miércoles, 18 de mayo de 2011

JOSÉ ARTIGAS

Por Gutemberg Charquero**


En el Río de la Plata el movimiento insurreccional comenzó con la denominada Revolución de Mayo de 1810, en Buenos Aires, cuyo objetivo ini¬cial fue el de liberarse de la asfixia económica que significa¬ba el monopolio impuesto por España para vincular su destino económico al comercio británico. El carácter oligárquico del movimiento de Mayo no impidió su rápida propagación a toda la región que conformaba el Virreinato del Río de la Plata. Esto significó la incorporación a la lucha de los sectores popu¬lares, que le imprimieron a ésta objetivos democráticos y económicos no previstos por sus iniciadores.

En la Banda Oriental provoca reacciones opuestas que expresan el antago¬nismo existente entre Montevideo, reducto de la oligarquía española y criolla, y la campaña (el medio rural). Mientras éste apoya a la Junta Provisional que en Buenos Aires ha sustituido al virrey de España, Montevideo opta por el no reconocimiento. Esto determinó una ruptura político-administrativa por cuanto Buenos Aires era la capital del Virreinato a la que las autoridades de Montevideo estaban subordinadas. La ruptura llevó a un enfrentamiento militar entre Buenos Aires y la campaña oriental por un lado y Montevideo por otro.



Artigas y sus ideas


Es en este momento que irrumpe en la historia uruguaya José Ar¬tigas, una de las figuras más relevantes de la revolución lati¬noamericana. Además de jefe militar del ejército popular orien¬tal, fue el líder y el intérprete de las aspiraciones y necesi¬dades de los pueblos rioplatenses.

En los diez años que abarca su actuación al frente del movimiento independentista y revolucionario, luchó primero contra los españoles, popularmente denominados godos, luego contra las autoridades de Buenos Aires que que¬rían imponer su hegemonía sobre las provincias y, finalmente, con¬tra los portugueses. Éstos, que en complicidad con la oligarquía porteña
habían ocupado militarmente la Banda Oriental en 1816, lo derrotaron en 1820. Artigas se exilió en el Paraguay, donde permaneció hasta su muerte en 1850, rehusando retornar al Uruguay pese a reiterados ofrecimientos que se le formularon.

Diversos documentos recogieron las ideas fundamentales de Artigas para la organización de las provincias rioplatenses. Uno de ellos es el 0que contiene las denominadas Instrucciones de 1813, dadas a los diputados de LA Provincia Oriental que debían llevar la representación de ésta a la Asamblea General Constituyente convo¬cada por las autoridades de Buenos Aires.

En ellas se establecen tres postulados principales: Independencia, de España y de cualquier potencia extranjera, sistema republicano de gobierno y federalismo como norma reguladora de las relaciones interprovinciales. En el mismo congreso en que se aprueban las mencionadas Instrucciones, la Banda Oriental, que hasta entonces había sido un espacio geográfico dividido en varias jurisdicciones político-ad¬ministrativas, se constituye por voluntad de sus habitantes en una entidad política que desde entonces se llamó Provincia Oriental y eligió un gobierno provincial bajo el régimen de cabildos, que se denominó Gobierno Económico.

Artigas fue designado presidente de dicho gobierno además de gobernador militar. Las exigencias de este último cargo determinaron que de hecho no pudiera ejercer el primero. Las Instrucciones incluían también directivas referidas al libre comercio entre las provincias, al considerar en un pie de igualdad a todos los puertos de las Provincias Unidas, eliminando la hegemonía que el puerto de Buenos Aires había tenido y quería mante¬ner.

