jueves, 23 de agosto de 2012

LA POLÍTICA EXTERIOR DE URUGUAY


Sudamérica, Centro y el Caribe, alientan, desde la independencia política, la idea de un continente que rompa con la dependencia y forje su destino de acuerdo a sus mejores intereses. Con la excepción de Cuba, han tenido “tutores”: en el siglo XIX, el Imperio Británico; en el siglo XX, el imperialismo norteamericano.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la existencia de un Campo Socialista y especialmente la Revolución Cubana, hubo un importante esfuerzo por romper, revolucionariamente, esa dependencia, pero las acciones imperialistas de Estado Unidos, aliadas a las burguesías locales y, más tarde, la desintegración de la Unión Soviética cerraron aquel camino.

No obstante, ni los pueblos renunciaron a sus anhelos ni las contradicciones geopolíticas con grandes países emergentes, desaparecieron. A ello se agrega la etapa senil que está atravesando el capitalismo occidental, minado por el parasitario capital financiero.

No obstante, la estrategia del desarrollo independiente ha cambiado por la nueva configuración del mundo y el drástico cambio en la relación de fuerzas. Hoy hay una nueva realidad, muy diversa en el continente pero con un aspecto común: la necesidad de la integración económica de los países relativamente menos desarrollados así como una política exterior independiente basada en los principios de autodeterminación y, en consecuencia, de no intervención en los asuntos internos de un país.

El derrotero es claro pero el ritmo es necesariamente lento y lleno de contradicciones secundarias. Existe un área avanzada –eñ ALBA- y otra más amplia, la UNASUR, que marcan un movimiento en “dos velocidades”, impuestas por las diversidades económicas, sociales y políticas.

Dentro de este panorama, la política exterior de Uruguay es más próxima a la UNASUR que al ALBA..  Sin ignorar la existencia de posiciones oportunistas en ciertos sectores del Frente Amplio y en el gobierno, hay una situación objetiva de la estructura económica y social del país que proyecta sus efectos en la política exterior. El Frente Amplio –una coalición de partidos progresistas y de izquierda- asumió el gobierno en marzo del 2005, desplazando a los partidos de la oligarquía. El primer problema que tuvo que enfrentar fue la deuda externa como consecuencia de la crisis financiera y económica del 2002, que llegaba al 110% del PBI.

Si bien la caída del dólar en el mercado exterior y el aumento de los precios de los alimentos, significó una disminución de la presión de la deuda sobre las finanzas, la dependencia de los centros financieros que, naturalmente, conlleva condicionamientos políticos, significó un obstáculo para una política exterior independiente. Voceros deWashington y del Fondo Monetario Internacional, decían sin eufemismos que “Uruguay tenía poco margen para hacer otra cosa”. El Presidente Tabaré Vázquez llegó a promover un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, posición que dividió al Frente Amplio y al propio gobierno.

La política exterior del Presidente José Mujica ha sido más clara que la de su antecesor, defendiendo en todas las reuniones de mandatarios sudamericanos, la integración económica continental. Pero cuida, al mismo tiempo, las relaciones con Estados Unidos que quiere conservar a nuestro país como “Estado tapón” a su servicio para impedir la unidad regional como motor de la unión sudamericana en condiciones diferentes a al movimiento de la década de los 60 del siglo pasado pero que igualmente está destinada a liberarnos de la condición de reserva estratégica de los intereses imperiales..

En mi opinión, actitud del mandatario uruguayo se debe al modelo económico que sigue el Uruguay desde la dictadura militar, que se apoya en tres pilares: las exportaciones agroindustriales, el turismo y la plaza financiera. Esta última, recomendada a la dictadura militar, en 1974, por el Fondo Monetario Internacional, ha sido cuestionada por Argentina ya que este mercado financiero se nutre con dinero negro generado por la evasión fiscal de la economía argentina. Es voluntad de un sector mayoritario del Frente Amplio  sancionar una ley que otorgue vigencia a un convenio de “información tributaria” con el vecino país, acordado en abril entre ambos gobiernos, convenio que aprobó el Congreso Argentino el 22 de agosto y que es cuestionado por el sector financiero e inmobiliario de Punta del Este. Sostienen, con el respaldo de la oposición oligárquica, que su sanción parlamentaria frenará el ingreso de inversiones, comprometiendo el crecimiento económico y la estabilidad macroeconómica.

