jueves, 28 de abril de 2016

REFLEXIONES SOBRE EL MARXISMO (XI)


El Segundo Congreso del POSDR, de 1903, terminó con una división en tres facciones; Bolcheviques, Mencheviques y el BUND, cuando el propósito de sus organizadores era fortalecerlo para enfrentar la explosiva situación social en Rusia y conducir la lucha por la liberación social de una masa mayoritaria de oprimidos por el despótico absolutismo zarista.

Una manifestación de obreros en San Petersburgo, organizada por el clérigo cristiano ortodoxo, Georgi Gapón, el 22 de enero de 1905, sin ninguna connotación política, sin armas y empuñando una cruz, con la intención de entregarle una petición al Zar Nicolás II, recibió como respuesta la metralla de un cuerpode infantería y otro de caballería  Cosaca, de la guardia del Palacio de Invierno, que provocó la muerte, según datos oficiales, de 1000 obreros y más de 2000 heridos.

La historia recogió este trágico acontecimiento,  como el “Domingo Sangriento” de San Petersburgo y la conmoción estremeció a todo el enorme país, estallando violentas protestas, sin ninguna organización que las coordinara, en las regiones agrarias y en las ciudades que, posteriormente, alcanzaron a las propias Fuerzas Armadas.

La petición de los obreros, expresaba entre otros conceptos:
“Nosotros, obreros habitantes de San Petersburgo, nos dirigimos a TI: Somos miserables y humillados esclavos; estamos abrumados por el despotismo y la arbitrariedad. Nuestra paciencia ha llegado a su límite y hemos abandonado nuestro trabajo, rogando a nuestros patrones que nos permitan hacerlo ya que nuestras vidas son una tortura. Pero eso nos fue negado; según los fabricantes, nuestra demanda no cumple con la ley. Estamos aquí miles de personas y, como a todo el pueblo ruso, se nos priva de todos los derechos humanos. Tus funcionarios nos han reducido a la esclavitud”.

A continuación exponen sus reivindicaciones y la petición finaliza con este conmovedor llamado, casi una plegaria:

“Sire! No te niegues a ayudar a tu pueblo! Derriba el muro que te separa de tu pueblo! Dad satisfacción a nuestras peticiones, y harás feliz a Rusia; de lo contrario, estamos dispuestos a morir aquí. Tenemos sólo dos caminos: la libertad y la felicidad, o la tumba”.

Lenin, que leía este texto, en Zurich, ante una audiencia de jóvenes amigos al cumplirse diez años del “Domingo sangriento”, comenta:

“Leyendo hoy esta petición, sentimos una sensación extraña. Trabajadores incultos y analfabetos, conducidos por un sacerdote patriarcal, procurando conmover a Nicolás II.  Estos trabajadores de la Rusia anterior a la Revolución, no sabían que el zar era la cabeza de la clase dominante, en concreto la de los grandes terratenientes, ya unidos a la gran burguesía por miles de lazos y listos para defender sus monopolios, privilegios y beneficios por la violencia, sin reparar en los medios”.

Los levantamientos se multiplicaron durante todo el año, alcanzando máximos a principios de junio y culminando en octubre y noviembre.

Nicolás II, invocando razones de seguridad, no estaba en el Palacio de Invierno, el 2 de enero, cuando la salvaje represión de la infantería y la caballería cosaca. Los estallidos simultáneos en toda Rusia, desde el Báltico y el Mar Negro, hasta los Montes Urales, con ocupación de grandes latifundios de la aristocracia y grandes propiedades rurales de la alta burguesía en las regiones de Odesa y sur de Rusia,  mostraron a un monarca decidido a multiplicar la fuerza. En marzo cerró todas las Universidades. Pero, para complicar la situación, el país se encontraba en guerra con Japón y en febrero de 1905, el ejército ruso sufrió una aplastante derrota estratégica, en la batalla de Mukden, que obligó al Zar a convocar a su ex Ministro de Hacienda, Sergei Witte, para negociar una paz, solicitando, al mismo tiempo la mediación de Estados Unidos. Esta paz fue lograda en setiembre.

No obstante, la situación interna seguía agravándose. A mediados de año hubo motines importantes, en las flotas del Báltico, del Mar Negro y del Pacífico. La más importante de éstas, fue la encabezada por el acorazado “Príncipe Potemkin”, en junio, que el gran cineasta, Sergei Einsestein, llevó a la pantalla, en 1925, en el memorable film mudo “El acorazado Potemkin”.

El Zar  decidió crear un parlamento (Duma Estatal), con poderes muy limitados y una ley electoral con voto censitario. El decreto, publicado en agosto, fue rechazado por las diversas organizaciones populares y la burguesía que respaldaban las huelgas y acciones directas que habían unificado sus consignas en “derechos para todos” , “voto universal masculino”  y una Duma con poderes limitativos del absolutismo del Zar.

En octubre estallaron dos grandes huelgas, una en San Petersburgo y la otra en Moscú. Estas huelgas impulsadas por los partidos revolucionarios, y que se extendieron a centenares de ciudades de todo el imperio. Los campesinos, por su parte atacaron los palacios de la nobleza en los grandes latifundios, extendiéndose los incendios a estas fincas en las regiones rurales del sur.

León Trotski, que fue un importante protagonista en la huelga de los obreros de San Petersburgo, ha dejado un testimonio de cómo se originó:

“Reuniones populares se realizaron (en octubre) en las universidades lo que es una paradoja cuando en las calles reinaba el terror. El viejo e ignorante, Ministro de Educación, General Glazov, dispuso la libertad de palabra en las universidades. Los profesores zaristas protestaron sosteniendo que las universidades se crearon para estudiar y la calle no tenía lugar en los recintos académicos. Durante varias semanas las puertas de las universidades estuvieron abiertas al pueblo que ingresó en oleadas, llenándose los salones de clase, corredores y patios de obreros y una miscelánea diversa y “variopinta” de personas. Los periodistas de la prensa reaccionaria concurrieron a escuchar los discursos para informar y algunos se sorprendieron de la disciplina y el contenido de esas intervenciones que pronto se unificaron en consignas políticas prontas para ser difundidas en la calle”.

“Las autoridades estaban confundidas: podían aplastar, arrestar y matar a los trabajadores en las calles y en sus casas pero en las universidades tenían la libertad de reunirse y expresarse”.

“Las primeras reuniones libres –continúa Trotski-, se realizaron el 30 de setiembre en las Universidades de Petersburgo y Kiev. La Agencia Telegráfica oficial informó horrorizada que a las asambleas de la Universidad Vladimir, en San Petersburgo,  asistía “una multitud de personas extrañas, de ambos sexos y estudiantes adolescentes  de Secundaria, niños de las escuelas primarias y una miscelánea diversa de personas”.

