martes, 4 de enero de 2011

EL 2011 SERÁ UN AÑO DIFÍCIL

La voluminosa inyección de dinero en la economía del Banco de la Reserva Federal en el 2009, impidió la caída de Estados Unidos en la recesión, pero no ha podido retomar los ritmos de crecimiento que permitan reincorporar a los 8.5 millones de desocupados que ha generado la crisis. Las causas son el alto endeudamiento de las empresas y de los particulares. El endeudamiento del Estado también se acerca al 100% del PIB y existen estimaciones que, en los próximos cinco años, llegará al 120-130%, provocando una creciente desvalorización del dólar. En consecuencia, si no hay depresión, habrá estancamiento para rato. Para el año que se inicia, el PIB solo crecerá un 2.2% y así se mantendrá, repitiendo el panorama de Japón, desde 1988.

La crisis de Estados Unidos, que es la primera economía del mundo con un 23% del Producto Mundial afectó el comercio global y, principalmente, la economía y el sistema financiero de la Unión Europea. En el 2007, la especulación en el sector inmobiliario y en la Bolsa de Valores había alcanzado alturas similares a la de Estados Unidos, pero mientras en ésta era alimentada por las bajas tasas de interés del dinero de la Reserva Federal (Banco Central), en Europa, era la fortaleza del euro –que llegó a cotizarse a 1.60 por dólar- el que servía de magneto al ingreso de capitales especulativos que estimularon el crédito “dulce”. A las primeras señales de alarma, estos capitales golondrinas se fugaron, con la complicidad de los bancos, dejando al Estado la responsabilidad de salvarlos, con los ingresos del presupuesto o, en otras palabras, con el dinero de los contribuyentes. Y, entonces, el déficit fiscal se disparó así como la deuda pública, que financian desde sus nichos en el exterior esos mismos capitales que se habían fugado.

En el Uruguay, en la crisis de 1982, tenemos un ejemplo ilustrativo de lo dicho. El Estado se hizo cargo de las carteras incobrables del Citibank, originándose, junto con otras que compró, un vertiginoso aumento de su deuda y fue el Citibank el que la financió. Pero hay más: el Dr Lacalle, que presidía el gobierno desde 1990, designó a un funcionario del Citibank –el señor Nicolás Herrera- para negociar las condiciones de los intereses y amortizaciones, con su patrón. Como siempre, estas gestiones son calificadas de “patrióticas”. El señor Herrera, que había sido designado subsecretario de Economía, previa renuncia del banco norteamericano, abandonó la Subsecretaría después que culminaron las negociaciones y se ignora si volvió a su oficina del Citibank.

Volvamos a nuestro tema. Comparando el poder adquisitivo de las distintas economías (PPA – Fuente_BBVA)), tenemos que los países capitalistas desarrollados, conocidos como el G-7, y representan el 30% del Producto Bruto Mundial, tendrán un crecimiento no superior al 2%. (Estados Unidos 2.2; Japón 1.7; Alemania, 2.5; Reino Unido, 1.7; Francia, 1.6 – Fuente: OCDE) Solo China y la India, con un 14.1% (10.1 China y 4% la India) de capacidad de compra, calificadas como “economías emergentes”, mantendrán un alto crecimiento, de 9.6% y 8.4%, respectivamente.

La CEPAL, luego de afirmar, en su Informe de diciembre, que el 2010 fue un buen año para la economía regional, con un crecimiento del 6%, agrega: “El ambiente externo mantiene altos niveles de incertidumbre sobre la solidez de la recuperación de las economías desarrolladas, especialmente las europeas. A esto se suma el aumento de la fortaleza relativa de los países emergentes, especialmente los de América Latina y el Caribe, lo que ha generado un mayor flujo de capitales hacia la región y apreciaciones en sus monedas”, y a continuación señala que estima el crecimiento en un 4.2%. Brasil que es el motor sudamericano de un crecimiento del 7.7% en el 2010, caerá a un 4.5% en el 2011; Argentina con un 8.4% el año pasado, bajará su ritmo a un 5.5%.

Uruguay, que es un país dependiente comercial de Brasil (22% de las exportaciones) y de Argentina (A ésta se agregan deppósitos bancarios y turismo), ha tenido en el 2010 un crecimiento del 9%, pero la contracción de las economías de sus dos socios comerciales principales, bajará su crecimiento en el 2011 a un 4.5%.

