La Filosofía de las Luces o
“Iluminismo”, ascendió en paralelo con la consolidación de la burguesía
comercial francesa, que no había alcanzado, todavía el grado de “burguesía
industrial manufacturera” como en Inglaterra.
La importancia de esta filosofía promotora
de las ciencias Naturales y las
técnicas, llamó la atención de monarcas europeos, como Federico II de Prusia,
Catalina II de Rusia, José II de Austria, Carlos III de España y José I de
Portugal. La Masonería, sociedad secreta de intelectuales y empresarios,
difusores del Iluminismo, proveyó a estos monarcas absolutos de ministros dispuestos
a modernizar las economías de estos Reinos. Figuras como Voltaire y Diderot,
tuvieron gran influencia en Prusia y en Rusia, llegando la lengua francesa a
constituirse en la segunda, en esas Cortes.
En Francia, la Filosofía de las Luces
fue más lejos. Elaboró las teorías burguesas del Estado, la Educación y la
Economía, creando el aparato ideológico para el asalto del poder político en el
momento oportuno, lo que ocurrió el 5 de mayo de 1789, cuando los Estados Generales (los tres
estamentos sociales: Nobleza,Clero y Tercer Estado), convocados el año anterior
por el Rey Luis XVI, que estaba muy endeudado,
solicitándole a los tres estamentos –Nobles, Clero y Burgueses-, la asistencia
financiera, negándose los burgueses a
sostener financieramente al monarca y luego, el 17 de junio, reunidos los burgueses
en un Frontón para la práctica de la pelota de mano, se transformaron en
Asamblea Nacional hasta su conversión en Asamblea Nacional Constituuyente, el 9
de julio, en Versalles, con la incorporación de la Nobleza y el Clero.
En 1762, el ginebrino Juan Jacobo
Rousseau, publicó “El Contrato Social”. En el Capítulo I, expresa: “El hombre
ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas. El mismo
que se considera amo, no deja por eso de ser menos esclavo que los demás. ¿Cómo
se ha operado esta transformación? Lo
ignoro. ¿Qué puede imprimirle el sello de legitimidad?”
“Creo poder resolver esta cuestión”.
“Si no atendiese más que a la fuerza
y a los efectos que de ella se derivan, diría: «En tanto que un pueblo está
obligado a obedecer y obedece, hace bien; tan pronto como puede sacudir el
yugo, y lo sacude, obra mejor aún, pues recobrando su libertad con el mismo
derecho con que le fue arrebatada, prueba que fue creado para disfrutar de
ella. De lo contrario, no fue jamás digno de arrebatársela." Pero el orden
social constituye un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Sin
embargo, este derecho no es un derecho natural: está fundado sobre
convenciones. Trátase de saber cuáles son esas convenciones; pero antes de
llegar a ese punto, debo fijar o determinar lo que acabo de afirmar”.
Dos años después, también en Ginebra,
Voltaire publica “El Diccionario Filosófico”.
En el prólogo, Voltaire realiza una
defensa encendida de la Enciclopedia que en su país ha encontrado el rechazo de
los jesuitas y jansenitas (Movimiento católico antijesuita y galicano),
mientras en otros países sus orientaciones fundamentales han sido adoptadas.
La obra es la reunión de extensos
artículos –algunos escritos para la Enciclopedia-, con una finalidad pedagógica
y propagandística de las ideas de la nueva filosofía, que suman 350 páginas pero su centro es un
cuestionamiento de las religiones. Un ejemplo, es el peffil que traza de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de
Jesús” (1534). Es un artículo extenso, del cual he seleccionado un fragmento,
ilustrativo de la posición ideológica y del estilo de Voltaire:
“¿Podéis decirme en conciencia si
hubo jamás en el mundo otro hombre más digno de ser encerrado en un manicomio
que san Ignacio, o sea Íñigo el de
Vizcaya, que era su verdadero nombre de pila? Le trastorna el juicio la lectura
de la Leyenda Aurea, igual que más tarde trastornan a Don Quijote los libros de
caballería. El bueno de Íñigo empieza por ser el caballero de la Virgen y vela
sus armas en honor de su dama. Se le aparece la Santa Virgen y le acepta sus
servicios, luego se le aparece otras veces llevando consigo a su Hijo”.
“Lucifer, que está en acecho y prevé
todo el mal que los jesuitas le causarán un día, arma un zafarrancho mayúsculo
dentro de la casa, rompiendo todos los cristales. Pero el paladín de la Virgen
lo expulsa haciéndole el signo de la cruz; Lucifer huye a través de las paredes
dejando en ellas una gran abertura, que cincuenta años después del hecho se
enseña a los curiosos”.
“Su familia, al ver el trastorno de
sus facultades mentales, piensa en encerrarle y ponerle a dieta, pero él hace
fú a su familia igual que al diablo y huye de ella sin saber a dónde”.
“Encuentra a un moro y discute sobre
la Inmaculada Concepción; el moro, que comprende su estado, le deja lo más
pronto que puede. Íñigo no sabe qué hacer, si matar al moro o rezar a Dios por
él; deja que decida esta cuestión su caballo, más cuerdo que él, y toma el
camino de la cuadra”.
