lunes, 24 de mayo de 2010

EL CAPITALISMO MÁGICO



Marx explicó su naturaleza y desarrollo en el Tomo III de “El Capital”. Le llamó “capital ficticio”- Cuarenta años después, Lenin subrayó su carácter dominante en toda una écoca, monopólico y parasitario- Samir Amin, coincidiendo con Lenin, ha definido la época de comienzos de este Milenio como de “Enfermedad Senil del Capitalismo”. La vida ha confirmado el análisis teórico de Carlos Marx Hoy, nada menos que el “Financial Times!” habla de una “mutación” del sistema, donde la actividad financiera sustituye “mágicamente” el proceso de producción basado en la obtención de plusvalía (D-M-D’ cede su lugar a D-D’, de acuerdo a la tesis marxista).

La solución teórica y práctica

Los economistas del sistema dominante –que es el de la clase dominante- sostienen que con mayores controles del Estado sobre las operaciones financieras, el problema está resuelto. También hay ilusos que defienden la idea de trabar con impuestos la actividad de los especuladores. Tendrían que releer a Marx para conocer la verdad.

La solución, como argumentaban Marx y Lenin, es otra: el derrocamioento de esa clase dominante por una revolución social, pero el camino, como ha demostrado la historia del siglo XX, es muy tortuoso. Entre tanto, marcharemos de crisis en crisis cada vez más profundas. y el antagonismo social y la lucha de las masas oprimidas, será cada vez mayor.

Los cerebros del sistema financiero

El corazón del sistema son los bancos. Cuentan con el respaldo de los bancos centrales. Los bancos nunca pierden: si están al borde de la quiebra saben que tienen al banco central como prestamista de última instancia y crédito muy barato “para que se recuperen”. Los banqueros y los políticos vinculados a las finanzas defienden la “independencia” de los bancos centrales. Es una gran mentira para engañar a incautos. Los presidentes de los bancos centrales en los países capitalistas desarrollados y también en países dependientes, son hombres que han hecho su carrera en la banca privada. Se proclaman “defensores de la estabilidad monetaria” pero, en realidad, fomentan la especulación de los bancos a los cuales están ligados.

Es tal el poder que tienen los bancos centrales –y a través de éstos los banqueros- que a su cargo está toda la política monetaria, incluyendo emisión, tasas de interés, crédito. Dejan al gobierno la política presupuestal que, para que no interfiera la política monetaria, debe asegurar, rigurosamente, el equilibrio entre ingresos y gastos.

En Estados Unidos y en la Unión Europea, se da más crédito a la opinión del presidente de la Reserva Federal y al presidente del Banco Central Europeo, que a los propios gobernantes. Alan Greenspan, presidió la Reserva Federal desde la década de los 80` hasta el 2005. Sus declaraciones ante el Congreso eran recibidas como se provinieran de un oráculo sagrado y las cadenas internacionales de televisión se encargaban de difundirla en todo el mundo para que todos los países ajustaran sus políticas a las previsiones y “consejos” del augur.

En la Unión Europea el asunto es aún más complicado porque, por un lado existe el BCE que dirige toda la política monetaria de los países que la integran y que carecen de soberanía en la materia. El francés J.C. Trichet, que representa a los banqueros alemanes y franceses, es el augur. Detrás de él aparece, en segunda plano, la Canciller de Alemania, Ángela Merkel,

Políticas monetarias y contradicciones

Frente a la crisis económica y financiera que afecta a Estados Unidos, la Unión Europea y el Japón, que aportan el 60% del Producto Bruto Mundial, los bancos centrales siguen políticas monetarias aparentemente distintas aunque, en verdad, están unidas por el mismo objetivo: salvar al capitalismo financiero.

Estados Unidos, que cuenta con el privilegio de una moneda de alcance universal que ha perdido, desde la década de los 70’, todo contacto con la economía real, la política monetaria expansiva y el déficit presupuestal están orientados a debilitar al dólar para hacer su comercio exterior más competitivo y poner límites al crecimiento, hasta ahora imparable, de su déficit de cuenta corriente que es insostenible a largo plazo, según los economistas.

La Unión Europea, por su parte, dirigida por el Banco Central Europeo, exige a los países con grandes deudas y déficits fiscales –que son la mayor parte- que pongan sus cuentas al día, imponiendo una contracción violenta de los ingresos y servicios sociales de los trabajadores. El cálculo de los financistas de que sólo en estas condiciones el BCE podría comprar parte de su deuda, ha fallado porque nadie cree que este plan de “shock” violento pueda resultar sin provocar un estallido social. Y esta desconfianza, en el éxito del “Plan de Estabilización y Crecimiento”, ha provocado la caída del euro, frente al dólar, de un 30% en pocos meses.