Estas ideas de Artigas -muy escuetamente expuestas aquí- adquieren su verdadera dimensión en al análisis del marco histórico, económi¬co y político en que se producen. Los sucesivos gobiernos insta¬lados en Buenos Aires a partir de la llamada Revolución de Mayo de 1810 solamente habían sido la representación de una oligarquía
integrada por hacendados y comerciantes cuyos objetivos "revolucionarios" eran desplazar a España y a los españoles que en las colonias se habían beneficiado con el régimen colonial, para here¬dar SUS privilegios. Para ello aplicaba una política de libre comercio con las potencias extranjeras, particularmente con In¬glaterra, que había fomentado el movimiento de independencia con¬tra España, y restrictiva y discriminatoria respecto a las pro¬vincias del interior.

Quería que Buenos Aires fuera el único puerto habilitado para comerciar con el exterior y apropiarse de todas las rentas generadas por ese concepto. Políticamente eso se manifestaba
en una relación autoritaria y centralista que chocaba con los intereses y el sentimiento autonomista de las provincias.


Federalismo


Ese es el verdadero trasfondo de las luchas entre unitarios y federales, que con diferentes denominaciones se produjeron en todas las repúblicas sudamericanas una vez rotos los vínculos de dependencia de España.

De ahí, también, la concepción federalista de Artigas y la rebe¬lión de las provincias argentinas contra el gobierno de Buenos Aires. Este movimiento dará lugar a la formación de la Liga Fe¬deral, liderada por Artigas con la adhesión de las provincias del litoral argentino. La Liga no es un Estado sino una coali¬ción que propone el federalismo y el respeto a las autonomías como fundamento de la organización de las Provincias Unidas del Río da la Plata.

Cuando en 1814 finalizó la dominación española en el Río de la Plata con la rendición de Montevideo, la lucha continuó hasta que las fuerzas artiguistas expulsaron del territorio de la Pro¬vincia Oriental a los ejércitos de Buenos Aires.





Reforma agraria


Es durante el gobierno de Artigas, en 1815, que éste promulgó su famoso Reglamento rural, una reforma agraria destinada a ordenar y estimular la producción del campo coordinando los aspectos sociales y económicos. Confiscó las tierras improductivas de los "malos europeos y peores americanos" y las repartió con el criterio de que "los más infelices sean los más privilegiados".

El Reglamento enumeraba seguidamente a quiénes consideraba "más infeli¬ces" –negros libres, zambos, indios y criollos pobres–, es decir los sectores más débiles y explotados de la sociedad. El otorga¬miento de las parcelas se condicionaba a que los beneficiados "con su trabajo y hombría de bien propendiesen a su felicidad y a la de la Provincia".

El Reglamento Rural de 1815 combina sabiamente una voluntad de justicia social con una visión económica y política de las condicio¬nes de la Provincia. (No deja de ser una ironía el hecho de que pese a que Artigas es considerado el héroe nacional del Uruguay, sus tribunales de Justicia nunca reconocieron los derechos emanados de las donaciones del Reglamento y sí, en cambio, las realizadas por el rey de España).

A través de sus ideas y de su conducta, Artigas se muestra como un estadista rioplatense con dimensión americana. Cuando se refiere al régimen federal lo denomina "sistema americano", porque concebía el proceso de independencia de las colonias como una unidad. Tampoco expresó nunca en sus planteos la idea de hacer de la Provincia Oriental un Estado independiente, como ocurrió más tarde, sino una parte autónoma del todo que eran las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Se han señalado como influencias en el pensamiento artiguista las ideas de la Ilustración española así como de las revoluciones norteamericana y francesa, que influyeron en la gestación del movimiento independentista de las colonias hispánicas.

El Río de la Plata fue muy receptivo para todo lo que viniera de Europa, y las ideas no fueron una excepción. Montevideo en su condición de ciudad-puerto con una activa minoría de comerciantes y letrados siguió con especial interés aquellos procesos.


Invasión de Portugal

Las ideas federalistas, de las que Artigas era su más ferviente partidario,, más su concepción democrática y de justicia social de las que el Reglamento rural era una prueba concreta, fueron consideradas "subversivas" por las autoridades de Buenos Aires y un peligro pa¬ra sus intereses. Fue por ello que utilizaron todos los medios para neutralizarlo. Desde el ofrecimiento de la independencia a la Provincia Oriental, a condición de que desmembrara la Liga Federal, hasta el soborno y la difamación. Cuando todos esos métodos fra¬casaron se instigó la invasión de la Provincia por parte de las fuerzas portuguesas en Brasil.

