año, Malasia se recuperó, mientras que los otros países afectados de la región, vieron la multiplicación de sus deudas, una prolongada recesión y una mayor dependencia del capital especulativo.


                                                                             - IV –

El Tratado de Asunción establece, para el período de transición de tres años, los siguientes objetivos (Art. 51): a) un Proglrama de Liberación Comercial; b) la coordinación de políticas macroeconómicas; c) un arncel externo común; la adopción de acuerdos sectoriales con el fin de organizar la utilización y movilidad de los factores de producción  y alcanzar escalas operativas eficientes.

En los hechos, en ese momento, era una “declaración de buenas intenciones”, porque cada país, con un insoportable endeudamiento, había recurrido al Fondo Monetario Internacional que había adoptado las “recomendaciones” del Consenso de Washington..

Argentina y Brasil realizaron una reforma monetaria para “contener la hiperinflación”. El primero “ató” el peso al dólar, con una conversión  fija de 1 x 1”. El Banco Central era privado de su potestad de crear dinero, condición que quedaba sjupeditada al ingreso de dólares de modo que si los dólares se fugaban, el país quedaría sin circulante. (Presidente Carlos Menem, Ministro de Economia Domingo Cavallo).

Brasil, por su parte, implementó el “Plan Real” que entró en vigencia el 1º de julio de 1994. La moneda tradicional, el “Cruceiro” fue sustituida por el “Real”. El plan era progresivo y había comenzado en junio del año anterior, con un ajuste fiscal y privatización de empresas del Estado. Le siguió la instrumentación de una “unidad reajustable de valor” (URV), “atada” a la cotización del dólar. Los precios y salarios se reajustaban por el valor de esa unidad. La tercera etapa fue la eliminación del cruceiro a razón de 2750  por cada “Real” estando limitada su emisión al nivel de reservas internacionales (Presidente Itamar Franco, Ministro de Economía Fernando H. Cardoso). Como Argentina, si los dólares se fugaban, se reducía al nivel existente el circulante en moneda nacional).

Em Uruguay, el gobierno del Dr. Luis Lacalle Herrera impulsó una  Ley de Ajuste Fiscal, con severa restricción de los salarios y aumento de impuestos, así como una política cambiaria constituida por dos bandas, una comercial donde el precio del dólar era preanunciado y una banda libre, regulada por la oferta y la demanda. Lacalle suprimió, además, los Consejos de Salarios e intentó vender empresas públicas, propósito que fracasó por el resultado adverso del Plebiscito del 13 de diciembre de 1992.

Julio María Sanguinetti, en su segundo período presidencial -1995-2000-, continuó con la política de “ajuste fiscal” teniendo como prioridad el pago de la deuda externa.

Paraguay, el cuarto miembro del MERCOSUR, para ingresar a esta organización tuvo que librarse del dictador Alfredo Stroessner y esta tarea la cumplió, en febrero de 1989, su consuegro el General Andrés Rodríguez, mediante un incruento Golpe de Estado Militar. Curiosamente, el ex dictador fue exiliado en Brasilia, bajo la protección del gobierno brasilero. Rodríguez llamó enseguida a elecciones, alcanzando la Primera Magistratura, ahora con la etiqueta de presidente constitucional.

La economía tuvo un repunte en los dos primeros años pero la crisis en sus dos vecinos gigantes, contrajo su comercio agroganadero y la gigantesca corrupción hizo el resto. Desaparecieron las reservas de oro sin que hasta hoy se sepa que pasó con 8 mil quilogramos del preciado metal. En 1993, Rodríguez llamó a elecciones resultando triunfante su candidato, el Ingeniero Juan Carlos Wasmosy, presidente del consorcio paraguahyo que participó en la construcción de la Represa Binacional de Itaipú.

Wasmosy contó con el asesoramiento del economista “Chicago Boy” Hernán Buchi, de la Escuela Económica (Neoliberal) de Chicago que implementó el plan económico del dictador chileno Augusto Pinochet. Puso en marcha la privatización de las emoresas públicas pero pronto salieron a luz los negociados del propio Wasmosy y el círculo íntimo de familiares y empresarios que lo rodeaban. En esta pelea por el botín, dividió a su partido, el Colorado, perdiendo el respaldo parlamentario. La economía y las finanzas se desplomaron, y solo un sinfín de maniobras políticas le permitieron llegar al término de su mandato, en 1998.

Los “planes de austeridad” impuestos por el Consenso de Washington y monitoreados por el FMI, síndico del capital financiero occidental dominante, ampliaron la brecha social en América Latina entre ricos y pobres. El 27 de febrero de 1989 se produjo en Caracas un estallido social, cuando el recién posesionado Presidente, Carlos Andrés Pérez, que había llegado a ese cargo con un amplísimo respaldo popular, prometiendo resolver la crisis económica que le habían dejado sus predecesores, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi (abultado crecimiento de la deuda externa, elevado déficit fiscal e inflación)), decidió aplicar un “paquete económico de shock”, preparado por el FMI, que tocaba todos los aspectos claves de la economía y las finanzas: liberación de precios, control de sueldos y salarios, cambio único libre y flotante, eliminación de aranceles a las importaciones, liberación de las tasas activas de interés, reducción abrupta del déficit fiscal con aumento del precio del petróleo y de las tarifas públicas incluyendo el transporte urbano e interestatal.