En Petersburgo, estalló la huelga de tipógrafos que paralizaron a la prensa; en Moscú, la huelga inicial fue de obreros ferroviarios. Y el movimiento se extendió a otras ramas, especialmente la metalmecánica y la industria textil.

Rosa Luxemburgo, integrante del Partido Socialdemócrata Alemán, también destacó la importancia de esta “huelga general de masas”,  distinguiéndola de la concepción que de ellas tenía el anarquismo “bakuninista”. Mientras éstos la concebían, junto con la  acción directa, como las únicas herramientas idóneas de las acciones revolucionarias, desdeñando la lucha política parlamentaria, el marxismo, según Rosa, anteponía la lucha política y la huelga general  política indeterminada, en la fase final cuando el régimen carecía de respuestas y de medios para sostenerse.

"La huelga general, en el programa del bakuninismo ', es la palanca que será utilizada para la introducción de la revolución social. Un buen día todos los trabajadores en todas las industrias en un país, o tal vez en todos los países, dejarán el trabajo, y por lo tanto obligarán a la clase dominante, ya sea a ceder a sus demandas en unas cuatro semanas, o lanzar un ataque contra los trabajadores para que éstos tengan derecho a defenderse, y puedan aprovechar la oportunidad para derrocar a la vieja sociedad. La propuesta no es de ninguna manera nueva: los socialistas franceses y belgas la han practicado continuamente desde 1848, pero sobretodo su origen es inglés. Durante el desarrollo rápido y potente del cartismo entre los trabajadores ingleses que siguió a la crisis de 1837, el "mes sagrado '- una suspensión de trabajo a escala nacional - fue predicada ya en 1839, y fue realizada con tanto éxito que en julio de 1842 los trabajadores de las fábricas del norte de Inglaterra intentaron llevarla a cabo. Y en el Congreso de los aliancistas en Ginebra el 1 de septiembre de 1873, la huelga general jugó un gran papel, pues fue admitida por todos pero para llevarla a cabo era necesario contar con una perfecta organización - un arma fundamental de lucha-, de la clase trabajadora. Y ese es el quid de la cuestión”, escribe Rosa Luxemburgo.

A mediados de octubre, se conoció un Manifiesto, uno de cuyos  redactores era el negociador de la paz con Japón y ex Ministro de Alejandro III y Nicolás II, Sergei Witte, en el que reclaman varias reformas: igualdad de derechos civiles, legalización de los partidos políticos, sufragio universal masculino y una Duma con poderes más amplios.

La huelga general, que alcanzaba el nivel de huelga política, se extendió a las principales ciudades de Rusia, Polonia y las regiones imperiales de Lituania y Letonia, en el Báltico.

Se formáron Consejos de Obreros (Soviets) integrados por trabajadores de todas las fábricas. El primero fue el de San Petersburgo.

Obligado por los acontecimientos, que no podía controlar, el Zar creó el cargo de Primer Ministro y designó para ocuparlo a Sergei Witte, uno de los redactores del Manifiesto. El Monarca también firmó el Manifiesto, promulgando las reformas. Con este logro, Witte procuró el apoyo de la burguesía pero los liberales que compartían el programa del Manifiesto, exigieron la renuncia del Ministro del interior, Trepov, responsable directo de la represión. El Primer Ministro le planteó al Zar la instauración de una Duma aunque reconocía el poder del monarca de vetar todas las leyes. El Soviet de San Petersburgo se opuso a esta Constitución.

El Ministro del Interior no fue relevado, continuando la represión y Nicolás II obtuvo un importante préstamo de Francia que le permitió capear, por el momento, la crisis económica y fiscal.


Circularon rumores que era inminente la caída de Witte y aumentaron las huelgas.

El 31 de octubre se realizan en San Petersburgo y en Moscú grandes concentraciones de derecha contra la política de Witte.
A continuación comenzaron a actuar grupos armados que eligieron como objetivos principales a hombres de negocios e intelectuales judíos. Un gran pogrom ejecutan en Odesa, muriendo alrededor de 500 judíos.

El régimen zarista aumenta la represión en los dos meses finales del año 1905. El Primer Ministro, Witte, se suma gradualmente a la nueva política y a comienzos de 1906, cuando declinan las huelgas, expresa que el Zar tiene el derecho de anular las reformas del Manifiesto.

Finalmente, Witte, abrumado por la crisis económica, renunca el 5 de mayo de 1906, cuando la insurrección ha sido derrotada.

                                            LENIN
      CARACTERIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN RUSA DE 1905 Y EL    PAPEL DEL PROLETARIADO INDUSTRIAL                                   

En la conferencia citada, realizada en Zurich en 1915, Lenin realiza el análisis de esta Revolución:

“El “Domingo sangriento”, del 22 de enero de 1905, fue el comienzo de la Revolución Rusa. En la petición, que los obreros iban a entregar al Zar, se enumeran las siguientes demandas: amnistía, libertades civiles, salarios adecuados, transferencia gradual de la tierra a los campesinos y convocatoria de una Asamblea Constituyente elegida por sufragio universal”.

“La masacre del “Domingo sangriento”, despertó la conciencia política de inmensas masas populares que se lanzaron a la lucha revolucionaria. En esto reside la importancia histórica del 22 de enero de 1905”.

“No hay aun en Rusia un pueblo revolucionario”, escribía dos días antes, el señor Piotr Strouve, líder de los liberales rusos que editaba un periódico en el extranjero. A este jefe “altamente cultivado” de los reformistas burgueses le parecía absurda una conciencia revolucionaria en campesinos analfabetos. Los reformistas de la época estaban convencidos de la imposibilidad de una conciencia revolucionaria”.

“Pero en pocos meses, la situación cambió abruptamente. Los centenares de socialdemócratas revolucionarios, “súbitamente”  fueron millares y estos millares se convirtieron en jefes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria suscitó una gran efervescencia  que penetró en las profundidades de una masa de cincuenta a cien millones de campesinos; el movimiento campesino influyó en el ejército y comenzaron las rebeliones y los motines en los cuarteles y los barcos; es así que los 130 millones de habitantes del país entran en la Revolución; es así que la Rusia somnolienta se convirtió en la Rusia del proletariado revolucionario y del pueblo revolucionario”.

“Es necesario estudiar esta transformación, lo que la ha hecho posible; analizarla cuidadosamente para conocer cuáles fueron sus modalidades”.