La solución para compensar este “recorte sucio del modelo” sería una ampliación del MERCOSUR, para incentivar el comercio intracontinental que hasta el 2011 representaba solo el 20% de las exportaciones de los países sudamericanos.


viernes, 17 de agosto de 2012


                                          EL ENIGMA EGIPCIO

 ¿GOLPE DE LOS JÓVENES OFICIALES O ARREGLO NEGOCIADO?

El domingo 12 de agosto, el pueblo egipcio y el mundo fueron sorprendidos por la decisión del presidente de Egipto, Mohamed Morsi que descabezó la cúpula militar que, en los hechos, gobernaba el país, ya que se había arrogado facultades extraordinarias, legislativas y ejecutivas, que anulaban las potestades constitucionales del Presidente, electo en junio de este año.

La decisión de Morsi ha dado lugar a todo tipo de especulaciones, desde una victoria del poder civil sobre el poder militar, hasta la  que todo fue un arreglo negociado entre Morsi y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. La primera interpretación es la que ofrece el diario cairota “Al Ahram”; la segunda, es la del diario israelí, “Jerusalem Post”, un medio que cuenta con importantes contactos con el gobierno de Netanyahu y el ejército. Este medio sostiene, citando fuentes militares, que el sucesor del poderoso Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Mariscal de Campo, Mohamed Hussein Tantawi, el general Abdel Fatah el Sissi así como el nuevo Jefe de Estado Mayor, general Sobliv, que sustituyó al general Sami Anan, “proceden del mismo lugar”, agregando que no hay que olvidar que los militares egipcios han recibido y continúan recibiendo miles de millones de dólares de Estados Unidos, situación que los nuevos jefes no podrán cambiar. Asimismo, el portavoz de la Secretaría de Defensa de EE.UU. tampoco  mostró preocupación, señalando que los relevos ya habían sido resueltos tiempo antes.

No obstante, hubo una segunda sorpresa. El Presidente Morsi derogó la enmienda constitucional que había impuesto el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas por la cual se reservaba poderes legislativos y ejecutivos. Por el nuevo decreto, Morsi recupera sus competencias y además ejercerá el poder legiltivo hasta la elección de la nueva Asamblea del Pueblo.

Personalmente, me inclino por la interpretación del diario israelí, porque por más desgaste y aislamiento que tuviera el Consejo Supremo Militar, es una estructura muy poderosa que no ppuede derrumbarse en menos de 24 horas. Más, el día siguiente, Morsi puso en el pecho de los jefes destituidos, las condecoraciones más altas que otorga el Estado egipcio y los designó sus asesores. Esto avalaría la versión de que hubo negociaciones durante todo este período a las que no ha sido ajeno el gobierno norteamericano.

Es natural que a Washington le preocupara la inestabilidad política de Egipto con una dualidad de poder que estaba originando un verdadero caos y podía conducir a una situación que se le escapara de las manos.
En definitiva, serán los hechos futuros los que darán las respuestas al enigma que rodea los sucesos.

Es un lugar común decir que Egipto, por su ubicación geoestratégica y su historia, es la llave del Medio Oriente y que Estados Unidos que ha entregado tanto  dinero a sus militares, desde que Sadat, acordó con Israel, la paz, en 1979, para garantizar la seguridad de Israel y aislar al pueblo palestino, no puede encogerse de hombros ante los cambios que se operen en la cúpula militar egipcia.

Por otra parte, hay que observar las nuevas relaciones de Estados Unidos con determinadas organizaciones musulmanas que responden a la corriente islámica sunita como la “Hermandad”. El ex primer ministro ruso, Evguenny Primakov, un experto en cuestiones del Medio Oriente, dijo hace unos meses que “Estados Unidos y Al Qaeda están en el mismo barco”. Con el dinero de Arabia Saudita y Qatar y las armas de Estados Unidos, los militantes musulmanes sunitas lograron los cambios en Túnez, el apoyo de la OTAN para la guerra en Libia y actualmente en Siria, no para fortalecer la democracia y el estado laico sino para implantar una ley coránica “moderada”, ya que sus promotores –“Qatar, Arabia Saudita- son monarquías absolutas sostenidas por las regalías de los pozos petrolíferos que explotan los monopolios norteamericanos, a las que se agregan las “hermandades” sunitas de Turquía, ahora Egipto y Jordania. Por ello, tienen una alianza estratégica con el imperialismo contra Irán y  toda concepción fundamentalista de la religión que persiga la recuperación de los recursos naturales que pertenecen a la nación.

En Afganistán, donde los países de la OTAN ya han anunciado el retiro de sus tropas, el presidente títere, Hamid Karzai, está negociando con un sector de los talibanes su ingreso al gobierno.

