martes, 22 de marzo de 2011

PORQUÉ LOS PAÍSES IMPERIALISTAS QUIEREN DERROCAR A GADDAFI

Por Julio César Centeno

Fuente: http://lapolillacubana.blogcip.cu/2011/03/16/%C2%BFpor-que-occidente-quiere-derrocar-y-asesinar-a-gaddafi/


El coronel Gaddafi nació en una tienda tribal beduina un 3 de septiembre en 1942. Se graduó de abogado a los 21 años de edad. Luego estudio en la Real Academia Militar de Sandhurst, Inglaterra, y en la Academia Militar Helénica de Grecia.

En 1969, a los 27 años de edad, derrocó al rey Idris, un tirano impuesto por Inglaterra y Francia. Declaró querer ser “el Che Guevara del oriente medio“. Al año siguiente ordenó la expulsión de las bases militares extranjeras de territorio libio. Estableció el llamado “socialismo islámico” por medio del cual se buscaba una democracia directa: el gobierno de las masas a través de consejos populares y comunas. Se creó así la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.

La Yamahiriya: estado de las masas, es un híbrido de Islam, socialismo y democracia directa, ideología que proclama en su Libro Verde. Se estableció un Congreso General del Pueblo, con Gaddafi como su Secretario General.

Nacionalizó las empresas petroleras y expulsó a los funcionarios norteamericanos, británicos e italianos que habían dominado y vejado al país durante décadas. Libia era la sede de la base militar aérea mas grande de los Estados Unidos en el norte de África: Wheelus Air Base. El pentágono mantenía una base para el lanzamiento de misiles a sólo 25 kilómetros de Tripoli.

Nunca se lo perdonaron. Fue inmediatamente catalogado como enemigo de los Estados Unidos. Libia fue señalado como un estado paria por defender su derecho a la autodeterminación y la autonomía. Las cosas empeoraron aun mas por el papel protagónico de Gaddafi en el embargo petrolero de 1973 contra los Estados Unidos y por su cooperación con la Unión Soviética.

Fue un ferviente seguidor del destacado dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser, especialmente en su lucha por la unión de los pueblos árabes en una gran Nación Árabe. Defendió la nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto. Firmó con Nasser la llamada Carta de Trípoli, donde se concretan acuerdos de cooperación militar, estratégica y económica entre Egipto y Libia.

Con la muerte por envenenamiento de Nasser en 1970, Gaddafi tomó el liderazgo del pan-arabismo. Dos años después se anuncia la creación de la Federación de Repúblicas Árabes, integrada entonces por Siria, Egipto, Irak y Libia. Fue también uno de los mas destacados líderes de la Organización de Países No-Alineados.

Gaddafi ha apoyado sin vacilación la causa Palestina durante décadas. En 1972 anunció que Libia apoyaría, entrenaría y financiaría a cualquier árabe dispuesto a defender la causa Palestina. Fue inmediatamente catalogado como “terrorista”.

A partir de entonces llovieron acusaciones sobre su participación o apoyo en numerosos atentados terroristas en Roma, Viena, Berlín, Chad, Filipinas, Egipto. Se le acusó de ser el principal punto de apoyo de uno de los terroristas mas connotados de la época: el venezolano Carlos Illich Ramírez, ”El Chacal”. Carlos fue capturado en 1994 y cumple desde entonces una condena a cadena perpetua en la prisión La Santé de Paris.

Como es costumbre contra cualquier jefe de estado que se rebele contra el orden internacional impuesto a los países en desarrollo después de la segunda guerra mundial, se le acusó de participación en el narcotráfico, de fomentar el terrorismo, de desarrollar armas de destrucción masiva, de apoyar a las FARC en Colombia, al IRA (Ejército Republicano Irlandés), a la ETA en España, a Hizbolla en Líbano, a Hamas y otros “terroristas” palestinos. El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, se refería a él como “el perro rabioso del desierto“.