“La huelga de masas ha sido el agente más poderoso. La revolución rusa tiene esto de original: era democrático-burguesa por su contenido social, pero proletaria por sus medios de lucha. Era democrático burguesa porque el objetivo a que aspiraba en lo inmediato y que podía alcanzar por sus propias fuerzas era la república democrática, la jornada de trabajo de ocho horas, la confiscación de los inmensos latifundios de la alta nobleza, todas medidas que casi enteramente realizó en Francia la revolución burguesa en 1792 y 1793”.

“La revolución rusa era, al mismo tiempo, una revolución proletaria, no solo porque el proletariado era la fuerza dirigente, la vanguardia del movimiento, sino también porque el instrumento específico de lucha del proletariado, la huelga, era la palanca principal para poner en marcha a las masas que encabezará la ola ascendente de los acontecimientos decisivos”.

“En la historia mundial, la revolución rusa es la primera –aunque no la última-, gran revolución donde la huelga política de masas ha jugado un papel extremadamente importante. Se  puede incluso afirmar que no se podrían comprender las peripecias de la revolución rusa y sus formas políticas si no se estudian las estadísticas de las huelgas”.

“Sé que es un tema poco apropiado para una conferencia y que la audiencia puede rechazar, pero no puedo dejar de citar algunas cifras que permitirá a ustedes apreciar la base objetiva de todo el movimiento. El número medio anual de huelguistas en Rusia, durante los diez años que precedieron a la revolución fue de 43 mil lo que totaliza, en el período, 430 mil. En el mes de enero de 1905, primer mes de la revolución, se cuentan 440 mil huelguistas. ¡En un solo mes más huelguistas que en los diez años precedentes!”

“Ningún país capitalista desarrollado como Inglaterra, los Estados Unidos de América o Alemania, ha conocido un movimiento huelguista tan vasto como el de Rusia, en 1905. El número total de huelguistas ese año fue de 2 millones 800 mil, el doble del número total de obreros industriales! Esto no prueba, evidentemente que, en las ciudades de Rusia, los obreros industriales fueran más cultos, más fuertes o mejor preparados para la lucha que sus hermanos de Europa occidental. La verdad es lo contrario”.

“Pero esto muestra cuán grande puede ser la energía que anida dentro del proletariado. Esto indica que en una época revolucionaria –y yo lo afirmo sin la menor exageración, según los datos proporcionados por la historia de Rusia-, el proletariado puede desplegar una energía combativa cien veces más intensa que la ordinaria en tiempos de calma. Hasta 1905 la humanidad no sabía aun qué fuerza enorme y grandiosa el proletariado es capaz de desplegar y desarrollar , cuando se trata de luchar por un objetivo verdaderamente sublime, de una manera verdaderamente revolucionaria!”.

“La simultaneidad de huelgas económicas y huelgas políticas jugó un papel muy original durante la revolución. No hay duda de que sólo la conexión más estrecha entre estas dos formas de huelga podría garantizar una gran fuerza al movimiento. La masa de los explotados no podía de ninguna manera mezclarse en el movimiento revolucionario si no hubieran estado todos los días observando el ejemplos de los obreros asalariados de diversas ramas industriales, obligando a sus patrones a mejorar inmediatamente su situación”.

“Gracias a esta lucha, un nuevo espíritu insufló a toda la masa del pueblo ruso. Es sólo ahora que la Rusia de la servidumbre, adormecida en su letargo, la Rusia patriarcal, piadosa y sumisa, se ha despojado del viejo velo; es sólo ahora que el pueblo ruso recibió una educación verdaderamente democrática, verdaderamente revolucionaria”.

“La verdadera educación de las masas no se puede separar de una lucha política independiente, y sobre todo la lucha revolucionaria de las masas mismas. Sólo la acción educa a la clase explotada, sólo ella le da la medida de su fuerza, la ampliación de su horizonte, mejora sus habilidades, aclara su inteligencia y modera su voluntad. Es por esto que los reaccionarios mismos han tenido que reconocer que el año 1905, la batalla de este año, el "año loco", definitivamente enterró a la Rusia patriarcal”.

                                              -o-o-o-

Continúa Lenin:

“En octubre y diciembre de 1905, el curso de la revolución alcanza su punto más alto. Todas las fuentes de la energía revolucionaria del pueblo están en acción. El número de huelguistas supera el medio millón. Pero a esta cadena que comprende solo a los obreros industriales, hay que agregar a más de un centenar de millares de ferroviarios, de empleados de la prensa, etc.”.

“La huelga de los ferroviarios se extendió a toda Rusia y paralizó a las fuerzas del gobierno; las puertas de las universidades se abrieron y los salones se llenaron de trabajadores; la libertad de prensa fue lograda por la lucha; la censura fue abolida y ningún editor osó someter los ejemplares previamente a las autoridades como era obligatorio”.

“Por primera vez en la historia de Rusia aparecieron, sin restricciones, periódicos revolucionarios en Petersburgo y otras ciudades. Solo en Petersburgo se editaron tres periódicos socialdemócratas con tirajes de 50 mil a 100 mil ejemplares. Una organización de masas se crea en la fragua del combate: los famosos Soviets de diputados obreros , integrados por delegados de todas las fábricas. En muchas ciudades, estos Soviets asumieron el papel de gobierno revolucionario provisorio, el papel de órganos y guías de la insurrección. Se intentó crear Soviets de soldados e integrarlos a los Soviets de obreros”.

“Centenas de ciudades se convirtieron en pequeñas repúblicas, al desplazar a las autoridades del gobierno, funcionando realmente como un nuevo tipo de Estado”.

“Por desgracia este período fue demasiado breve; las “victorias” demasiado débiles y demasiado aisladas”.

“Durante el otoño (de setiembre a noviembre), el movimiento campesino alcanzó proporciones aún más grandes. En una tercera parte de los distritos del país los campesinos incendiaron más de dos mil dominios y se repartieron los bienes arrancados al pueblo por los piratas de la nobleza”.

“Desgraciadamente, estas acciones fueron demasiado superficiales!. Desgraciadamente los campesinos no destruyeron más que una quinta parte de los dominios, una quinta parte de lo que ellos tenían que destruir para desembarazar definitivamente a la tierra rusa de esta ignominia que es la gran propiedad feudal. Desgraciadamente, los campesinos actuaron en forma demasiado dispersa, no estaban suficientemente organizados y esa fue una de las razones esenciales de la derrota de la revolución”.

“Un movimiento de emancipación nacional sublevó a los pueblos oprimidos de Rusia. El 57%  del país estaba oprimido; no tenía derecho a hablar la lengua materna, habían sido rusificados por la fuerza. Los musulmanes, por ejemplo, eran en Rusia,  decenas de millones y fundaron rápidamente una liga musulmana; esta fue una época donde una diversidad de organizaciones se multiplicaron prodigiosamente”.