La clase oligárquica asentada en Buenos Aires prefirió entregar la Provincia Oriental, es decir una parte de su territorio, al enemigo tradi¬cional antes que permitir que prosperara en el Río de la Plata un movimiento popular democrático y federalista.

En 1816 las tropas portuguesas invadieron la Provincia Oriental para aplastar el "foco anarquista" del artiguismo y "pacificar" el territorio, según expresiones del comandante en jefe de las fuerzas invasoras. Artigas resistió la invasión y simultánea¬mente debió distraer fuerzas para apoyar la lucha de las provin¬cias del litoral argentino contra Buenos Aires. Esta guerra en dos frentes resultaba insostenible para los orientales y meses después de iniciada la invasión la ciudad de Montevideo cayó en poder de los portugueses.

La resistencia artiguista prosiguió en la campaña durante cuatro años. Después de sucesivas derrotas con elevado número de víctimas, en 1820 y tras la pérdida de la última batalla, la Provincia Oriental quedó en poder de los portugueses, ahora con el nombre de Provincia Cisplatina.

La oligarquía montevideana demostró en esta circunstancia históri¬ca que sus intereses de clase estaban por encima de cualquier otro. Una actitud, que trasladada en el tiempo, cambiando protagonistas y escenarios, se ha seguido repitiendo a lo largo de la historia. No sólo colaboró con el invasor sino que en un Congreso votó la incorporación de la Provincia al Reino de Portugal.

La independencia de Brasil, en 1822, determinó la ruptura de la unidad de las fuerzas que ocupaban la Provincia. El grueso de ellas, de origen brasileño, tomó partido por el emperador de Brasil, en tanto otra parte decidió mantenerse fiel al rey de Portugal, Juan VI. Esta coyuntura favoreció, incluso en algunos hombres que habían colaborado con el ocupante, la idea de expulsarlo y reintegrar la Provincia a la República Argentina a la que históricamente había pertenecido.

*Fragmento de un trabajo mayor, publicado en sueco en 1987, con el título de “URUGUAY – EL FIN DE UNA ILUSIÓN”.

**Intelectual uruguayo con actuación muy destacada en el periodismo nacional hasta 1973. A raíz del golpe de Estado de 1973 se exiió en Suecia donde prosiguió su labor periodística por el establecimiento de la democracia en su país. El fragmento publicado arriba, forma parte de un libro escrito para la presentación al público sueco del Uruguay y su historia.

jueves, 5 de mayo de 2011

CUBA: EL NUEVO SOCIALISMO

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se reunió el16 de abril, al cumplirse el 50º aniversario de la proclamación del carácter Socialista de la Revolución y de la histórica victoria de Playa Girón.

Sesionó durante tres días. Pero la convocatoria del máximo órgano del Partido, tenía una significación mucho mayor ya que el jefe del Gobierno y del Estado, Raúl Castro, buscaba el apoyo del cuerpo a las reformas del sistema socialista que venía sosteniendo desde que sustituyó a Fidel en ambos cargos, el 31 de julio de 2006, cuando éste enfermó gravemente.

Con determinación y energía, Raúl expuso la imperiosa necesidad de introducir reformas inmediatas al modelo de socialismo que ha seguido Cuba durante 50 años y que fue objeto de su exposición en la Asamblea Nacional, en diciembre pasado.

El gobernante señaló tres grandes errores, a su juicio, compartido ahora por el Comité Central, cometidos por el Partido: 1) Haber adoptado un modelo de socialismo donde el Estado absorbió la totalidad de la actividad económica; 2) La aplicación del igualitarismo como principio de la distribución económica; 3) La confusión de competencias entre el Partido y el Estado.