El gobierno norteamericano trató varias veces de derrocarlo. En agosto de 1981 la revista Newsweek dio a conocer un plan presentado por el director de la CIA al gobierno norteamericano para asesinar a Gaddafi. Días después dos aviones de guerra norteamericanos atacaron dos aviones Sukhoi libios en espacio aéreo libio. Los aviones norteamericanos habían despegado del portaviones John Kennedy, estacionado frente a las costas libias de mar mediterráneo.

En 1986 Ronald Reagan ordenó el bombardeo de las principales bases militares y edificios gubernamentales en las ciudades de Trípoli y Benghazi, en un intento por asesinar a Gaddafi e incitar la sublevación popular. Los aviones despegaron desde bases norteamericanas en Inglaterra. En el bombardeo murió una de sus hijas menores, Jana, y docenas de oficiales de su entorno mas cercano. El crimen quedó impune.

Libia fue rápidamente convertido en un estado paria. Durante los siguientes 10 años el coronel Gaddafi se convirtió en el Osama Bin Laden de la época. Libia fue cercada. Se le impuso un embargo comercial para forzar el derrocamiento de Gaddafi, similar al que ha padecido Cuba por mas de 50 años.

Fue acusado de ordenar la colocación de una bomba en un avión comercial Boeing 747 de la principal línea aérea de los Estados Unidos para entonces: Pan American. El avión explotó en el aire en diciembre de 1988 sobre la población de Lockerbie, Escocia. Murieron 259 personas que viajaban en el avión y 11 ciudadanos de Lockerbie. Luego de un largo proceso de negociación, en 1999 Gaddafi entregó a la justicia escocesa a los dos ciudadanos libios acusados de haber colocado los explosivos.

En 1997 Nelson Mandela tuvo la valentía de visitar a Gaddafi en Trípoli, para denunciar la injusticia que se cometía contra ese pueblo por su rebeldía y su intento de decidir su propio destino. Mandela sabía por experiencia propia lo que era ser acusado de crímenes sin que existieran pruebas sobre ellos y sin derecho a la defensa. Había sido liberado de la cárcel 7 años antes, después de 27 años de prisión por su rebeldía ante el régimen discriminatorio de la población negra de Sur África por parte de una minoría blanca de origen europeo. Visitó a Gaddafi siendo el primer presidente de raza negra y el primer presidente electo democráticamente en Sur África.

Su visita fue seguida por la del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, de origen Africano. Libia aceptó cancelar 2.700 millones de dólares en compensación a familiares de víctimas de atentados terroristas de los que se acusaba a ciudadanos libios, aunque sin reconocer culpabilidad de la nación Libia. Se levantaron las sanciones internacionales que pesaban sobre el país.

En el 2008 el presidente Bush deja sin efecto las sanciones unilaterales que había impuesto Estados Unidos contra Libia, retirándola de la lista de “estados que apoyan el terrorismo”.

Las transnacionales petroleras se abalanzaron sobre Libia en busca del control de los gigantescos yacimientos de su codiciado petróleo liviano. Lo mismo hicieron los perros de la guerra, ofreciendo armas, desde sofisticados aviones de combate hasta fusiles, ametralladoras y municiones. Muchos se jactaron de haber finalmente obligado a Gaddafi a ceder en sus posiciones radicales.

Ese mismo año Gaddafi recibió la visita de Condoleezza Rice, secretaria de Estado del gobierno norteamericano. Luego desfilaron por Trípoli los jefes de estado de los países que se proclaman dueños del planeta: el primer ministro británico, Tony Blair, seguido por su remplazo Gordon Bown, el presidente de Francia, Sarkozy, el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El rey Juan Carlos de España, y Rodríguez Zapatero se humillaron ante él en el 2009 para venderle 3.500 millones de euros en armas.

(El texto completo puede leerse en el sitio web indicado arriba)

lunes, 14 de marzo de 2011

URUGUAY - EL MODELO OLIGÁRQUICO-IMPERIALISTA

Después de la Paz de la Unión (1851), que puso fin a la Guerra Grande, el capitalismo comercial, pasó a ser la primera forma de acumulación capitalista del país, fruto de los intereses compartidos con Inglaterra, primera potencia mundial en esa época, luego de la derrota de Napoleón, en 1815. Los poderosos comerciantes de Montevideo, se apoderaron de las finanzas del Estado, como garantía de sus créditos al Gobierno de la Defensa, saldaron parte de esos créditos con las mejores tierras del sur y el oeste del país y fundaron el Banco Comercial, en 1857, primer banco del Uruguay. Así se constituyó una oligarquía que reunió los tres negocios que alimentaban la economía nacional –la producción agropecuaria, el comercio internacional y la banca y cuya figura emblemática podría ser Juan D. Jackson.