“Por último, principalmente los jóvenes, lanzaron una idea de envergadura, en conexión con el movimiento obrero, que fue tomada por la emancipación nacional; en diciembre de 1905, en centenares de escuelas polacas, los estudiantes quemaron los libros y cuadros rusos, así como los retratos del Zar;  vencieron y expulsaron a los maestros rusos de las escuelas y sus propios compañeros rusos al grito de "¡Vete, vuelve a Rusia!"; los estudiantes de secundaria de Polonia, formulan, entre otras, las siguientes reivindicaciones: 1) todas las escuelas secundarias deben estar subordinadas al Soviet de diputados obreros; 2) las escuelas convocarán a los obreros para reuniones conjuntas con los estudiantes; 3) los liceales serán autorizados a llevar blusas rojas, con la finalidad de destacar su adhesión a la futura república proletaria, etc”.

“Los movimientos crecían en amplitud y la reacción se organizó para combatir a la revolución. La Revolución Rusa de 1905, confirma lo que Karl Kaustky escribía, en 1902, en su libro “La revolución social (“digamos al pasar –dice Lenin a su audiencia de Zurich de 1915-, que Kautsky era en 1902 un marxista revolucionario y no lo que es en el presente (1915) un defensor de los socialdemócratas y oportunistas), él decía:  la próxima revolución no será una insurrección espontánea contra el gobierno sino una guerra civil de larga duración”.

“El odio del zarismo –sigue Lenin-, se vuelve particularmente contra los judíos. Ellos constituían un porcentaje proporcionalmente elevado en relación con la población total revolucionaria. A propósito notemos que hoy (1915), el número de internacionalistas entre los judíos es relativamente más grande que en los otros pueblos. Por otra parte, el zarismo sabía explotar muy bien  los prejuicios infames de las capas más incultas contra los judíos para dirigir pogroms (Se sabe que en cien ciudades asesinaron a 4 mil y dejaron mutilados a 10 mil judíos). Fue una monstruosa masacre de judíos, de sus mujeres, de sus niños; por estas abominaciones el zarismo es odiado en el mundo civilizado. Hablo, naturalmente, de los elementos verdaderamente democráticos del mundo civilizado, los cuales son los obreros socialistas, los proletarios”.

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A comienzos de 1906, la revolución empezó a declinar; por el peso de diversos factores que Lenin expuso más arriba.. Sin embargo, deja muchas enseñanzas y la perspectiva de un futuro revolucionario que es ineluctable.

Lenin concluye su conferencia con estas palabras:

“El silencio de muerte que prevalece en Europa (La guerra mundial había estallado seis meses antes), no debe engañarnos. Europa está gestando una revolución. Los horrores monstruosos de la guerra imperialista, los tormentos del costo de la vida en todas partes generará un estado de ánimo revolucionario, y las clases dominantes, la burguesía y su expresiones políticas, los gobiernos, están arrinconados cada vez más en un callejón sin salida, ya que no pueden actuar sin ocasionar trastornos muy graves”.

“Al igual que en 1905, el pueblo de Rusia, dirigido por el proletariado se levantará contra el gobierno zarista con el fin de ganar una república democrática, como veremos en los próximos años como consecuencia de esta guerra de rapiña. Pueblos de Europa se levantan bajo la dirección del proletariado contra el poder del capital financiero contra los grandes bancos, contra los capitalistas; y estas convulsiones  sólo pueden terminar con la expropiación de la burguesía y la victoria del socialismo”.

“Nosotros, los viejos, quizás no veremos (Lenin tenía 45 años!) las batallas decisivas de la revolución inminente. Pero creo que puedo expresar con gran seguridad la esperanza de que ustedes, los jóvenes, que militan admirablemente en el movimiento socialista de Suiza, y en todo el mundo, tendrán la felicidad no sólo de luchar en la revolución proletaria del mañana, sino también de triunfar”.
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Lenin se consideraba viejo, con 45 años, en 1915 y no imaginaba que, apenas dos años después, sería el jefe de la revolución social más grande de la historia.

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Después de algunas semanas de vacaciones abordaré, en la próxima nota, la Revolución Rusa de 1917.

FUENTES:
León Trotski: The Year 1905:
Rosa Luxemburgo
The Mass Strike, the Political Party and the Trade Unions (1906).

Vladimir I. Lenin
Conferencia sobre la Revolución de 1905 (Zurich 1915):
NOTA: La selección de textos entrecomillas y el resumen del artículo de R. Luxemburgo, así como los paréntesis aclaratorios, me pertenecen. Las traducciones, con la ayuda del diccionario, también.

lunes, 25 de abril de 2016

REFLEXIONES SOBRE EL MARXISMO (X)


El debate sobre la posición del BUND en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso,, se extendió durante cuatro sesiones del Segundo Congreso del POSDR, en Bruselas. Como vimos en la nota anterior, este punto implicaba una toma de posición sobre la organización del Partido que era, en realidad, el problema de fondo y el motivo de las discrepancias del BUND.  Vladimir I. Lenin, en su carácter de Miembro Informante de la Comisión de Organización del Congreso, había comenzado su informe sobre este punto, el día 4, pero fue interrumpido por el jefe de la delegación del BUND (“Unión de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia”), Mijai Liber, que planteó que la posición del BUND en el Partido fuera considerada primero. Este planteo fue aceptado por el el Congreso que modificó la agenda del Congreso.

                          CENTRALISMO O FEDERALISMO

La discusión de la posición del BUND, inevitablemente tocaba el tema fundamental del Congreso que eran las “Reglas de Organización del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia”. El miembro informante fue Lenin, integrante de la Comisión Organizadora y autor, en buena parte de esas “Reglas”, difundidas en sus artículos del periódico “Iskra” y, con amplitud, en su libro “¿Qu-e hacer?”. El corazón de estas “Reglas” era el “Centralismo” de los órganos encargados de elaborar la política –incluyendo la estrategia y la táctica-, del Partido, para la acción revolucionaria, en condiciones muy difíciles de clandestinidad. Por su parte, el Bund, defendía su autonomía en esa materia y proponía el sistema federal, con relativa autonomía de las organizaciones, como estructura organizativa del Partido.

La posición de la Comisión Organizadora, fue expuesta por Julius Martov que contó con un amplio apoyo del Congreso.

Lenin, no intervino en los debates de las dos primeras sesiones que trataron el tema. Lo hizo en la tercera sesión, aludiendo, en primer lugar a una expresión del congresista del BUND, Hoffman, que calificó de manera despectiva la “mayoría compacta” la oposición del Congreso al planteo del BUND.