El 11 de agosto, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, se reunió en Estambul con gobernantes y militares  turcos. La señora Clinton expuso la postura de su gobierno  sobre la crisis siria en una rueda de prensa conjunta con su homólogo turco Ahmet Davutoglu. Ante los periodistas expresó sin eufemismos, que el apoyo  a la oposición tanto dentro como fuera de Siria es ahora la prioridad de Estados Unidos y que  coordinará sus pasos estrechamente con Turquía. Aplicaba así una estocada mortal a los intentos de mediación de las Naciones Unidas.

Brzezinski, en su libro “El gran tablero mundial: la supremacía estadounidense y el imperativo geoestratégico”(“The Grand Chessboard: American Primacy and its geostretegic imperatives”) (2003),  aconsjaba este cambio de táctica ya que Estados Unidos no puede enviar a sus “muchachos” a combatir en el extranjero porque la sociedad se opone y, además, la alta tecnología militar con armas de destrucción masiva, “hacen imposible utilizar la guerra como herramienta política”. “ES necesaria la maniobra diplomática, la construcción de coaliciones y un variado despliegue de acciones geoestratégicas en el tablero euroasiático”, sostenía Brzezniski.

La misma doctrina fue sostenida en 2006 por la Comisión Bicameral del Congreso de Estados Unidos, presidida por el ex Secretario de Estado, James A. Baker y que integró el actual Secretario de Defensa, León Panetta y su predecesor, Robert Gates. The Iraq Study Group Report se oponía a la estrategia militsar del grupo de halcones que rodeaba al Presidente Bush, personificados en el vicepresidente, Dick Cheney y el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Hay que recordar que uno de los militares de más prestigio en el Pentágono, General Colin Powell que, fue en una primera etapa, Secretario de Estado del gobierno de Bush, también se oponía a la guerra en Iraq y fue sustituido por Condoleezza Rice.

Este “Grupo de Estudio”, elaboró una estrategia para asegurar la supremacía de Estados Unidos en el Medio Oriente, a la que se ha ceñido Obama a través de sus ejecutores, los Secretarios de Defensa, Gates primero y ahora León Panetta, así como la Secretaria de Estado, Hillary Clinton.  Dice el Informe: “Cerca de 2.900 estadounidenses han perdido sus vidas sirviendo en Iraq. Otros 21.000 han sido heridos, algunos con lesiones muy graves- Hasta la fecha (diciembre de 2006), Estados Unidos ha gastado 400 mil millones de dólares y promedian 8 mil millones por mes. Se estima que al finalizar la intervención de Estados Unidos en Iraq, la cifra del costo total llegue a los 2 billones de dólares. A pesar de este esfuerzo, la estabilidad de Iraq es incierta mientras la situación se deteriora día a día…La salida de Estados Unidos de Iraq debe acelerarse”.

El documento del Grupo aconseja un cambio de política que asegure la estabilidad de Iraq y la región. Para ello, Estados Unidos debe iniciar una ofensiva diplomática para obtener un consenso de sus aliados en el cual la Liga Árabe debe jugar un papel fundamental en el esfuerzo por reconciliar a las facciones opuestas en Iraq, adoptar medidas conjuntas de setguridad en las fronteras y aportar ayuda económica para la reconstrucción del país. El informe subraya luego_ “Esta ofensiva diplo,ática no tendrá éxito si no participan todos los países que temen la caida de Iraq en el caos. Pero cada país ve el problema por el lente de sus intereses y así Turquía teme por un Kurdistán independiente y Arabia Saudita y Jordania comparten la preocupación sunita por el aumento de la influencia chiita (Irán e Iraq) en la región como un todo”. “Ninguno de los países vecinos de Iraq como Egipto, Arabia Saudita e Israel ven con buenos ojos un Iraq bajo la influencia determinante de Irán”. “Por otra parte, ellos pueden dar pasos activos para limitar la influencia de Irán en la región, pasos que podrían conducir a un conflicto intrarregional”.

Los hechos no han seguido el guión del Informe del Grupo Bicameral pero surge a todas luces que la “ofensiva diplomática para alcanzar un consenso con los países de la región, teniendo a la Liga Arabe como eje, ha tenido como consecuencia la expansión del islamismo sunita, incluyendo a Egipto, Libia y Túnez.