Las guerras civiles entre colorados y blancos y los motines militares, en toda la segunda mitad del siglo XIX, multiplicaron las deudas del Estado que fueron saldadas, en gran medida por las cuantiosas extensiones de tierras públicas que fueron pasando a manos privadas hasta desaparecer. Eduardo Acevedo, en su estudio sobre la deuda pública, realizado a finales del siglo XIX, sostenía que si el Estado hubiera conservado esas tierras y las hubiera puesto bajo el régimen de enfiteusis, los rendimientos del canon le habrían permitido excluir cualquier otro tipo de impuesto. A este argumento habría que agregar que el Estado hubiera podido impulsar la colonización de una manera planificada, con el campesinado que emigraba del sur de Italia y del norte de España. El resultado económico de las guerras entre colorados y blancos, en cambio, fue el reparto y el monopolio privado de la tierra que es el peor de todos los monopolios porque la tiera es un bien de la naturaleza que no puede reproducir el trabajo de los humanos.

Al imperio inglés le interesaba proteger esta estructura que le proporcionaba materia prima para su industria manufacturera de textiles y que a su vez era consumidora de su industria y de sus servicios como ferrocarriles, agua y telégrafo.

El denominado por los historiadores “Período Militarista”(1875-1886), es, por sus contenidos, obra de la oligarquía y el imperialismo inglés, dotando al Estado de un poder militar decisivo, que carecía hasta ese momento, para afirmar la propiedad privada de la tierra y la continuidad del comercio, que la frecuencia de las guerras civiles desarticulaba.

En un país con esta configuración monopólica de la tierra no podía dar cabida al aluvión de campesinos inmigrantes procedentes de Europa. Se radicaron en los centros urbanos, dedicándose una parte a los diferentes oficios y al pequeño comercio interno. El desarrollo de esta actividad y su superación, exigían una política activa del Estado en los campos económico y educacional. La oligarquía era liberal; para un país sin industrias, la protección del Estado era indispensable, así como el control del ahorro y la orientación del crédito. A estos objetivos apunta el nacional reformismo batllista impulsado vigorosamente a partir de 1911.

La oligarquía se opuso a este proyecto. En 1912, el Partido Colorado se dividió al fundar Pedro Manini Ríos la fracción “Riverista”, opuesta al “Batllismo” y, en 1915, la Asociación Rutal promovió la unificación de todo el ruralismo, creando la Federación Rural. Entre sus fundadores se encuentran Domingo Bordaberry, Pedro Manini Ríos, Luis Alberto de Herrera y José Irureta Goyena.

Importantes corrientes dentro del battlismo eran partidarias de la reforma agraria. En 1913, el joven Maestro de Conferencias, Carlos Vaz Ferreira, trató el tema desde la cátedra recién creada por una ley cuyo autor fue el Presidente Batlle y Ordóñez.

No obstante, la reforma agraria no prosperó ya que Batlle y Ordóñez prefirió conciliar con la fracción riverista, recurriendo al “gran acuerdo colorado” porque consideraba peor la eventualidad de un triunfo del Partido Blanco, particularmente su fracción saravista que, después de la muerte del caudillo (1904), pasó a ser dirigida, unos años más tarde, por Luis Alberto de Herrera.