“En primer lugar, acuerdo con el discurso de Hoffman”, comenzó diciendo Lenin, con la expresión “mayoría compacta”,. El Camarada Hoffman usa esta expresión como un reproche. En mi opinión, nosotros no estamos avergonzados sino orgullosos por el hecho de que seamos una mayoría compacta en el Congreso. Y más aun; estamos orgullos que nuestro Partido, como un todo, procure ser compacto, altamente compacto, una mayoría del 90 por ciento (Aplausos)”.

“La mayoría actuó correctamente al colocar el tma de la posición del BUN en el primer punto del Orden del Día. Los Bundistas vieron, una vez más, que esto era así, al someter su auto-deni inadas reglas que, en esencia, proponen  la federación,. Desde entonces en el Partido existen miembros que defienden la federación y miembros que la rechazan, naturalmente no de una manera abierta, aunque no considerafon poner el tema del BUND en el primer punto del Orden del Día.  Nadie puede obligar a la gente a que lo ame  y, en consecuencia, es imposible hablar de los asuntos internos del partido hasta que hayamos decidido, firme y resueltamente, si queremos marchar juntos”.

“La clave de este asunto es que no empre se ha presentado con claridad en el debate. Lo que sucede es que, en opinión de muchos miembros del partido, la federación es considerada perjudicial y va en contra del principio de la socialdemocracia en su aplicación a las condiciones wxistentes, actualmente, en Rusia. La Federación es perjudicial porque sanciona la disgregación de la unidad y la alienación, elevándola a la categoría de un principio, de una ley. La completa alienación existe de hecho entre nosotros, y no debería sancionarse, o cubrirla con una hoja de parra, sino combatirla, y debemos resueltamente reconocer y proclamar con firmeza y sin vacilaciones la necesidad de avanzar hacia la unidad más estrecha. Por eso rechazamos la federación, en principio, con carácter previo, “in limine” con el alcance que tiene la frase latina; por eso rechazamos todas las particiones obligatorios establecidos entre nosotros. Incluso sin ellas siempre habrá diferentes agrupaciones en el Partido, las agrupaciones de compañeros que no son totalmente coincidentes en cuestiones de programas, tácticas o de organización; Pero es fundamental que no haya una sola división en grupos a lo largo del partido, es decir, queremosquea todos los miembros de ideas afines Partido se unan en un solo grupo, en lugar de los grupos que se formaron por primera vez en una sección por separado de los grupos de otra sección, y luego forman un sindicato, no de los grupos que sostienen puntos de vista diferentes, o con diferentes matices de opinión, sino de secciones del Partido, cada uno con diferentes grupos. Repito, queremos un Partido sin particiones obligatorias, y por eso rechazamos en principio, la federación”.

A continuación abortdó directamente la posición del BUND:

“Paso ahora a la cuestión de la autonomía. El camarada Líber dijo que la federación significa centralismo, y que la autonomía significa centralismo. ¿Puede ser que el camarada Líber pretenda convencer a los miembros de este Congreso, que tiene seis años de edad, con tales sofismas? ¿No está claro que el centralismo requiere la ausencia de todas las particiones entre el centro y hasta las secciones más remotas y fuera de la vía del Partido? A nuestro centro se le dará el derecho absoluto de comunicarse directamente con cada uno de los miembros del partido. Los bundistas sólo se reirían si alguien fuera a proponerles una forma de «centralismo» en el Bund en las que su Comité Central no podía tener relaciones con todos los grupos y compañeros de Kovno de otra manera que a través del Comité de Kovno. Por cierto, en lo relativo a las comisiones: el camarada Líber exclamó, con sentimiento: '¿Cuál es el bien de hablar de autonomía para el Bund si ha de ser una organización subordinada a una entidad central?”.

“Después de todo, usted -le dice Lenin a Liber-, no reconoce autonomía en algunos Comités como el de Tula u otros . Usted se equivoca,  camarada Lieber. Sin duda,  no tiene autonomía "algunos" Comités como el de Tula, autonomía en el sentido de la libertad de la “pequeña interferencia” del centro; y no la tienen, por supuesto, porque su deber es la subordinación a ese cuerpo. He tomado las palabras “pequeña interferencia"del folleto del Bund  “Autonomía o Federación”. El Bund ha presentado esta libertad frente a la "pequeña interferencia", que reclama para los Comités, como condición, para una demanda presentada al Partido. El mero hecho de que se presente este tipo de demandas ridículas muestra cómo confunde el Bund la pregunta en cuestión. ¿El Bund realmente supone que el partido iba a tolerar la existencia de un centro que interfirió de manera 'pequeña' en los asuntos de cualquier organización del partido o grupo? ¿No es esto, en efecto, "la desconfianza organizada", que ya se ha mencionado en este Congreso? Tal desconfianza aparece a través de todas las propuestas y todos los argumentos de los bundistas. ¿No es, de hecho, el deber de todo nuestro Partido para luchar, por ejemplo, para la plena igualdad de derechos e incluso para el reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación? En consecuencia, si cualquiera de las secciones de nuestro Partido fallara a este deber, sería, sin duda, una razón para ser censurada, en virtud de nuestros principios: seria, sin duda, susceptible de corrección por las instituciones centrales. Y si ese derecho estaba siendo descuidado en forma consciente y deliberada, a pesar de todas las oportunidades para llevarla a cabo, entonces este descuido del deber sería traición”.

La delegación del BUND sabía que estaba en completa minoría en el Congreso, pero continuó el debate un día más, hasta que el Congreso decidió cerrar la discusión y pasar a votar.

La fórmula de Martov que rechazaba la fórmula del BUND pero aceptaba su presencia en el Partido como una organización subordinada al Centro, obtuvo una arrolladora mayoría: 45 votos a favor y 5 en contra.

Todo el Comité de Redacción de “Iskra” y de la Comisión Organizadora del Congreso, incluyendo a Plejánov, Lenin, Trotski, Martov, Rusov, Bekov, Karsky Markhov, Lvov, Posadovsky y Herz., votaron por la fórmula que consagraba el “poder supremo” en el Partido de los órganos centrales, debidamente jerarquizados.

Sin embargo, esta aplastante mayoría que había desechado la organización federal, mostró sus fisuras cuando se trató la composión de los órganos centrales y sus relaciones jerárquicas.