Las cadenas de información occidentales dicen que la “Hermandad Musulmana”, es una organización “moderada”. Mohammed Morsi (60) es Ingeniero, graduado en la Universidad del Cairo y Doctor en Ingeniería, grado obtenido en la Universidad de California del Sur donde luego fue profesor asistente (1982-1985). Regresó a su pais, dedicándose a la enseñanza universitaria en su especialidad, hasta el 2010.. Si bien fue presidente de la “Hermandad Musulmana”, para respaldar su candidatura a la Presidencia, fundó el Partido “Libertad y Justicia”, una coalición que agrupó a la oposición al régimen militar. Este Partido no presentó un programa y se manejó en la campaña electoral solo con slogans. Al asumir la Presidencia, declaró que su gobierno respetaría todos los compromisos asumidos por el país, entre ellos el “Acuerdo de Camp David con Israel” de 1979, firmado por Anuar Ek Sadat y Menaghem Begin.

Con respecto a la oficialidad, todos sus integrantes han hecho cursos especiales en academias norteamericanas, incluyendo a los nuevos jefes.

De estas consideraciones podemos concluir que el poder político del las Fuerzas Armadas Egipcias era incompatible con el nuevo curso de los acontecimientos internos y externos. El detonante de la mal llamada “Revolución Egipcia o Primavera Árabe”, fueron las concentraciones en la Plaza Tamir de El Cairo de la intelectualidad juvenil, autoconvocada por las redes sociales pero las elecciones le dieron la victoria a la coalición encabezada por la “Hermandad Musulmana”. Esta victoria islámica sunita fue saludada en forma entusiasta por las “hermandades” dominantes en Arabia Saudita, Turquía y Jordania cuando ya habían iniciado la intervención en Siria. Resta por ver si este cambio táctico de la política exterior norteamericana que hasta hace poco había confiado en las corruptas dictaduras militares y monarquías medievales le permitirá conservar, en el mediano plazo, la supremacía económica y militar que hoy tiene en el Medio Oriente.





miércoles, 8 de agosto de 2012


                          LA DESESPERACIÓN DE LAS OLIGARQUÍAS

Por Ruiz Pereyra Faget

Llamo oligarquía a la clase alta tradicional que en América Latina monopoliza la tierra desde la ruptura del vínculo colonial con España y enlaza el negocio del agro con la banca y el comercio exterior. A cambio de sus exportaciones, importan manufacturas industriales. En el siglo XIX adoraron la libra esterlina y en el siglo XX y lo que va del XXI, adoran el dólar.

Las oligarquías de Paraguay y Uruguay –y los partidos políticos que las expresan-, están desesperadas por el ingreso de Venezuela al Mercosur, resuelta en Mendoza por los presidentes de Brasil, Argentina y Uruguay, después de la suspensión de Paraguay por el Golpe de Estado que derrocó al Presidente Lugo, partidario de ese ingreso pero obstaculizado por un Congreso oligárquico.

Estas oligarquías, de ambos países, que nunca respetaron el orden jurídico, ya que la de Paraguay entronizó la dictadura de Stroessner y la uruguaya ató toda su política exterior como fiel servidora del imperialismo norteamericano, se “prenden”  del derecho como “última ratio”, para cubrir con esa cortina de humo su verdadero papel de servidoras del imperio de nuestra época y de la que Améerica Latina y el Caribe han sido su “reserva estratégica” o “patio trasero”.

El problema fundamental para el que ha sido hasta hace diez años el “subcontiente americano” es si sus repúblicas se integran económica y políticamente, para ser realmente independientes o se mantienen divididas y atadas, cada uno de ellas a los tratados comerciales, financieros y militares bilaterales que les impone Estados Unidos, incorporánlas a su “sueño” de hegemonía mundial en el que se encuentra embarcado.

En la Carta de Jamaica, del 6 de setiembre de 1815, el Libertador Simón Bolívar, veía con claridad el destino de nuestras repúblicas cuando recién Estados Unidos consolidaba su independencia, después del intento recolonizador de Inglaterra en 1812: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración…”

Bolívar admitía las enormes dificultades, en ese momento, para poner en marcha su proyecto integrador pero después de la victoria de Sucre en Ayacucho, en 1824, que puso fin al intento restaurador de España, convocó un Congreso a realizarse en Panamá, pero los intereses y egoísmos nacionales de las oligarquías criollas, le cerraron el camino.

No obstante, parece “que la época dichosa de nuestra regeneración”, ha llegado porque la historia es lucha y no se detiene.

Los imperios se hunden, como sucedió con el Romano y Británico, y surgen otros poderes que persiguen el equilibrio global, única forma de asegurar la paz, condición indispensable para desplegar la cooperación internacional abriendo un amplio sendero por el que transite el desarrollo económico y social de todos los pueblos.