En este contexto, el desarrollo económico del Uruguay dependía de los precios internacionales de la lana y la carne. Las políticas internas del batllismo de estímulo a la industria sustitutiva de importaciones y la gratuidad de la enseñanza en sus tres niveles (1916), produjeron un fuerte crecimiento de las capas medias que aumentaron el consumo interno y externo que la provisión de divisas de las exportaciones, limitadas por el monopolio de la tierra, no podían cubrir. La crisis económica mundial de 1929, reveló la profunda contradicción de la economía uruguaya. El golpe de Estado oligárquico del 31 de marzo de 1933, respaldado por el riverismo y el herrerismo, fue la respuesta. Una crisis más dura fue la que arrancó con la Paz de Corea de 1953, y se profundizó con la política del Partido Blanco en 1959 y el Pachecato, entre 1967 y 1971, que desembocó en el Golpe de Estado Militar-Oligárquico del 27 de junio de 1973.

Como señalamos en el artículo anterior de este Blog, el Frente Amplio nació con un programa concreto anti-oligárquico y anti-imperialista: reforma agraria, nacionalización de la banca y del comercio exterior, eran sus puntos medulares. Recogía en esta forma, lo que la historia y la realidad enseñaban.

La dictadura oligárquico-militar de 1973 era encabezada por un hombre emblemático de estos hechos que estamos exponiendo -Juan María Bordaberry, hijo de Domingo Bordaberry y poderoso terrateniente. El problema que tenía por delante era, obviamente, cómo restablecer el poder de la oligarquía, sacudido por violentas conmociones sociales de una sociedad que no era la del siglo XIX. Contó para ello, con el asesoramiento del Fondo Monetario Internacional., síndico del imperialismo.

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El modelo “Mundell”

El asesor de este organismo fue Robert Mundell, un economista canadiense que obtuvo más tarde, el Premio Nobel de Economía (1999). A Mundell, la dictadura le asignó un despacho en el Banco Central para el asesoramiento de su directorio. La Revista “Búesqueda”, publicó, en su Nº 54, de diciembre de 1976, una conferencia que pronunció en la Sala de Actos del Banco, el 27 de agosto de 1976, donde expone la “solución” para la crisis uruguaya a partir de su “Teoría de los dineros dominantes”.

Para Mundell, la crisis endémica de la economía uruguaya, se originaba en la Balanza de Pagos, permanentemente deficitaria. Los pagos internacionales se hacen con dólares y era la carencia de éstos, en cantidades voluminosas, la que provocaba las devaluaciones y la inflación que llegó a superar el 100% anual. ¿Cómo resolver el problema? El “consejo” del FMI fue: atar el peso al dólar, liberar la tasa de interés, establecer el secreto bancario y la banca offshore y la sustitución del Banco Central como conductor de la política monetaria por el volumen de dólares en plaza que sería el que determinaría la magnitud de la circulación monetaria.

Los argumentos de Mundell, en respaldo de su propuesta, eran dos: a) una moneda de una economía pequeña como la uruguaya siempre estará expuesta a las manipulaciones de economías y monedas más fuertes. Expresaba: “Yo sostengo la teoría de los dineros dominantes…Un país pequeño no puede tener una moneda independiente…porque su moneda puede ser comprada por una empresa grande y luego de hacer transacciones con ella, venderla, provocando un caos económico…La moneda de un país es una función del alcance de su área económica…y hoy la moneda que reúne esas características es el dólar que es estable y fuerte. En Estados Unidos ninguna gran empresa domina al gobierno”. A continuación, Mundell ilustraba su teoría de los dineros dominantes, con esta imagen: “Imaginen ustedes un lago pequeño y otro muy grande y que en cada uno de ellos tiran un guijarro de igual tamaño. En el más pequeño, el mismo va a salpicar mucho, pero no va a causar mucha impresión sobre el lago grande. Algo similar sucede con toda perturbación monetaria de cierta entidad” (p. 36).