                                    EL CONCEPTO DE PARTIDO

En la discusión de este punto, surgen importantes diferencias entre Julius Mártov, Trotski y Vladimir Lenin:

Al reiniciarse en Londres, en la Sesión 22,  el debate sobre el tema, “Reglas de Organización del Partido”, el congresista Axelrod discrepó con la fórmula presentada por Lenin que sostenía que el Partido debía ser una organización de “revolucionarios profesionales”, vanguardia de la clase obrera” para conducir a las grandes masas explotadas, a la victoria.  Axelrod expresa que hay que distinguir entre “organización” y “Partido” (fórmula ya propuesta por el BUND y rechazada en la Octava Sesión, realizada en Bruselas), que la primera puede tener ese carácter de conspiradores pero el partido no, ya que hay personas que comparten las ideas del Partido, como un profesor universitario, que deben integrar el Partido y que no realizan tareas conspirativas. “Si adoptamos la fórmula de Lenin, estas personas no podrían ser admitidas en el Partido Social Demócrata”, afirmó Axelrod.

Intervino a continuación Martov que expresó: “El tema que estamos discutiendo es extremadamente importante. Si nosotros queremos ser revolucionarios, debemos prestar atención al punto planteado por el Camarada Axelrod. Nosotros somos aquellos que damos expresión consciente a un proceso inconsciente. Los derechos y los deberes de los miembros del Partido están expuestos en la declaración de principios y su programa que le indica: “Este trabajo es el que usted tiene que hacer”. Yo no le temo a una organización conspirativa. Los derechos de un miembro del Partido, de acuerdo a nuestro proyecto, es ajustar sus opiniones y deseos prestando atención al centro. La formación de opinión pública es otro derecho. Existen muchas organizaciones pero la organización de conspiradores es una sola. Ellas no pueden unirse a la organización del Partido pero sus opiniones deben ser escuchadas y el Partido no puede fortalecerse sin tenerlas en cuenta. Sólo podremos alegrarnos si cada huelguista, cada manifestante, respondiendo por sus acciones, llega a declararse miembro del Partido. Para mí, una organización conspirativa sólo tiene sentido cuando está cubierta por un amplio partido obrero socialdemócrata”.

El Congresista Kostrov dijo que existen dos tendencias cuando se considera el concepto de Partido, sosteniendo que “Partido” y “Organización”, no son la misma cosa y propuso que se unan las dos fórmulas.

El  Copngresista Posadovsky, interviene: “Se acaban de definir dos puntos de vista sobre las tareas del Partido. Una restringe el campo del Partido, el otro la amplía. ES imposible incluir la suma total de miembros del Partido, en la organización de conspiradores y la expresión “Bajo control del” es demasiado vaga. Propongo sustituirla por “bajo la dirección del”.

El congresista Trotski, dijo: “Me temo que la fórmula de Lenin creará una organización ficticia,  que simplemente dará a sus miembros un título pero no servirá como medio para el trabajo del partido. No se crearán las “organizaciones de lucha ", tales como la organización de Tomsk. La normativa que algunos de nosotros hemos leído, el objetivo, la esencia y la base de esas reglas es que no será una tarea práctica, sino las reglas de la organización de sí mismos”.

Lenin inrtervino para defender su concepción del Partido: “Quisiera en primer lugar hacer dos observaciones sobre puntos concretos. En primer lugar, en cuanto a la propuesta de Axelrod (no estoy hablando irónicamente) de 'cerrar un trato'. Me gustaría responder voluntariamente a esta apelación, porque yo no me considero en absoluto en  condiciones de considerar nuestras diferencias tan vitales en una una cuestión de vida o muerte para el Partido. Desde luego, las reglas no se olvidan a causa de un mal momento! Pero ya que se ha llegado a una elección entre dos formulas, simplemente no puedo abandonar mi firme convicción de que la formula de Markov es un empeoramiento del proyecto original, un empeoramiento que puede, en ciertas circunstancias, no causar poco daño al Partido. Por lo tanto, no entiendo el deleite del camarada Martov por el acuerdo del camarada Brouckère conmigo. ¿Puede ser que el camarada Mártov en realidad lo toma como su principio rector estar en contra de todo lo que Brouckère dice, sin examinar los motivos y argumentos de este camarada?”.

“Para llegar al fondo de la cuestión, hay que decir que el camarada Trotsky ha fracasado por completo para entender las ideas fundamentales del camarada Plejánov, y sus argumentos carecen de valor, por haberse apartado, del todo, del fondo de la cuestión. Habló de los intelectuales y de los trabajadores, y sobre el movimiento de masas desde el punto de vista de clase, pero no dio respuesta a una pregunta básica: ¿considera que mi formula estrecha o amplía el concepto de un miembro del Partido?”

“El Camarada Trotsky comprendió muy mal la idea fundamental de mi libro “¿Qué hacer?”, cuando dijo que el Partido no debe ser una organización conspirativa (muchos otros también plantearon esta objeción). Se olvidó de que en mi libro abogo por toda una serie de organizaciones de diferentes tipos, desde la más secretas y exclusivas hasta las comparativamente 'sueltas' y amplias. Olvidó  que el Partido debe ser solamente la vanguardia, el líder de la gran masa de la clase obrera, la totalidad de las cuales (o casi todas) funcionan "bajo el control y dirección" de las organizaciones del Partido, pero el conjunto de las cuales no, y no debe pertenecer al Partido”.

“Veamos qué conclusiones extrae el camarada Trotsky de su error fundamental. Él nos ha dicho aquí que si fila tras fila de los trabajadores fueran detenidos, y todos estos trabajadores fueran a declarar que ellos no pertenecen a nuestro partido, nuestro partido sería un extraño! ¿No es al revés? ¿No es su razonamiento, camarada Trotsky, que es extraño? Él ve como algo triste que un revolucionario con ninguna experiencia sólo pueda alegrarse. Si cientos y miles de trabajadores que fueran arrestados por participar en huelgas y manifestaciones resultan ser miembros de las organizaciones del Partido, sólo muestran que nuestras organizaciones son buenas, que estamos cumpliendo nuestra tarea de mantener un círculo más o menos exclusivo de líderes en secreto y poniendo en movimiento a las más amplias masas de trabajadores”.

