domingo, 30 de octubre de 2011

EL ESTADO Y LA GLOBALIZACIÓN

por Aldo Ferrer*

En notas anteriores, hemos visto que la función del Estado es la cuestión central de la economía mundial contemporánea. El estancamiento de las economías industriales del Atlántico Norte, la emergencia de nuevos protagonistas en el escenario internacional y la transformación de las relaciones internacionales son procesos íntimamente asociados al distinto comportamiento de los Estados nacionales. Observamos, también, cómo la actividad financiera influye en las políticas públicas y en las ideas económicas hegemónicas. Respecto de lo primero, configurando el Estado neoliberal y, de lo segundo, el fundamentalismo globalizador (FG).

El neoliberal es el Estado que está subordinado a los criterios e intereses de los mercados financieros. Su respaldo teórico es el FG. Los acontecimientos actuales revelan la impotencia del Estado neoliberal para gestionar las políticas nacionales de estabilidad y pleno empleo y, en el plano global, establecer, como propone el G20, un desarrollo mundial “fuerte, sostenido y balanceado”. Sin embargo, el FG sigue ejerciendo una fuerte influencia en el plano de las ideas y es conveniente, por lo tanto, observar la solidez de sus argumentos. El FG se fundamenta en tres principios centrales.

- Primacía de la globalización. El primero plantea que, en el orden mundial contemporáneo, las transacciones económicas tienen lugar, en su mayor parte, en el mercado global y, en proporción inferior, en los espacios nacionales. Por lo tanto, mayoritariamente, el destino de la oferta y el origen de la demanda son los mercados mundiales. Los espacios nacionales cumplen, entonces, una función marginal y subordinada en la actividad económica real de la producción, el empleo, la inversión y su financiamiento.

La realidad indica todo lo contrario. Las exportaciones mundiales representan la producción que traspone las fronteras nacionales y significan alrededor del 20% del PBI mundial. Es decir que el 80% de la oferta tiene como destino los mercados nacionales y, otro tanto, es el origen de la demanda agregada. Respecto del empleo, alrededor del 90% del mismo se genera en las actividades destinadas al mercado interno. A su vez, las inversiones privadas directas (IPD) constituyen la participación del aporte externo al financiamiento de la inversión. Las mismas han crecido notoriamente en las últimas décadas, en un proceso de formación de cadenas transnacionales de valor. Sin embargo, en conjunto, las IPD representan alrededor del 15% de la formación de capital productivo en la economía mundial. En consecuencia, más del 80% de la inversión tiene su origen en la actividad y el ahorro internos. Además, como la mayor parte de la IPD se financia con la reinversión de utilidades en los mercados en que operan, resulta que la IPD financiada con recursos externos es inferior al 10% de la acumulación de capital en la economía mundial.

En resumen, la globalización reflejada en el comercio internacional, el empleo y las IPD tiene mucha importancia en la economía contemporánea. Sin embargo, es minoritaria respecto del conjunto de la actividad económica mundial. En cambio, en donde se configura la idea de la aldea planetaria del FG es en la globalización de dos espacios virtuales: la actividad financiera (financialización) y la información. En notas anteriores, observamos la crisis de la primera. La segunda, nos vincula con un mundo sin fronteras, mientras la producción y el empleo tienen mayoritariamente lugar dentro de los espacios nacionales.

- El desarrollo. El segundo principio fundacional del FG se refiere a la dinámica del desarrollo. Plantea que el mismo tiene lugar, esencialmente, dentro de la esfera transnacional. Como las economías nacionales son sólo segmentos de la economía mundial, se comprende que el proceso de cambio técnico, acumulación de capital y aumento de la productividad, trascienda las fronteras nacionales y tenga lugar en el espacio global. Sin embargo, la historia del desarrollo económico revela precisamente lo contrario.