En relación al primer error, dijo que Lenin ya había advertido, “poco antes de morir” (seguramente se refería a la NEP), sobre sus consecuencias. Otros vinieron después –sentenció- y siguieron otro camino y nosotros tomamos este modelo.

Las consecuencias, siguió el mandatario, fue un sobredimensionamiento del área administrativa –que pretendió absorber toda la desocupación- y la reducción del área productiva. En esta forma, la pirámide laboral se invirtió cuando la base debe estar en el sector productivo. Esta situación es insostenible.

Para resolverla, propuso una drástica reducción de la plantilla administrativa cuyo excedente será transferido al área productiva que será regida por un sistema mercantil basado em la propiedad privada del medio de producción a cargo de trabajadores por cuenta propia. El Estado conservará la gestión de las áreas económicas y sociales que considera estratégicas.

El segundo error de la Revolución es haber aplicado el igualitarismo como principio de distribución. Rául dijo que el principio socialista es “de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo”. La inversión de la pirámide laboral hizo que los que ganaban más y producían menos, accedieran en condiciones igualitarias a la libreta de racionamiento, con los que realmente tenían necesidad. “Esto hay que corregirlo”, manifestó, pero se hará gradualmente.

Respecto a la confusión de competencias entre el Partido y el Estado, dijo Raúl que esta situación trababa la gestión del Estado. Por lo tanto deben estar bien delimitadas ambas esferas. “El Partido dirige y controla pero no administra”.

Raúl Castro reiteró que las reformas son para consolidar el Socialismo y que para ello la productividad del trabajo es fundamental.

La opción por un área mercantil, que no se ajusta estrictamente al Plan sino a la búsqueda de la ganancia individual, es una discusión que no es nueva entre los marxistas. Fue uno de los planteos de los “reformistas” rusos, encabezados por Gorbachov, que invocaban la NEP de Lenin y las ideas de Bujarin y, especialmente, era el núcleo del llamado “Socialismo con características chinas”, desarrollado por Deng Xiaoping, después de la muerte de Mao. Deng decía que el plan no era un principio socialista sino un “mecanismo” económico. Creo que la respuesta hay que encontrarla en el lugar que ocupa el Estado y el Partido en el sistema y que las diferencias serán de “grado” según las condiciones históricas concretas de cada país.

En el discurso de Raúl no aparece el contexto histórico y las etapas que ha recorrido la Revolución Cubana en estos 50 años. La resistencia a sumarse a la debacle del Campo socialista y de la Unión Soviética, agregada a la lucha contra el bloqueo norteamericano y la defensa empecinada de las conquistas logradas en la educación, la salud, la cultura y el deporte, le dan a su epopeya, sin duda, un rasgo heroico, sin parangón.

Mas, la economía tiene sus reglas objetivas y la producción isleña no genera recursos para hacer definitivas esas conquistas. El país está endeudado y tiene que ponerse al día.

Algunos fragmentos del informe del Comité Central, leído por Raúl Castro, al Congreso, ilustrarán los aspectos señalados.

MODELO ECONÓMICO Y SOCIAL

“El modelo excesivamente centralizado que caracteriza actualmente nuestra economía deberá transitar, con orden y disciplina y con la participación de los trabajadores, hacia un sistema descentralizado, en el que primará la planificación, como rasgo socialista de dirección, pero no ignorará las tendencias presentes en el mercado, lo que contribuirá a la flexibilidad y permanente actualización del plan.
“La experiencia práctica nos ha enseñado que el exceso de centralización conspira contra el desarrollo de la iniciativa en la sociedad y en toda la cadena productiva, donde los cuadros se acostumbraron a que todo se decidiera “arriba” y en consecuencia, dejaban de sentirse responsabilizados con los resultados de la organización que dirigían”.