El 27 de febrero, el gobierno decretó el aumento, por tres meses, en un 30% de los derivados del petróleo y un 30% las tarifas de transporte, anunciando que, al cabo de este plazo, los aumentos serían del 100%. En forma espontánea, decenas de miles de pobres de las estribaciones montañosas que rodean a Caracas, se volcaron a las calles y hasta el 8 de marzo tuvieron en jaque a la policía y al ejército que salió a reprimir con todos sus medios. Fue una masacre que el gobierno estimó en 270 muertos pero que fuentes extraoficiales sitúan, entre muertos y desaparecidos, más de 3000 víctimas.

Este baño de sangre, realizado para satisfacer “las obligaciones” con la especulación financiera internacional, impactó en la conciencia de vastos sectores sociales, incluyendo a las Fuerzas Armadas. Entre los represores se encontraba un joven oficial de la Brigada de Paracaidistas, el Teniente Coronel Hugo Chavez Frías que, junto con otros compañeros de armas decidieron derrocar al Presidente Pérez. Este intento fue el 4 de febrero de 1882, El Golpe fracasó; Chávez asumió toda la responsabilidad y fue encarcelado. Estuvo dos años sin ser juzgado y el 17 de marzo de 1994, por indulto del Presidente Rafael Caldera, recobró la libertad. Durante este tiempo, su prestigio había crecido exponencialmente entre los pobres de su país y al abandonar la prisión se dedicó a la actividad política, fundó el Movimiento Quinta República, obteniendo –la coalición de izquierda que encabezaba-, una aplastante victoria en las elecciones del 6 de diciembre de 1988, logrando el 56’5% de los votos emitidos. Asumió la Presidencia de Venezuela, el 2 de febrero de 1999.

Durante la campaña electoral, Chávez había prometido la reforma de la Constitución de 1961, si obtenía la victoria. Logrado el triunfo, el 25 de abril convocó un referéndum constituyente que fue aprobado por el 81% de los votos sufragados. La Asamblea Nacional Constituyente aprobó una nueva Constitución que fue ratificada por referéndum, el 20 de noviembre de ese año, por un 71% de los votos.

El nuevo texto constitucional establece la República Bolivariana de Venezuela, amplía los derechos individuales –políticos, económicos, sociales y culturales-, crea un Poder Ciudadano, introduce “Referéndums revocatorios” en la mitad de todos los mandatos ejecutivos, crea una sola Cámara –la Asamblea Nacional-, las “leyes habilitantes” y un programa económico que declara propiedad de la nación los recursos del subsuelo, plataforma marítima y  contrario al interés social la existencia de latifundios. En la misma línea, la Constitución incluye en el TITULO VI (DEL SISTEMA SOCIOECONOMICO -Capítulo I) una serie de principios sobre el Régimen Socioeconómico y la Función del Estado en la Economía. El artículo 299, expresa como definición general: “El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democratización, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para garantizar una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta”.

Es un cambio radical de las constituciones liberales que si bien fueron extendiendo, con el tiempo, los derechos políticos, económicos y sociales, no le dieron el sustento de una plataforma económica que, en la realidad haga posible la existencia de aquellos derechos.

La fecha del ascenso de Chávez a la Presidencia -2 de febrero de 1999-, es clave para comprender todo un movimiento que se extiende por América Latina y el Caribe, (Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Nicaragua, Guyana), destinados a romper la dependencia del capital financiero vía deuda externa, proceso o “nueva Época en la cual nos encontramos.

Con las diferencias que tienen las estructuras económicas de cada país, pueden señalarse algunas características comunes: reducción de la deuda externa, defensa y explotación por el Estado de los recursos estratégicos, distribución del ingreso acompasando el crecimiento económico, atención preferente a la educación y la salud, control macroeconómico dentro de límites manejables (déficit fiscal y déficit comercial) política exterior independiente, participación democrática del pueblo, protección de los sectores más débiles de la sociedad, reconocimiento y desarrollo de las culturas originarias, entre otras políticas que se han impulsado, en los países nombrados, en estos 14 años.

En este contexto, el MERCOSUR comienza a andar, aunque la ausencia de una “coordinación macroeconómica” entre sus meimbros, como lo establece el Tratado de Asunción provoca tensiones internas por las prioridades que cada país le otorga a los sectores motores de su economía. La incorporación de Venezuela, en junio de 2012, y la próxima de Bolivia, irán ampliando los vínculos económicos, comerciales, financieros, sociales y culturales que fortalecerán la presencia de América Latina en una estructura global multipolar de intensa competitividad económica, tecnológica y cultural.