El dólar era la moneda más fuerte y por lo tanto el peso debía colocarse bajo la protección de la moneda norteamericana; b) el Uruguay tenía una ubicación geográfica excepcional, entre dos economías más grandes –Brasil y Argentina- y una situación financiera sólida sería un atractivo para los capitales de ambos países que buscaran seguridad frente a los vaivenes económicos y políticos de nuestros vecinos. Mundell dijo al respecto: “En el Uruguay existen problemas pero hay ciertas ventajas comparativas, además de las ventajas de sus recursos, de su producción, de su pesca, del nivel educacional de su población, entre otras, que parecen haberse combinado para constituir una isla de libertad (en ese momento la dictadura practicaba su más alto nivel represivo! – Nota del autor)), en medio de Estados que son más grandes y más inestables desde el punto de vista financiero. Y cuanto mayor sea esa inestabilidad en el Brasil y en la Argentina, mayor , será la estabilidad en el Uruguay y más numerosas las ventajas que ello le reportará al país, puesto que de ese modo pasará a ser diferente el papel que le corresponderá desempeñar al mismo y se crearían los ingredientes necesarios para la formación de un centro financiero o de un sub-centro financiero de Nueva York, por supuesto, que es el centro de los capitales mundiales como Londres es el centro del capital europeo. Dicho sub-centro podría convertirse en uno de los centros estables más importantes de América Latina” (pp. 40 y 41 de la publicación citada).

La subordinación del peso al dólar permitiría reducir la inflación y ubicar los precios internos y las tasas de interés a los niveles que marcaba el dólar, decía en otra conferencia, difundida por “Búsqueda”, otro asesor que el FMI le puso a la dictadura, el economista, Harry Johnson. En esta intervención, Johnson explicó detalladamente el funcionamiento de la política monetaria, según el “Enfoque monetario de la Balanza de Pagos”

Las ideas de Mundell encontraron eco en el gobierno dictatorial, alentado frenéticamente por el grupo de financistas del Opus Dei que tenía como vocero el mensuario “Búsqueda”. El Ministro de Economía, Alejandro Végh Villegas, liberó en 1974 la tasa de interés y, en 1978, su reemplazante, Valentín Arismendi, ató el peso al dólar en un sistema levemente deslizable conocido como el “crowling peg” y popularmente como la “tablita”. Previamente, (1977) por decreto-ley el sistema financiero adoptaba el secreto bancario y establecía la banca “offshore” (“fuera de la costa”). Uruguay se convirtió de esta manera en un paraíso para capitales negros de todo origen y con una banca privada macrocefálica, desproporcionada para el monto de los negocios y portadora de “plata dulce” que llevó a un gran endeudamiento en dólares del consumo y del sector productivo. Todo este castillo ficticio –que Mundell consideraba excepcional para Uruguay- se derrumbó en noviembre de 1982. El error del economista canadiense era que apostaba todas las cartas al sector financiero sin tener en cuenta la economía real. Contrariamente a su razonamiento no era la inestabilidad de Brasil y Argentina la que aseguraba la estabilidad uruguaya sino al revés, porque cuando las exportaciones a esos países se frenan por la sobrevaluación de nuestra moneda, en ese punto, todo el sistema financiero se desmorona.

La dictadura, bajo el empuje de algún sector militar y empresarial, intentó aumentar el comercio y el ingreso de divisas “genuinas”, desarrollando la explotación de otros rubros del agro como el arroz. Esta línea de exportación se agregaba a la tradicional de la lana y la carne. Las condiciones políticas no permitían el desarrollo del turismo que había sido una línea de exportación de servicios en la estación veraniega. No obstante el modelo oligárquico iba adquiriendo su fisonomía: agroindustrias, refugio financiero y turismo.

La crisis de 1982 que, un año antes, había precedido el derrumbe de la economía argentina que también había atado su moneda al dólar, dejó como resultado financiero, una enorme deuda del Estado que compró las “carteras pesadas” de los bancos privados y provocó una violenta contracción de la economía. Cuando en 1985, el país recupera sus instituciones democráticas, el gobierno colorado no insiste con la “tablita” pero mantiene la concepción de plaza financiera. (secreto bancario y banca offshore). Los mismos objetivos se pueden alcanzar con un tipo de cambio flotante, con el agregado que el Banco Central recupera su manejo de la política monetaria.