El Japón

En Japón, a su vez, padece el estancamiento económico, con altibajos, desde 1987 lo que, en las condiciones actuales del mundo, estaría marcando, también, su inexorable declinación como tercera gran potencia económica.

El imperialismo nipón fracasó en su intento de colonizar a China en el período 1936-1945 y al ser derrotado por el imperialismo norteamericano, en 1945, quedó sometido a las reglas que este le impuso. Su industria automovilística, de transportes y de bienes intermedios, a las que fue incorporando las tecnologías más avanzadas, tuvo como destino principal, el mercado de Estados Unidos. Pero la productividad en la agricultura y en la industria no manufacturera, a cargo de pequeñas y medianas empresas, cuya producción está dirigida al mercado interno, ha sido baja y subsisten por la elevada protección del Estado.

En la década de los 60 la economía japonesa creció a un ritmo febril del 10% anual. En la década siguiente las grandes corporaciones industriales y financieras eran importantes exportadores de capital directo y especulativo. Sus destinos fueron Estados Unidos y países asiáticos como Corea del Sur, Indonesia y Malasia. La rápida acumulación de dinero encontró, en la esfera interna, una vía de aplicación en la especulación inmobiliaria. Ésta se desplomó en 1987, iniciándose una inflexión en el proceso económico, creciendo los gastos del Estado en el salvataje de bancos, subsidios y previsión social.

La competencia de China y otros países asiáticos en las exportaciones al mercado norteamericano, intensificada a partir de los 80, es la causa principal de este estancamiento. No obstante, Japón acumula grandes reservas monetarias que provienen de sus exportaciones y de sus inversiones en el e4xtranjero. El envejecimiento de la población y la inseguridad en el futuro, motiva que los japoneses sean reacios al consumismo, siendo sus cuentas de ahorro muy abultadas. La necesidad de asegurar los servicios sociales básicos y los subsidios a la agricultura han llevado el endeudamiento del Estado al 200% del PIB y al consiguiente déficit fiscal. La política seguida por los gobiernos japoneses para mantener el equilibrio macroeconómico, es la inyección permanente del Banco Central de crédito a los bancos con tasas de interés próximas a cero. Con este dinero, los bancos compran los bonos de deuda del Estado, financiando el déficit presupuestal, modernizan sus plantas industriales exportadoras e invierten en el extranjero, alcanzando así amplios superávits en las balanzas comercial y financiera. La debilidad de su mercado interno y las restricciones del consumo norteamericano, están afectando sustancialmente el éxito de la política seguida en estos últimos veinte años. En el 2009, por primera vez en muchas décadas, la balanza comercial de Japón con Estados Unidos ha sido deficitaria.

Un cambio de época

La inestabilidad de las principales monedas –el dólar, el euro y la libra esterlina- y de las bolsas son jauja para los grandes especuladores financieros, pero también un indicador de la agonía del sistema.

El eje del capitalismo que tuvo como protagonistas principales a Inglaterra, en el siglo ZIX y a Estados Unidos en el siglo XX, al que se sumaron, después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Europea y el Japón, entra en declinación progresiva y se desplaza hacia Oriente.

En este período se acentuarán las crisis económicas y aumentarán las tensiones políticas. El marco político mundial cuyo escenario principal es la Organización de las Naciones Unidas, será reestructurado, así como el sistema monetario. Pero estos cambios serán tenazmente resistidos por las potencias que hoy tienen la hegemonía

América Latina, por su menor desarrollo relativo y la precariedad de su proceso de integración, tratará de ser dividida por las políticas coordinadas de Estados Unidos y la Unión europea, acompañadas por las oligarquías nacionales que sólo buscan beneficios inmediatos. En consecuencia, no hay que alimentar ilusiones exageradas de sostener que mientras las economías de Estados Unidos, la Unión europea y Japón se hunden, vamos a escapar de la violencia de ese impacto. Brasil será el primero que lo recibirá y tras él le seguirán Argentina y el resto del continente.

Estas son algunas de las lecciones que nos ha ofrecido la convulsa historia contemporánea.

Ruiz Pereyra Faget

viernes, 7 de mayo de 2010

LA CRISIS GRIEGA PROYECTA UN EFECTO DOMINÓ SOBRE EL RESTO DE LA ZONA DEL EURO

Desde que la moneda europea empezó a circular, el 1º de enero de 2002 eliminando a las monedas nacionales, hasta los más pesimistas apostaban a un desarrollo rápido y pujante de la vieja Europa Occidental. Pero la economía capitalista tiene sus leyes que son inexorables y, entonces, tras el auge y la gran especulación –generalmente inmobiliaria-aparecen las sorpresas que ni sus más renombrados garúes podían imaginar.

Telón de fondo

“La caída del comercio fue un hecho histórico sin precedentes desde el fi nal de la Segunda Guerra Mundial, tanto por su celeridad como por su magnitud y por el alto grado de sincronización entre los países”, expresa el Informe Anual 2009 del Banco Central Europeo.