“La raíz del error cometido por los que apoyan la formula de Markov es que no sólo pasan por alto uno de los principales males de nuestra vida partidaria sino incluso le dan su bendición. Este mal es que, en un clima de descontento casi universal, cuando las condiciones lo requieren nuestro trabajo se lleva a cabo en absoluto secreto, y cuando la mayor parte de nuestra actividad ha de limitarse a crear, grupos secretos e incluso reuniones privadas, es extremadamente difícil, casi imposible, para nosotros distinguir aquellos que permanecen al margen de aquellos que hacen el trabajo. Y casi no hay otro lugar en el que la confusión de estas dos categorías sea tan común y sin límites como en Rusia. Estamos sufriendo gravemente de este mal, no sólo entre los intelectuales, sino también entre la clase obrera, y la fórmula del camarada Martov lo sanciona. Esta fórmula aspira inevitablemente a hacer que todos y cada uno de los miembros del Partido actúe en la misma forma. El propio camarada Mártov tuvo que admitir esto, con el comentario: "Sí, si lo desea." ¡Pero eso es justo lo que no nos gusta! Y eso es exactamente por qué estamos tan decididos en nuestra oposición a la fórmula de Martov. Sería mejor si diez que hacen el trabajo no deban llamarse a sí mismos miembros del partido (los que realmente funcionan no corren detrás de títulos!) que aquel charlatán que debería tener el derecho y la oportunidad de ser un miembro del Partido. Ese es un principio que me parece irrefutable y que me obliga a oponerme a Mártov”.

“La objeción que se me hace  a mí fórmula es que no confiere derechos a los miembros del Partido, y que, por tanto, no se pueden producir abusos. Tal objeción es insostenible: si bien no hemos dicho qué derechos goza un miembro del Partido, téngase en cuenta que no hemos dicho nada acerca de cualquier restricción a los derechos de los miembros del Partido. Ese es el punto uno. Y en segundo lugar -y este es el punto principal-, incluso con independencia de los derechos, no hay que olvidar que todos los miembros del partido son responsables de sus actos, y que el partido es responsable de cada uno de sus miembros. En vista de las condiciones en las que tenemos que llevar a cabo nuestras actividades políticas, teniendo en cuenta el estado rudimentario de nuestra organización política en el momento actual, sería sencillamente peligroso y dañino conceder el derecho de pertenecer al Partido a personas que no son miembros de una organización y parte responsable de esas personas no sean miembros de una organización (tal vez deliberadamente”).

“El camarada Mártov se horrorizó ante la idea de que alguien puede, a pesar del trabajo enérgico que podría haber hecho, carezca del derecho a declarar ante el tribunal que él es un miembro del Partido. Eso no me asusta. Por el contrario, un daño grave se haría si una persona que se hace llamar miembro del Partido, a pesar de que no pertenece a ninguna organización del partido, aparece en la corte. Sería imposible negar que esa persona estaba trabajando bajo el control y dirección de nuestra organización. Imposible por la vaguedad de esta expresión. En realidad,  no puede haber ninguna duda sobre esto: las palabras "bajo el control y dirección" dará lugar a estar ahí sin control ni dirección. El Comité Central nunca será capaz de ejercer un control real sobre todos los que trabajan y no pertenecen a las organizaciones. Es nuestra tarea dotar al Comité Central con el control real. Nuestra tarea es salvaguardar la firmeza y mantener la pureza de nuestro Partido. Debemos esforzarnos por elevar la vocación y la importancia de un alto miembro del Partido, más y más alto, y por esta razón me opongo a la fórmula de Martov”.

El Congreso votó. La Fórmula de Lenin fue rechazada por 28 votos a 23.
La formula de Martov fue aprobada 28 a 22.  (Votaron por esta fórmula, entre otros, Rusov, Karsky, Formin, Trotski, Martov, Posadovsky, Akimov,  Martinov y los bundistas Hofman, Liber, Yudin y Abramson .  Votaron en contra, entre otros:  Bekov , Gusev,  Osipov, Pavlovich, Gorin, Muravyov, Lange,  Yegorov, Brouckère, Plejanov, Lenin, Hertz y Braun.

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El año siguiente, Lenin publicó el libro “Un paso adelante, dos pasos atrás”, donde dio su versión sobre lo sucedido en el Congreso.

“Esta discusión (el planteo del BUND contra el Centralismo) tiene cierta importancia, porque precedió al completo desacuerdo de la organización de Iskra en lo tocante a la composición de los organismos centrales. Por el contrario, las discusiones posteriores, sobre los estatutos en general y sobre la cooptación en particular, tuvieron lugar después de nuestro desacuerdo en la organización de Iskra. Naturalmente, antes del desacuerdo podíamos expresar nuestras opiniones más imparcialmente, en el sentido de que nuestras consideraciones eran más independientes del problema de la composición personal del C.C., que a todos preocupaba. El camarada Mártov, como he señalado ya, se adhirió a mi punto de vista en materia de organización, haciendo tan sólo dos reservas por estar disconforme conmigo en particularidades. Por el contrario, tanto los antiiskristas como el "centro" se alzaron en seguida contra las dos ideas fundamentales de todo el plan de organización de Iskra (y, por consiguiente, de todos los estatutos): tanto contra el centralismo, como contra los "dos organismos centrales". El camarada Líber calificó mis estatutos de "desconfianza organizada", y vio descentralización en los dos organismos centrales (lo mismo que los camaradas Popov y Iegórov). El camarada Akímov expresó el deseo de ampliar la esfera de competencia de los comités locales, en particular el otorgarles a ellos mismos "el derecho de modificar su composición". "Es preciso darles mayor libertad de acción. . . Los comités locales deben ser elegidos por los militantes activos de la localidad, lo mismo que el C.C. es elegido por los representantes de todas las organizaciones activas de Rusia. Y si tampoco esto puede permitirse, que se limite entonces el número de miembros que el C.C. puede designar para trabajar en los comités locales. . ." . Como veis, el camarada Akímov apunta un argumento contra la "hipertrofia del centralismo", pero el camarada Mártov sigue sordo a estas autorizadas indicaciones, mientras la derrota en el problema de la composición de los organismos centrales no le lleva a seguir a Akímov. ¡Sigue sordo incluso cuando el camarada Akímov le apunta la "idea " de sus propios estatutos (artículo 7: limitación de los derechos del C.C. a introducir miembros en los comités)! El camarada Mártov no queria todavía entonces ninguna "disonancia" con nosotros y consentia por ello la disonancia tanto con el camarada Akímov, como consigo mismo. . . Entonces sólo abogaban contra el "monstruoso centralismo" aquellos a quienes no convenía, evidentemente, el centralismo de Iskra : abogaban contra él Akímov, Líber, Goldblat, y les seguían con cautela y precaución (de modo que siempre pudiera uno volverse atrás) Iegórov, etc.: Entonces, la inmensa mayoría del Partido veia aún con toda claridad que eran precisamente los intereses de capilla, de círculo, del "Bund", y del grupo "Iuzhni Rabochi", etc. los que provocaban la protesta contra el centralismo. Por lo demás, también ahora ve claramente la mayoría del Partido que son precisamente los intereses de círculo de la vieja redacción de Iskra los que provocan su protesta contra el centralismo. . .”.