La globalización no ha cambiado la naturaleza del proceso de desarrollo económico. Éste continúa descansando en la capacidad de cada país de participar en la creación y difusión de conocimientos y tecnologías y de incorporarlos en el conjunto de su actividad económica y relaciones sociales. El desarrollo económico sigue siendo un proceso de transformación de la economía y la sociedad fundado en la acumulación de capital, conocimientos, tecnología, capacidad de gestión y organización, educación, capacidades de la fuerza de trabajo y de estabilidad y permeabilidad de las instituciones, dentro de las cuales, la sociedad transa sus conflictos y moviliza su potencial de recursos. El desarrollo es acumulación en este sentido amplio, y la acumulación se realiza, en primer lugar, dentro del espacio propio de cada país.

El desarrollo implica la organización de los recursos de cada país, para poner en marcha los procesos de acumulación en sentido amplio. El proceso es indelegable en factores exógenos, los cuales, librados a su propia dinámica, desarticulan el espacio nacional y lo organizan en torno de centros de decisión extranacionales. Por lo tanto, frustran los procesos de acumulación, es decir, el desarrollo. Un país puede crecer, aumentar la producción, el empleo y la productividad de los factores, impulsado por agentes exógenos, como sucedió con la Argentina en la etapa de la economía primaria exportadora. Pero puede crecer sin desarrollo, es decir, sin crear una organización de la economía y la sociedad capaz de movilizar los procesos de acumulación inherentes al desarrollo o, dicho de otro modo, sin incorporar los conocimientos científicos y sus aplicaciones tecnológicas en el conjunto de su actividad económica y social.

Por estas razones, el Estado neoliberal es incapaz de promover el desarrollo en las economías emergentes. En las economías industriales avanzadas del Atlántico Norte, impide sostener tasas elevadas de crecimiento y empleo y preservar el equilibrio de los mercados financieros. Por las mismas razones, el Estado nacional es una condición necesaria del desarrollo de las economías emergentes y, en los centros industriales del crecimiento, el empleo y el buen funcionamiento de los mercados financieros.

- Gobierno mundial. El tercer principio del FG propone que la globalización ha borrado las fronteras nacionales y concentrado el poder decisorio, en los actores privados determinantes del comportamiento de la economía. En consecuencia, el gobierno mundial ya existe. Radica en los mercados y, en los marcos regulatorios, establecidos por los países centrales del sistema. Por lo tanto, los países relativamente subdesarrollados, como los de América Latina, carecerían del poder suficiente para trazar su propio proceso de desarrollo, dentro del orden global. Las políticas públicas quedan reducidas a “transmitir señales amistosas” a los mercados, que son los depositarios del poder real. Sin embargo, la experiencia de los países emergentes de mayor ritmo de transformación y crecimiento, como China y la República de Corea, demuestran lo contrario. El desarrollo es posible, cuando la fortaleza de la densidad nacional permite la existencia del Estado nacional y de políticas propias de transformación e inserción internacional.

En buena medida, las turbulencias y asimetrías en el orden mundial contemporáneo, reflejan la coexistencia de “Estados nacionales” y “Estados neoliberales” y, consecuentemente, de políticas distintas. A diferencia de la crisis de la década de 1930, la interdependencia actual entre los mayores actores del orden mundial evita su fractura y requiere la cooperación entre los Estados. El desafío del G20 y de las organizaciones internacionales es convertir la cooperación de sobrevivencia, que prevalece, actualmente, en una estrategia compartida para atender a los problemas comunes del genero humano de bienestar, paz, seguridad y protección del ecosistema, los llamados “comunes globales”. Los problemas actuales y la falta de resolución de los previos a la crisis revelan la magnitud del camino a recorrer.

Es probable que el gobierno de las sociedades humanas llegue a ser, algún día, de alcance mundial y que las responsabilidades principales, que hoy competen a los Estados nacionales, correspondan a un gobierno mundial. Mientras tanto, en las condiciones contemporáneas y dentro del futuro previsible, el desarrollo tiene lugar, en primer lugar, dentro de los espacios nacionales y requiere, por lo tanto, de la existencia del Estado nacional.


*Economista argentino. Embajador en Francia.

Fuente: Buenos Aires Económico.

29 de octubre de 2011.

http://www.diariobae.com/diario/2011/09/22/1645-el-estado-y-la-globalizacion.html