La fragilidad del modelo financiero reclamaba una línea comercial externa más firme. En 1987, el gobierno del Dr. Sanguinetti promueve la ley de forestación, cuyo destino final, al cabo de 15 años de desarrollo de los montes de eucaliptus era la fabricación de pasta de celulosa. Con la incorporación de esta línea de exportación, agregada a la lana, la carne, el arroz y los lácteos (encabezada por CONAPROLE, creada en 1936 por el régimen de Terra y Luis Alberto de Herrera), la balznza de pagos adquiría una solidez, verosimilmente sostenible, dado el pujante desarrollo de los grandes mercados asiáticos, especialmente China, y Brasil en América Latina. La caída de la dictadura en Argentina, le devuelve, asimismo, al turismo su pujanza histórica.

EL FRENTE AMPLIO MANTIENE LA ESTRUCTURA

OLIGÁRQUICO - IMPERIALISTA

El Frente Amplio que, en 1971, tenía un programa antioligárquico para resolver la crisis que calificaba de “estructural”, llegó al gobierno en el año 2005, en medio de una situación económica y financiera crítica, resolviendo continuar con la misma política económica pactada por el gobierno anterior con el Fondo Monetario Internacional. Así lo atestiguan las distintas “cartas de intención” que firmó y la complacencia que manifestado, reiteradamente, el FMI, con esa política.

En una conferencia pronunciada, en el Club de Golf, el 22 de setiembre de 2004 el designado Ministro de Economía, Danilo Astori, (el nombramiento lo hizo en Washington el candidato a la Presidencia de la República, Dr. Tabaré Vázquez, durante su visita en julio, al término de una reunión entre ambos y el Directorio del FMI, ante la eventualidad de que Vázquez alcanzara la victoria en las elecciones de octubre) expuso la política económica del futuro gobierno: estímulo a las exportaciones agroindustriales, amplias garantías al inversor extranjero, el compromiso de pagar la deuda externa como prioridad del gobierno, control del déficit fiscal y la inflación, desarrollo de los servicios –especialmente el turismo y toda la infraestructura de las comunicaciones y el transporte, así como mejoras salariales a los sectores más deprimidos de la administración pública: la educación la salud, el Poder Judicial, y la policía. En otras palabras, el tema de la tierra y el sistema financiero no sería tocado y los recursos disponibles del Presupuesto quedarían subordinados al logro del superávit primario, tal como lo exigía el Fondo Monetario Internacional. Astori, contrariamente al programa del Frente Amplio, apostaba al desarrollo de las inversiones extranjeras en la cadena agroindustrial y los servicios, rechazando cualquier intento de fomentar la industria sustitutiva de importaciones. La creación de empleo, que planteó como necesidad imperiosa, compartida por todos los uruguayos, quedaba librada a esos dos complejos económicos, dependientes de las condiciones del mercado externo.

Si bien el Contador Astori afirmó que el tipo de cambio sería fluctuante, dependiendo de la oferta y la demanda y que nunca se volvería a la “tablita” –como lo hizo la dictadura y el gobierno del Dr. Jorge Batlle y su ministro Alberto Bensión- el ingreso de capitales especulativos al sector bancario, amparados por el “secreto” y las ventajas fiscales- el resultado sería una sobrevaluación del peso, por la abundancia de dólares como lo demostró la caída del valor del dólar entre el 2007 y el 2010, situación que fue contrarrestada por los altos precios de los alimentos exportados que ha permitido mantener la competitividad de esos productos en el mercado internacional.

Los datos divulgados por las investigaciones económicas muestran que hay una alarmante concentración y extranjerización de la tierra, bajo la forma de personas físicas o de grandes grupos económicos encubiertos en sociedades anónimas, de la que no se tiene memoria. Por ello la conclusión es una sola: el proyecto oligárquico-imperialista ha alcanzado una tal dimensión –sin que aparezcan señales para combatir la tendencia- que el tema de la distribución social, que comienza por la propiedad, queda reducido a la profundidad de la política tributaria y su incidencia en los ingresos.

Ruiz Pereyra Faget

miércoles, 2 de marzo de 2011

LA REBELIÓN DEL MUNDO ÁRABE

Por Ruiz Pereyra Faget

Los hechos que están ocurriendo en varios países árabes, según las cadenas de información imperialistas responden a un denominador común: una especie de estentóreo grito de libertad frente a dictaduras anquilosadas –que el imperialismo instala y protege cuando defiende sus intereses y que combate, en nombre de la libertad cuando sus gobiernos se oponen a sus de rapiña. Fidel ha calificado este cinismo imperial de “danza macabra”.