“El principal factor determinante del desplome del comercio fue la fuerte contracción de la demanda mundial. La actividad económica mundial sufrió una brusca caída, registrándose
descensos del nivel del producto del 1,2% en el cuarto trimestre de 2008 y del 1,4% en el primer trimestre de 2009. Sin embargo, los volúmenes de comercio se redujeron mucho más de lo previsto dada la magnitud de la contracción general de la demanda final, lo cual puede explicarse, en parte, por una serie de factores”, sostiene el Informe.

Ya, en el último trimestre de 2008, la quiebra del banco de inversiones, Lehman Brothers, arrastró a numerosos bancos europeos. Algunos fueron salvados por el Banco Central Europeo, otros se fusionaron, otros quebraron y otros fueron nacionalizados. Pero el derrumbe del dólar y la resistencia del Comité del BCE de acompañar a la Reserva Federal en la reducción de las tasas de interés, dotaron de mayor poder al euro. Muchos lo vieron como opción al dólar como moneda universal de reserva. El 15 de julio del 2008 llegó a cotizarse a 1,60 por dólar. En las últimas semanas, el debilitamiento del euro es notorio –su relación con el dólar está por debajo de 1,30 y, si las cosas siguen como están planteadas, le esperan días sombríos.

Grecia

En estos días la ventana de entrada del ventarrón violento de la crisis económica y financiera, que está provocando una explosión social, es Grecia. Este país está gobernado desde octubre por el Partido Socialista /PASOK), cuyo líder y Primer Ministro es Georges Papandreu, el tercero de una dinastía de políticos con ese apellido de la postguerra. Su consigna electoral fue que los trabajadores “no pagarían la crisis”.

La economía de este país, dentro de la Eurozona, constituida por 16 países, es muy pequeña: apenas un 2% de su Producto Interno Bruto. ¿Qué es lo que la hace, entonces, peligrosa? En primer lugar, los equilibrios macroeconómicos negativos de otros países, como Portugal, España, Irlanda, Bélgica e Italia y las “soluciones” que el capitalismo financiero parasitario que domina la economía mundial, ofrece para superarla.

Los datos gruesos de la situación económica de Grecia son: Un Producto Interno Bruto (PIB) de 250 mil millones de euros; un déficit fiscal del 14% del PIB, una deuda pública (300 mil millones de euros) equivalente a un 120% del PIB (en los dos últimos años ha crecido a una tasa anual del 10%) y un déficit de Cuenta Corriente (movimiento comercial y financiero externo) del 10% del PIB. Las causas de este panorama es la caída en el 2009 de su comercio exterior, el desempleo que le siguió y la abrupta reducción de la demanda. El desempleo fue muy marcado en la construcción y en la industria manufacturera. The Economist, de Londres, estima que en el 2014, la relación deuda/PIB será de un 150%. La población de Grecia es de 11 millones de habitantes y su Producto Per Cápita, 22.700 euros (29.300 dólares).

La “solución” que plantean el BCE y el FMI, es un programa económico contractivo (deflacionario) (reducción y congelación de salarios y jubilaciones; eliminación del aguinaldo, reducción del 50% del funcionariado municipal, elevación de la edad jubilatoria, aumento al 23% del IVA). Con estas medidas, el gobierno griego se compromete a reducir 11 puntos porcentuales el déficit presupuestal, en tres años, bajándolo a un 3%.

Decimos que es un programa deflacionario porque a cualquier país de la Zona Euro le está vedado el manejo de la moneda pues es una competencia del Banco Central Europeo, lo cual elimina cualquier posibilidad de una devaluación. A cambio del plan propuesto por Papandreu, el BCE y el Fondo Monetario Internacional, le prestan al gobierno griego 110 mil millones de euros, a un interés del 5% anual, para cumplir con sus obligaciones financieras. El 40% de la deuda es con bancos alemanes y franceses.

España

Los datos macroeconómicos varían en España, Portugal, Irlanda o Italia así como la participación interna y externa de los acreedores.

España tiene un PIB de 1 billón 300 mil millones de euros y un Producto Per Cápita de 22.480 euros. Es la quinta economía, en tamaño absoluto de la Eurozona. Su fuerza laboral activa es de 23 millones de trabajadores y tiene un 20% de esta fuerza (4 millones), desocupada. El 73% de sus exportaciones son a la Unión Europea y mantiene un déficit comercial total del 8%. Su deuda externa, pública y privada es de 1 billón 700 mil millones de euros y la relación con el PIB es del 131%. Un dato importante es que sólo el 20% de esta deuda es pública

Durante 18 años, España ha tenido, al igual que toda la zona euro, un largo período de prosperidad que se volvió negativo en la segunda mitad del 2008. Explotó, entonces, la enorme burbuja inmobiliaria –buena parte de estas inversiones especulativas con de origen alemán- paralizándose la construcción. En dos años, la desocupación obrera pasó del 9 al 20%. El déficit fiscal es del 11% del PIB. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento Económico de la Zona Euro, establece un límite máximo del 3% de este déficit.