Este es el sentimiento que prevalece en la América Meridional, después del ascenso al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela (1999) y de Luiz Ignacio (Lula) da Silva en Brasil (2003), al que siguieron el de Néstor Kichner en Argentina (2003), el Frente Amplio en Uruguay (2005) y Rafael Correa en Ecuador (2007).

El punto de partida común fue el rescate de los recursos naturales, el desendeudamiento, el fortalecimiento de la industria nacional y una distribución más justa de la renta nacional, con prioridad de los sectores sociales más desamparados. Esta política salía al cruce del “Consenso de Washington” (1990), cuyos arquitectos consideraban que América Latina no se podía librar de su cuantiosa deuda externa y que debía abrir las puertas, sin restricciones, al capital extranjero y a sus manufacturas, lo           que significaba profundizar la dependencia, convirtiéndose el Estado en un mero administrador de ese capital, bajo la celosa vigilancia del Fondo Monetario Internacional y de las Agencias Calificadoras de Riesgo.

Intentos de integración regional, como el Pacto Andino, para facilitar el comercio zonal, habían surgido (1969), pero sin afectar los intereses fundamentales de Estados Unidos. En 1985, en el encuentro de Foz de Iguazú, los presidentes de Argentina –Raúl Alfonsín-, y Brasil –José Sarney-, emitieron una Declaración el 30 de noviembre, sobre temas fundamentales trazando una inequívoca línea de independencia en matera económica y política.

Los puntos 18, 19 y 20 del histórico documento, expresan: “18) (Ambos Presidentes) expresaron su firme voluntad política de acelerar el proceso de integración bilateral. En armonía con los esfuerzos de cooperación y desarrollo regional, expresaron su firme convicción de que esta tarea debe ser profundizada por los gobiernos con la indispensable participación de todos los sectores de sus    comunidades nacionales, a quienes convocaron a unirse a este esfuerzo, ya que cabe también a ellos explorar nuevos caminos en la búsqueda de un espacio económico regional latinoamericano”; “19) Con esa finalidad, decidieron la creación de una Comisión Mixta de alto nivel de cooperación e integración económica bilateral, presidida por sus Ministros de Relaciones Exteriores e integrada por representantes gubernamentales y de los sectores empresarios de los dos países, para examinar y proponer programas, proyectos y modalidades de integración económica”;  “20) “Esta Comisión, que abarca todos los sectores susceptibles de una mayor integración entre los dos países, será constituida en el primer trimestre de 1986 y deberá presentar, antes del 30 de junio próximo, un informe a los dos presidentes con las prioridades propuestas para lograr una rápida profundización de los vínculos de cooperación e integración económica, especialmente en lo referido a las áreas de complementación industrial, energía, transporte y comunicaciones, desarrollo científico – técnico, comercio bilateral y con terceros mercados”.

En Uruguay y Paraguay, esta firme voluntad de “integración bilateral”, causó gran preocupación. Los dos países  tenían tratados comerciales preferenciales con Brasil y Argentina. Si éstos establecían un arancel protector, ese comercio resultaría afectado. En consecuencia solicitaron integrar el mercado que creaban Argentina y Brasil y en 1991, se formalizó, con el Tratado de Asunción, la creación del Mercosur. Esta es la verdadera historia.

Actualmente, con el curso dado por el Presidente Chávez a la política interna y continental de Venezuela, la ampliación del Mercosur era una demanda impostergable, de la que todos los integrantes de este mercado, incluyendo a Paraguay y Uruguay, resultan beneficiados. Sin embargo, por razones meramente políticas, respaldadas por Estados Unidos, que se opone a la existencia de un bloque independiente sudamericano, el Parlamento guaraní vetó sistemáticamente el ingreso de la república bolivariana, sirviéndose de las normas de un Tratado al que ingresó la patria de Solano López, por la gracia de Brasil y Argentina, contrariando el fundamento estratégico del Mercosur diseñado por los presidntes Raúl Alfonsín y José Sarney. Por ello, no sorprende que la decisión adoptada en Mendoza, a instancia de Brasil, haya contado con el respaldo absoluto de los parlamentos de Argentina y Brasil y aparezcan cuestionándola el gobierno oligárquico de Paraguay y la oposición oligárquica de Uruguay.

Los medios, que expresan estos intereses, difunden las objeciones jurídicas y confunden a la opinión pública desprevenida o manipulada, ocultando la sustancia del problema en cuestión que hemos tratado brevemente de explicar.