La verdad de los hechos históricos es que las causas son diversas, sin excluir el anhelo de libertad que es un objetivo de la humanidad y cuyos enemigos no son abstractos sino que, en cada época y en cada caso, muy concretos.

El caso de Egipto no es similar al de Libia. No puede entenderse la rebelión contra el régimen de Mubarak sin la posición de Egipto frente al problema palestino y su condición de aliado estratégico de Estados Unidos y de Israel, luego de la firma de la paz con Israel por Anuar el Sadat, en 1979, que rompió la unidad del frente árabe y dejó aislado al pueblo palestino, continuada por Hosni Muarak, desde 1981 hasta hoy. Estados Unidos respondió a este “gesto” de los sucesores de Gamal Abdel Nasser, creadobr del frente árabe antiimperialista, con una asistencia militar gratuita de más de mil millones de dólares anuales, durante 30 años.

Estados Unidos, previendo el desgaste del gonierno de Mubaak y su intención de dejar en su lugar a su hijo, al producirse la reacción popular, presionó a su títere para que renunciara pero cuidando que el aparato de control del poder con una cúpula corrupta, muy bien remunerada por la Casa Blanca, permaneciese intacto. Este capítulo no está cerrado y el Presidente Obama y el jefe sionista de la CIA, León Panetta, lo saben.

Hay pues en el Medio Oriente un primer nivel de contradicciones que es la resistencia de los pueblos árabes –especialmente el palestino- a la política del imperialiosm, que tiene e.n Israel su cabecera de puente, de controlar los recursos petroleros de la región. En esta resistencia han ganado poder las corrientes religiosas islámicas que tienen su guía en Irán mientras se debilitan las corrientes musulmanas laicas.

Ambas concepciones tienen importantes diferencias políticas y culturales. Para los islamistas, el Estado es un apéndice subordinado a la organización religiosa; para los musulmanes laicos o secularistas –como la Organización de Liberación de Palestina o la Libia de Gaddafi, el Estado es una entidad independiente de la religión con sus respectivos ámbitos o competencias. En estas últimas la sociedad civil tiene derechos que faltan en la primera.

Los movimientos de liberación antiimperialista que estallaron en el mundo musulmán a partir de 1952 con la revolución egipcia, liderada por Nasser, y el intento faallido de Mossadegh en Irán, de expulsar al imperialismo inglés, a siguieron las revoluciones independentistas o nacionalistas de Siria, Túnez Marruecos, Argelia,Iraq, Libia y la OLP, tuvieron esta impronta laica. Sin embargo, estos movimientos se corrompieron en el poder y el pueblo les fue quitando apoyo.Un caso claro fue el de Argelia, la derrota de la OLP a meanos de Hamas y creo que algo de esto es lo que está sucediendo en Libia. El islamismo, con todo su bagaje de cultura medieval, conservado pr la religión, se erigió en la defensa de la nación árabe ante un hedonismo occidental “corrupto y malsano”, constituyéndose en los hechos, en una poderosa trinchera antiimperialista.

El discurso de Gaddafi del 22 de febrer arroja luz sobre esta cuestión, así como las palabras del Presidente de Irán, el día anterior, criticando a Gaddafi. Cuando se esperaba que éste concentrase todo su ataque contra el imperialismo, su anatema
estuvo diriigido, principalmente contra Al Qaeda, Bin Laden y los islamistas. Es obvio que el argumento del gobernante libio es muy débil. El descontento existe; de lo contrario no habría anunciado que hay que mejorar los salarios. A ese descontento se agregan los acontecimientos cercanos, y el atizamiento de los medios imperialistas y curiosamente, islamistas, que persiguen objetivos diferentes y antagónicos.

Fidel ha escrito que, en el Medio Oriente, al imperialismo “el genio se escapó de la botella”. Ojalá! No sea que por recapturarlo arrastre a la humanidad a una conflagración nuclear, idea que tienta permanetemete a los halcones norteamericanos y a los acólitos de Benjamín Netanyahu.