Los gobiernos tratan de compensar esta situación con políticas neokeynesianas de elevación de la capacidad de compra de la población, poniendo énfasis en los sectores sociales menos favorecidos. Pero esta política exige como requisito previo, en una economía muy abierta como la uruguaya, un equilibrio de los balances gemelos de Presupuesto y Cuenta Corriente (comercio exterior y movimiento financiero), así como el contralor severo de la inflación, tarea que la ley le encomienda al Banco Central.

La dificultad fundamental para que esto funcione es la deuda pública (57% del PIB), ya que obliga a contraer la inversión pública, los gastos sociales y los salarios públicos, para pagar las obligaciones de ella derivada (1.300 millones de dólares en el 2011), sin aumentar los impuestos ni seguir endeudándose. Y esa deuda es alta en toda la región.

A ello se agrega, como señala la CEPAL, la afluencia de capitales especulativos –estimulados por las bajas tasas de interés y la depreciación del dólar- que fortalecen artificialmente las monedas locales, reduciendo la competitividad de sus exportaciones. Por ejemplo, el economista y ex Ministro brasileño, Luiz Bresser Pereira, ha señalado que la sobrevaluación que tiene el real y la alta tasa preferencial de interés que aplica el Banco Central, “son escandalosos”, criterio que, en alguna medida comparte el Ministro de Hacienda, Guido Mantega y la recién investida Presidente, Dilma Rousseff, contra la opinión del hombre que ha dirigido el Banco Centra durante los dos mandatos de Lula, el banquero Henrique Meirelles .Éste no continuará en el cargo y su sucesor –Alexandre Tombini- forma parte del equipo de Mantega.

Si Brasil aplica medidas más duras contra el ingreso de capitales de corto plazo, ellas pueden tener un impacto negativo sobre la competitividad uruguaya aunque no es creíble que puedan significar una traba. Con respecto a Argentina, y aparentemente en vías de solución el conflicto por la instalación de la fábrica de celulosa en la ciudad de Fray Bentos, si bien la política cambiaria de la Casa Rosada está en el extremo opuesto (devaluación administrada) a la practicada por Brasil y Uruguay, la inflación que, de acuerdo a los datos disponibles, duplica a la uruguaya, asegura un cambio real levemente favorable a nuestro país.

Uruguay enfrentará este panorama incierto con las cuentas nacionales bajo control, la inflación con presiones alcistas y una tasa de desocupación del 7%, promedial, de su fuerza laboral activa superando el 10% en el interior del país. Si bien se ha reducido el nivel de pobreza extrema, en los barrios periféricos de la capital existen amplios cinturones de miseria que son el origen de los problemas de seguridad pública que se han agravado en los últimos tiempos y que explotan los partidos de oposición y los medios de comunicación a su servicio como si las políticas económicas y sociales que practicaron durante sus largos años de gobierno fueran ajenas a la situación.

La inversión pública mejorará algo, de acuerdo a los recursos previstos en el presupuesto quinquenal recientemente aprobado, pero será insuficiente. Queda una sola fuente pública que es el abultado volumen de reservas de moneda extranjera que cuenta el Banco Central. El equipo económico se opone a disponer de una parte de ellas –como hizo Argentina- para ampliar las políticas públicas, “porque no son genuinas”. Llamo así a las que proceden del superávit del comercio exterior que Uruguay no ha tenido como nuestros vecinos fronterizos. El sistema bancario está altamente dolarizado (casi el 50%), con depósitos a la vista y en cajas de ahorro- Es menor, que en otras oportunidades, el peso relativo de los capitales golondrinas (18% del total contra el 45% en el 2001, previo a la crisis). La alta dolarización es una prueba de desconfianza de la población que tiene el “gatillo” pronto para una corrida, si una luz amarilla surgiera en el tablero de la economía.

Las autoridades tampoco quieren trabar las colocaciones de dinero de uruguayos en el exterior que rondan los 10 mil millones de dólares, aunque ha decidido somerterlas al sistema tributario nacional.

El gobierno apela, en consecuencia, a la inversión directa extranjera cuyos objetivos son las torres habitacionales en las zonas balnearias, la hotelería y restaurantes, los supermercados, los puertos y la tierra cada vez más extranjera y monopolizada.

Naturalmente, el modelo económico no es de izquierda, pero este tema será motivo de otro comentario.

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