El Gobierno ha aprobó el 29 de enero un Plan de Sostenibilidad de las cuentas públicas, que contempla un recorte del gasto de 50.000 millones de euros para el conjunto de las administraciones públicas entre 2010 y 2013. La reducción prevista para este año es el equivalente al 0,5% del PIB. Estos cortes afectarán los salarios, los servicios sociales. También se aumentará la edad para el retiro jubilatorio.

El sistema bancario español es relativamente sólido y el Banco de España ha obligado a aquellos a mantener una caja de seguridad para resistir una eventual fuga de capitales. El hecho de que la deuda pública externa sea manejable, favorece esas medidas de prevención. El gran tema es cómo reactivar la economía, sin inversiones privadas y con un déficit fiscal de la magnitud del señalado. La Bolsa de Valores está en caída libre, expresión de la falta de confianza de los inversores en el futuro del país.

Italia

Italia es, a su vez, la tercera economía de la Eurozona, según el Banco Mundial, con un Producto Interno Bruto de un billón y medio de euros. Su deuda externa es de 1 billón de dólares equivalente a un 52% del PIB. Su balanza comercial es positiva, su tasa de desocupados es de un 8.5% de la fuerza laboral activa: 27 millones de trabajadores. No obstante, la OCDE estima que la desocupación superará en el 2010, el 10% y la deuda pública externa llegará al 110% del PIB. En el 2009, el PIB cayó un 5.3%. El 65% de la fuerza laboral está en el sector servicios. El déficit fiscal alcanza al 6% del PIB.

Otros países europeos con elevados desequilibrios fiscales son: Irlanda, 14%; Noruega, 9.7%; Polonia, 7.5%; Reino Unido, 11.4%; Rumania, 8.3%; Portugal, 9.4%. Todos se aprestan a poner en marcha políticas contractivas realimentando un círculo vicioso de duros recortes presupuestales que pagarán los trabajadores con desocupación y reducción de los salarios y al mismo tiempo, la incapacidad del Estado de ponerse al frente de la inversión, por falta de recursos monetarios que solo poseen el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, así como del nivel del endeudamiento público alcanzado. De esta manera, la Unión Europea y el Reino Unido han entrado en un profundo período de recesión.

Alemania tiene la batuta

El liderazgo incuestionable de la Eurozona lo tiene Alemania. Su economía ocupa el primer lugar en la región y el cuarto en el mundo. En consecuencia, recae sobre ella el peso fundamental de las decisiones. Las encuestas revelaron que el 60% de los alemanes se oponen a concederle el préstamo que solicita Grecia, aconsejando a Papandreu que abamdone el euro- El gobierno alemán acompañaba este estado de opinión pero recibió intensas presiones de otros países de la Zona e incluso de Estados Unidos accediendo finalmente pero estableciendo severas condiciones y formulando advertencias sobre su posición futura frente a situaciones similares. Procuró y logró la participación del Fondo Monetario Internacional y que los préstamos a Grecia fueran contratos bilaterales entre varios países de la zona del Euro.

“Europa está mirando hacia Alemania, expresó la canciller, Ángela Merkel” en su intervención del 5 de mayo en el Parlamento. “Sin nosotros o contra nosotros no puede haber ninguna decisión que sea económicamente viable y que satisfaga los requerimientos tanto a nivel del derecho europeo como del derecho nacional”. Y agregó: “Un buen europeo no es necesariamente el que ayuda rápido, un buen europeo es quien está atento a los tratados europeos y al derecho nacional para que la estabilidad de la zona del euro no experimente daños. Aludía, evidentemente, a los Estados que no cumplen con las pautas macroeconómicas del Pacto de Estabilidad de Maastricht que son: 1) Inflación hasta un 1% por encima del promedio de los tres países con inflación más baja; 2) Deuda Pública no superior al 60% del PIB; 3) Déficit fiscal no superior al 3% del PIB.

Seguidamente advirtió: “Europa está en la encrucijada. Europa debe decidir si quiere seguir en el camino del pasado, aquel en que no se mencionó a los problemas por su nombre, no fueron abordados en forma consecuente y se esperó que las cosas se arreglaran de alguna manera y que todo seguiría su curso”.

Los próximos meses nos mostrarán las múltiples contradicciones que estallarán en la Unión Europea que, por la carencia de un centro político de decisiones, independiente de los Estados miembros, harán olvidar las dificultades que ha tenido y tiene Obama, con un Poder Ejecutivo fuerte, de imponer controles al todopoderoso sistema financiero dominante.