“Nuestros empresarios, salvo excepciones, se acomodaron a la tranquilidad y seguridad de la “espera” y desarrollaron alergia por el riesgo que entraña la acción de adoptar decisiones, o lo que es lo mismo: acertar o equivocarse”.

“Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada definitivamente para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de las fuerzas productivas. Es una tarea de importancia estratégica y no es casual que esté recogida, de una u otra manera, en los 24 lineamientos del capítulo PRIMERO, “Modelo de Gestión Económica”.

Anteriormente, Raúl había dicho: “El incremento del sector no estatal de la economía, lejos de significar una supuesta privatización de la propiedad social, como afirman algunos teóricos, está llamado a convertirse en un factor facilitador para la construcción del socialismo en Cuba, ya que permitirá al Estado concentrarse en la elevación de la eficiencia de los medios fundamentales de producción, propiedad de todo el pueblo y desprenderse de la administración de actividades no estratégicas para el país".

"Ello, por otra parte, favorecerá que el Estado continúe asegurando a toda la población por igual y de manera gratuita, los servicios de Salud y Educación, protegerlos de forma adecuada mediante los sistemas de Seguridad y Asistencia Social, promover la cultura física y el deporte en todas sus manifestaciones y defender la identidad y la conservación del patrimonio cultural y la riqueza artística, científica e histórica de la nación”.

“El Estado Socialista tendrá entonces mayores posibilidades de hacer realidad el pensamiento martiano que preside a nuestra Constitución: “Yo quiero que la Ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.

“Corresponde al Estado defender la soberanía e independencia nacional, valores que enorgullecen a los cubanos y continuar garantizando el orden público y la seguridad ciudadana que distinguen a Cuba por ser uno de los países más seguros y tranquilos del mundo, sin narcotráfico ni crimen organizado, sin niños o adultos mendigos, sin trabajo infantil, sin cargas de caballería contra los trabajadores, estudiantes u otros sectores de la población, sin ejecuciones extrajudiciales, cárceles clandestinas ni torturas, a pesar de las campañas que sin prueba alguna constantemente se orquestan contra nosotros, ignorando con marcada intención que todas esas realidades son, en primer lugar, derechos humanos fundamentales, a los que ni siquiera se puede aspirar por la mayoría de los habitantes del planeta”.

LIBRETA DE RACIONAMIENTO E IGUALITARISMO

“… la canasta familiar normada, justificada en circunstancias históricas concretas, al haberse mantenido durante tanto tiempo, contradice en su esencia el principio de la distribución que debe caracterizar al socialismo, o sea, “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo” y esta situación debe ser superada".

"Al respecto, considero propicio recordar lo planteado por el compañero Fidel en el Informe Central al Primer Congreso del Partido el 17 de diciembre de 1975, cito: “En la conducción de nuestra economía hemos adolecido indudablemente de errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la realidad de que existen leyes económicas objetivas a las cuales debemos atenernos”. Fin de la cita.

“El problema que enfrentamos no es de concepto, radica en cómo, cuándo y con qué gradualidad lo haremos. La supresión de la libreta no constituye un fin en sí mismo, ni puede verse como una decisión aislada, sino como una de las principales medidas que será imprescindible aplicar para erradicar las profundas distorsiones existentes en el funcionamiento de la economía y la sociedad en su conjunto".

"A nadie en su sano juicio en la dirección de este país se le puede ocurrir decretar de golpe la eliminación de ese sistema, sin previamente crear las condiciones para ello, lo que se traduce en realizar otras transformaciones del Modelo Económico en aras de incrementar la eficiencia y la productividad del trabajo, de modo que se puedan garantizar con estabilidad niveles de producción y oferta de los productos y servicios básicos a precios no subsidiados y a la vez accesibles a todos los ciudadanos".

"Este asunto, lógicamente, guarda estrecha relación con los precios y la unificación monetaria, los salarios y el fenómeno de la “pirámide invertida”, que como se aclaró en el Parlamento el pasado 18 de diciembre, se expresa en la no correspondencia de la retribución salarial con la jerarquía e importancia de la labor desempeñada, problemáticas que se reflejaron en alta proporción en los planteamientos realizados".

En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio para las “terapias de choque” en contra de los más necesitados y que son, tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor firmeza, a diferencia de los paquetes de medidas que se emplean con frecuencia por mandato del Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones económicas internacionales en detrimento de los pueblos del Tercer Mundo e incluso, en los últimos tiempos, en las naciones más desarrolladas, donde se reprimen con violencia las manifestaciones populares y estudiantiles".

“La Revolución no dejará a ningún cubano desamparado y el sistema de atención social se está reorganizando para asegurar el sostenimiento diferenciado y racional de aquellos que realmente lo requieran. En lugar de subsidiar masivamente productos, como hacemos ahora, se pasará progresivamente al apoyo de personas sin otro sostén”.

“Este principio conserva total vigencia en el reordenamiento de la fuerza laboral, ya en marcha, para reducir las plantillas infladas en el sector estatal, bajo estricta observancia de la idoneidad demostrada, proceso que continuará adelante, sin prisas, pero sin pausa y su ritmo estará determinado por nuestra capacidad de ir creando las condiciones requeridas para su total despliegue”.

EL PAPEL DEL ESTADO Y DEL PARTIDO

“Ya el pasado 18 de diciembre expliqué ante el Parlamento, que debido a las deficiencias presentadas por los órganos administrativos del Gobierno en el cumplimiento de sus funciones, el Partido durante años se vio involucrado en tareas que no le corresponden, limitando y comprometiendo su papel.
Estamos convencidos de que lo único que puede hacer fracasar a la Revolución y el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo el futuro de la nación, es nuestra incapacidad para superar los errores que hemos cometido durante más de 50 años y los nuevos en que pudiéramos incurrir”.

“Lo primero que debemos hacer para enmendar un error es reconocerlo conscientemente en toda su dimensión y el hecho real es que, a pesar de que desde los primeros años de la Revolución Fidel diferenció con claridad los papeles del Partido y el Estado, no fuimos consecuentes en el cumplimiento de sus instrucciones y nos dejamos llevar por las urgencias y la improvisación”

“Qué mejor ejemplo que lo expresado por el líder de la Revolución en fecha tan temprana como el 26 de marzo de 1962, en comparecencia ante la radio y la televisión para explicar al pueblo los métodos y el funcionamiento de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), que antecedieron al Partido, cuando dijo:
“[...] el Partido dirige, dirige a través de todo el Partido y dirige a través de la administración pública. Un funcionario tiene que tener autoridad. Un ministro tiene que tener autoridad, un administrador tiene que tener autoridad, discutir todo lo que sea necesario con el Consejo Técnico Asesor (hoy Consejo de Dirección), discutir con las masas obreras, discutir con el núcleo, pero decide el administrador, porque la responsabilidad es suya [...]“. Fin de la cita. Esa orientación se impartió hace 49 años”.

“Existen conceptos muy bien definidos y que en esencia conservan plena validez para alcanzar el éxito en esta dirección, con independencia del tiempo transcurrido desde que Lenin los formulara, hace ya casi 100 años, los cuales deben ser nuevamente retomados, de acuerdo con las características y experiencia de nuestro país”.

“Muy vinculadas con estas concepciones erróneas están las deficiencias en la política de Cuadros del Partido, la cual también deberá ser objeto de análisis por la citada Conferencia Nacional. No pocas lecciones amargas nos han legado los desaciertos sufridos en este ámbito a causa de la falta de rigor y visión que abrieron brechas a la promoción acelerada de cuadros inexpertos e inmaduros a golpe de simulación y oportunismo, actitudes alimentadas también por el erróneo concepto de que para ocupar un cargo de dirección se exigía, como requisito tácito, militar en el Partido o la Juventud Comunista”.