 “ Ved, por ejemplo, el discurso del camarada Goldblat . Se pronuncia contra mi "monstruoso" centralismo, que según él, conduce al "aniquilamiento" de las organizaciones de base y "está imbuido de la tendencia de otorgar al centro un poder ilimitado, el derecho de intervención ilimitada en todo", que reserva a las organizaciones "el único derecho de someterse sin un murmullo de protesta a lo que se les ordene desde arriba", etc. "El organismo central que prevé el proyecto se encontrará en un espacio vacio: a su alrededor no habrá periferia alguna, sino una especie de masa amorfa en la que se moverán sus agentes ejecutores". Esto es, palabra por palabra, la misma fraseología falsa con que, después de su derrota en el Congreso, han comenzado a obsequiarnos los Mártov y los Axelrod. Ha merecído risas el Bund, que, en guerra contra nuestro centralismo, concede él mismo, a su organismo central derechos ilimitados, definidos de un modo todavía más preciso (aunque sea, por no citar otros, la facultad de admitir y excluir miembros e incluso la de rechazar delegados a los congresos). Risas merecerán también, cuando se aclaren las cosas, las lamentaciones de la minoría, que chilla contra el centralismo y contra los estatutos mientras está en la minoría, y se apoya en estos últimos en cuanto ha logrado pasar a la mayoría”.

              EL DESACUERDO EN EL COMITÉ DE ISKRA

Dice Lenin en el libro anteriormente citado:

“Antes de pasar a los debates que siguieron sobre los estatutos, es menester, para explicar nuestra divergencia en el problema de la composición personal de los organismos centrales, tratar de pasada las sesiones privadas de la organización de Iskra que tuvieron lugar durante el Congreso. La última y más importante de estas cuatro sesiones tuvo lugar precisamente después de la votación sobre el artículo primero de los estatutos, de modo que la escisión de la organización de Iskra que tuvo lugar en esta sesión fue, lógica y cronológicamente, condición previa de la lucha que se desarrolló luego”.

“Las sesiones privadas de la organización de Iskra * comenzaron poco después del incidente con el Comité de Organización, incidente que dio motivo para tratar de las candidaturas posibles para el C.C. Se sobreentiende que, por haberse suprimido los mandatos imperativos, tales sesiones tuvieron un carácter meramente consultivo, que a nadie obligaba, pero no obstante, su importancia fue enorme. La elección para el C.C. presentaba considerables dificultades para delegados que no conocían ni los nombres clandestinos, ni el trabajo interior de la organización de Iskra, organización que había creado la unidad de hecho del Partido, que había llevado una dirección del movimiento práctico, la cual fue uno de los motivos de que se reconociera oficialmente Iskra. Ya hemos dicho que los iskristas, manteniendo su unidad, tenían plenamente asegurada en el Congreso una gran mayoría, hasta los 3/5, y todos los delegados lo comprendían a la perfección. Todos los iskristas esperaban precisamente que la organización de Iskra interviniera recomendando una composición personal determinada para el C.C., y ni un miembro de esta organización opuso ni una palabra a que se examinara previamente, en su seno, la composición personal del C.C., nadie dijo ni una palabra de aprobar toda la composición del Comité de Organización, es decir, de transformarlo en C.C., ni una palabra siquiera de celebrar una reunión con todos los miembros del Comité de Organización para tratar de los candidatos al C.C. Esta circunstancia es también extraordinariamente característica, y es importante en extremo tenerlo en cuenta, porque ahora los partidarios de Mártov, con fecha atrasada, defienden empeñadamente al Comité de Organización, probando así tan sólo, por centésima y milésima vez, su falta de carácter en política*. Mientras la escisión por la composición de los organismos centrales no unió a Mártov con los Akímov, todo el mundo veía claramente en el Congreso una cosa, de la que podrá convencerse fácilmente por las actas del mismo, y por toda la historia de Iskra, toda persona imparcial, a saber: que el Comité de Organización era ante todo una comisión formada para convocar el Congreso, una comisión formada intencionadamente por representantes de diversas tendencias, incluso del Bund; pero que el verdadero trabajo de crear la unidad orgánica del Partido lo había llevado por entero sobre sus hombros la organización de Iskra (hay que tener igualmente en cuenta que, por pura casualidad, estuvieron ausentes del Congreso unos cuantos miembros iskristas del Comité de Organización, por detenciones y otras circunstancias "ajenas a su voluntad"). El folleto del camarada Pavlóvich (v. su "Carta sobre el II Congreso", pág. 13) da ya la composición de la organización de Iskra en la forma en que asistió al Congreso”.

(El Comité Central, de acuerdo al Estatuto aprobado, tenía en su composición a 5 miembros de la redacción de “Iskra”. La delegación de este periódico estaba constituida por 16 miembros, de los cuales 9 apoyaban totalmente la línea de Lenin y 7 las ideas organizativas de Martov).

Reunidos previamente, para llevar la propuesta al Congreso, resultaron electos 4 partidarios de Lenin y 1 de Martov. El Congreso votó, logrando la propuesta iskrista amplia mayoría, incluyendo al subgrupo de Martov.

A ello se agregó que, al final del Congreso, la delegación del BUND -7 delegados y 2 economicistas-, se retiraron. Por ello, los partidarios de Lenin afirmaron que eran la “mayoría” (Bolcheviques) y Martov aceptó el término, denominando a los suyos, en “minoría”, los “Mencheviques”.

En un informe, redactado por Lenin, después del Congreso sobre la actividad de este organismo superior del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso,  hizo esta afirmación:

“Al comienzo del Congreso, con un total de 51 delegados, unos treinta y tres iskristas eran más o menos firmes y consistentes en su Iskraismo. Estos treinta y tres iskristas que, cuando estaban juntos, decidieron todos los temas en el Congreso, posteriormente divididos a su vez en dos subgrupos, una división que cuajó finalmente sólo hacia el final del Congreso, con estas características: un subgrupo, con aproximadamente nueve votos, que consiste en iskristas de la "línea blanda” y el otro, con cerca de veinte y cuatro votos, que consta de iskristas de línea firme, que sostenían coherentemente el Iskraismo tanto en lo que respecta a la táctica como en lo relativo a la composición personal de los organismos centrales del Partido”.

En este informe da la impresión de que Lenin tenía esperanzas en una reunificación de los dos subgrupos pero después, cuando en el libro “Un paso adelante, dos pasos atrás”, examina detalladamente las diferencias y el alejamiento del BUND y de los economicistas, dicho optimismo ha desaparecido y los acontecimientos revolucionarios de 1905, lo confirmarán.

NOTA: Kis sybrayados me corresponden.

FUENTES: