jueves, 19 de noviembre de 2015

ARGENTINA: EL BALOTAJE DEL 22 DE NOVIEMBRE



La elección presidencial, en la República Argentina,  el próximo domingo, desborda ampliamente, el interés de los ciudadanos de ese país por su implicancia en las relaciones de fuerza actualmente en el mundo, ya que América Latina, que se esfuerza por romper su dependencia tradicional del imperio financiero norteño, podría salir fortalecida o debilitada.

El cambio que propone Mauricio Macri, es la vuelta a la política de Martínez de Hoz bajo la dictadura, y la de Domingo Cavallo, en el gobierno de Carlos Menem, que el ex Presidente, Raúl Alfonsín, denominó “la economía Casino”.

¿Em qué consiste esta política? Em abrir las fronteras al capital especulativo extranjero (“hot money”), sin ninguna limitación administrativa o impositiva, sobrevaluando la moneda nacional o eliminándola, creando la ilusión de que “somos un  país del Primer Mundo”. A la clase media, lamentablemente, le encanta el dólar barato, porque puede viajar sin restricciones de ningún tipo. Las consecuencias de esta política, son conocidas en todo el mundo y, en particular, en América Latina, por las crisis que ha acarreado: destrucción de la industria nacional y parálisis de las exportaciones de alimentos y materias primas, determinadas por la sobrevaluación de la moneda y el menor desarrollo tecnológico que anulan la competitividad en el mercado internacional.

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La Ley de Convertibilidad, de 1991., qie estableció el cambio de 1 peso x 1 dólar y que los argentinos eufóricos llamaron “la plata dulce”, diez años después había paralizado la economía. No quedaba otra alternativa  que devaluar con consecuencias catastróficas; en la actualidad, la situación cambiaria es diferente: existe un tipo de cambio, administrado por el Banco Central, de $A 9,50 que la autoridad monetaria corrige, aperiódicamente, de acuerdo a los precios de los productos agropecuarios exportables y de los precios internos, de modo de mantener el cambio real, asegurando el flujo del comercio exterior.

Desde el año pasado comenzaron a caer los precios de la soja y los cereales en el mercado mundial y este año la contracción se hizo general, incluyendo a la República Popular de China. Por otra parte, la inflación, en los últimos tres años ha sido constante por la política del gobierno –keynesiana-, de fortalecer permanentemente la demanda, y fortalecer la industria, el empleo y un activo mercado interno.

La economía argentina funciona, esencialmente, con recursos propios, Ek Banco Central defiende la moneda nacional con una mirada en la economía y no en la ganancia de las empresas extranjeras, como era el modelo Menem-Cavallo. Ello le ha permitido, junto con el sistema tributario, dirigir el crédito y la financiación de las pequeñas y medianas empresas, la recuperación por el Estado de las empresas y servicios sociales privatizados –incluyendo las jubilaciones y pensiones-, la universalización de las asignaciones familiares, la expansión de la investigación científico-tecnólogica y la creación de 40 universidades públicas.

Argentina no atraviesa una crisis económica. Tiene una tasa de desempleo del 6%, un presupuesto equilibrado,  una deuda externa del 40% del PIB, una balanza comercial favorable y reservas por 30 mil millones de dólares. La clase oligárquica tradicional, encabezada por la Sociedad Rural-, que ha ganado muchos dólares y los ha sacado del país por miles de millones, se queja porque han descendido sus ganancias y reclaman una macro devaluación ya que venden en dólares y pagan a sus peones con pesos devaluados y la eliminación de las retenciones que utiliza el gobierno para subsidiar el consumo y a las Pymes.

Este es el núcleo del programa de Macri. La macro devaluación de un 45% (15-16 pesos por dólar), llevará directamente a un abrupto aumento de los precios internos y la caída vertical de los salarios, echando por tierra los acuerdos de las paritarias. Para estabilizar el cambio flotante necesita un préstamo “Stand-by” del Fondo Monetario Internacional, sometiéndose -vía Carta de Intención-, a las políticas de ajuste que este impone para conceder sus créditos.

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Un país como Uruguay, con una economía más pequeña y más débil necesita, para exportar, mercados con monedas más fuertes. Cuamdo el “Real” de Brasil se devalúa, como está ocurriendo, nuestras exportaciones encuentran dificultades y el turismo también porque al brasilero de clase media le cuestan más nuestros productos. Lo mismo ocurre con Argentina a la que exportamos automóviles y motos encamblados aquí, con “kits” chinos y al turista de nivel medio le cuestan más caros nuestros balnearios. A ello se agregó la política argentina, impuesta por la fuga de capitales, de regular, administrativamente, las importaciones, para cuidar sus reservas monetarias, debilitadas por los golpes del mercado financiero.

Si Macri ganara el domingo y devalúa, llegando el precio del dólar de 9,50 a 15 o 16 pesos –cono le exige la Sociedad Rural-, Las dificultades para las exportaciones uruguayas y su turismo, serían aun mayores, obligando a nuestro gobierno a dejar subir el precio del dólar, sin intervención reguladora del Banco Central, de 30 pesos a más de 40.

Todo esto en un contexto internacional negativo donde se aprecian factores económicos y geopolíticos –el Medio Oriente y la rivalidad  agudizada entre Estados Unifdos y el bloque Rusia-China son un ejemplo-, pronosticando los especialistas un estancamiento de por lo menos dos años, y donde las maniobras monetarias estarám a la orden del día. Nuestra Asociación Rural estaría encantada, pero no así la Cámara Industrial y los trabajadores y jubilados con ingresos fijos.

Quiero ser claro cuando señalo “factores geopolíticos”. Hace una semana se reunió la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), en Riad, capital de Arabia Saudita, para discutir un acuerdo destinado a regular la producción, llevando el precio del barril de crudo a 70 dólares. Arabia Saudita se negó, quedando en evidencia que el precio actual, menor a 50 dólares, afecta gravemente la renta fiscal de países como Rusia y Venezuela.

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