“Esta práctica hay que abandonarla resueltamente y, salvo para las responsabilidades propias de las organizaciones políticas, la militancia no debe significar una condición vinculante al desempeño de puesto de dirección alguno en el Gobierno o el Estado, sino la preparación para ejercerlos y la disposición de reconocer como suyos la política y el Programa del Partido. Los dirigentes no surgen de escuelas ni del amiguismo favorecedor, se hacen en la base, desempeñando la profesión que estudiaron, en contacto con los trabajadores y deben ascender gradualmente a fuerza del liderazgo que sólo otorga ser ejemplo en el sacrificio y los resultados”.

“En este sentido, considero que la dirección del Partido, a todos los niveles, debe hacerse una severa autocrítica y adoptar las medidas necesarias para evitar la reaparición de tales tendencias. Ello, a su vez, es aplicable a la insuficiente sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la base del mérito y las condiciones personales”.

“No haber resuelto este último problema en más de medio siglo es una verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras conciencias durante muchos años, porque sencillamente no hemos sido consecuentes con las incontables orientaciones que desde los primeros días del triunfo revolucionario y a lo largo de los años nos impartió el compañero Fidel, porque además la solución de esta desproporción formó parte de los acuerdos adoptados por el trascendental Primer Congreso del Partido y los cuatro que le sucedieron y no aseguramos su cumplimiento”.

“Asuntos como estos, que definen el futuro, jamás deberán volverse a guiar por la espontaneidad, sino por la previsión y la más firme intencionalidad política de preservar y perfeccionar el socialismo en Cuba”

“A pesar de que no dejamos de hacer varios intentos para promover jóvenes a cargos principales, la vida demostró que no siempre las selecciones fueron acertadas. Hoy afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo del quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar tan pronto como concluya el Congreso”.

“A esto contribuirá, además, el fortalecimiento del espíritu democrático y el carácter colectivo del funcionamiento de los órganos de dirección del Partido y del poder estatal y gubernamental, al tiempo que se garantice el rejuvenecimiento sistemático en toda la cadena de cargos administrativos y partidistas, desde la base hasta los compañeros que ocupan las principales responsabilidades, sin excluir al actual Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros ni al Primer Secretario del Comité Central que resulte electo en este Congreso”.

La tarea emprendida está llena de dificultades.

“Estamos convencidos de que la tarea que tenemos por delante en este y en los demás asuntos vinculados a la actualización del Modelo Económico, está llena de complejidades e interrelaciones que tocan, en mayor o menor medida, todas las facetas de la sociedad en su conjunto y por ello sabemos que no es una cuestión a resolver en un día, ni siquiera en un año y que demandará por lo menos un quinquenio desplegar su implementación con la armonía e integralidad requeridas y cuando esto se logre, es necesario no detenernos jamás y trabajar en su perfeccionamiento de manera permanente para estar en condiciones de superar los nuevos retos que el desarrollo nos vaya dictando”
.
“Se podría afirmar, haciendo un símil, que cada cierto tiempo, en la medida que se modifique el escenario, el país debe confeccionarse un traje a su medida”.

“No nos hacemos ilusiones de que los Lineamientos y las medidas para la implementación del Modelo Económico, por sí solas constituirán el remedio universal para todos nuestros males. Se requerirá a la par elevar a planos superiores la sensibilidad política, el sentido común, la intransigencia ante las violaciones y la disciplina de todos, en primer lugar de los cuadros de dirección”.

“Lo anterior ha quedado evidenciado fehacientemente en las deficiencias presentadas en la instrumentación, en meses recientes, de algunas medidas puntuales, no complejas ni de gran envergadura, a causa de los obstáculos burocráticos y la falta de previsión de los órganos locales de gobierno, manifestados en la ampliación del trabajo por cuenta propia”.

Decimos nosotros: la Revolución Cubana está en la cruz de los caminos y el categórico discurso de Raúl Castro, por su claridad y contundencia, ahorra cualquier comentario.

Ruiz Pereyra Faget