“Ignacio, después de esta aventura,
resuelve ir en peregrinación a Belén, mendigando. Su locura aumenta en el
camino, los dominicos del convento de Manresa se apiadan de él y lo retienen
varios días, hasta que le dejan viendo que no conseguían curarle. Embarca en Barcelona
y arriba a Venecia, de donde le expulsan; vuelve a Barcelona, siempre
mendigando, siempre teniendo éxtasis
y viendo con frecuencia a la Santa
Virgen y a Jesucristo”.
“Al fin le hacen comprender que, para
ir a Tierra Santa a convertir turcos, cristianos de la Iglesia griega, armenios
y judíos, necesitaba estudiar algo de teología. Ignacio no deseaba otra cosa,
mas para ser teólogo es indispensable saber gramática y conocer latín, pero
esto
no le arredra. Va a la escuela a la
edad de treinta y tres años a estudiar esas materias y allí se burlan de él y
no aprende nada”.
“Desesperado de no poder ir a
convertir infieles, le tiene lástima el diablo, se le aparece y jura bajo la fe
de cristiano que si accede a entregarse a él lo convertirá en el hombre más
sabio de la Iglesia de Dios. Ignacio no tiene inconveniente en someterse a la
disciplina de
semejante maestro y vuelve a asistir
a clase, donde le dan de latigazos algunas veces, pero no por eso llega a ser
más sabio”.
Em el campo de la educación, la
personalidad más destacada fue Nicolás Condorcet (1743-1794), un intelectual de
vasta cultura: matemático, economista, historiador, filósofo, pedagogo. Militó
en el Partido Girondino, liberal, expresión de la burguesía comercial del
Departamento de La Gironda.
Durante la Revolución, integró las
Asambleas Nacional y Constituyente y presentó el proyecto de Reforma Educativa
de su partido, basado en los conceptos siguientes:
“EDUCACIÓN
**La educación es un deber de la
nación con respecto a si misma, es una manera de que ella se aplique a si misma
voluntad y su poder soberano.
**Las finalidades de la educación
reflejan su fe en el porvenir de una democracia capaz de asegurar la felicidad
y el desarrollo de todos los individuos, así como el progreso indefinido del
espíritu humano
**OBJETIVOS:
“Ofrecer a cada individuo la
facilidad de desarrollar sus facultades naturales, de atender sus necesidades y
de asegurar su bienestar, de conocer y de ejercer sus derechos, de comprender y
cumplir sus deberes y de perfeccionar su capacidad productiva”.
“Establecer entre los ciudadanos una
igualdad de hecho y dar realidad a la igualdad política reconocida por la ley”.
“Procurar por todos los medios,
ilustrar a todos los ciudadanos que no han podido recibir una instrucción
completa o que no la han aprovechado lo suficiente; se debe ofrecerles la
facultad de adquirir a cualquier edad, los conocimientos que puedan serles
útiles”.
**La educación es un instrumento
idóneo para contribuir a la realización del progreso indefinido.
**Concibe una instrucción compartida
por hombres y mujeres.
**PRINCIPIOS:
Pública
Democrática
Universal
Gratuita
Laica
Igualitaria
Liberadora.
DOCENCIA
Funciones del maestro:
a) Enseñar a leer y escribir a los niños.
b) Participar activamente en la
organización de festividades cívicas.
c) Leer a los habitantes adultos el
almanaque patriótico y el catecismo cívico para enriquecer el espíritu y el
corazón.
d) Fortalecer la cohesión de la
nación, única e indivisible.
e) Utilizar libros elementales.
f) Enseñar por medio de la razón y la
experimentación
g) No basarse en creencias,
religiones ni inculcar "culto jurídico o institucional".
h) Fomentar la imaginación infantil
sin apoderarse de ella.
i) No presentar actitud
discriminatoria e injuriosa contra el niño.
j) Perfeccionar sus métodos de
enseñanza.
**La contratación de maestros será
con base a los criterios de preparación según la materia que enseñen”.
Un médico cirujano de la Corte de
Luis XV, François Quesnay, de vasta cultura, fue el fundador de la primera
escuela de economistas, la Escuela Fisiocrática que integraron, entre otros,
Jacques Turgot, Vicent Gournay y Pierre Pont de Nemours.
A mediados del siglo XVIII, el
capitalismo comercial había penetrado en el campo invirtiendo, principalmente,
en la producción de granos y el volumen alcanzado exigía un mercado nacional
libre de obstáculos administrativos y fiscales. La política económica exigía
derribar todas las barreras que interponía la estructura feudal subsistente.
En 1758, Quesnay publico el “Tableau
Economique” que es el marco teórico de la Fisiocracia. Para el autor, solo la
tierra es la productora de riqueza, explicando el funcionamiento de la economía
de esta manera:
“Los
gastos de producción se emplean en la agricultura, prados, pastos, bosques,
minas, pesca, etc., para perpetuar la riqueza en forma de granos, bebidas,
madera, ganado, materias primas para la artesanía, etc.”
“Los
gastos estériles están hechos a productos de artesanía, vivienda, ropa,
intereses sobre el dinero, los funcionarios, los gastos comerciales, materias
primas extranjeras, etc.”
“La venta del producto neto que el
cultivador ha producido durante el año anterior, por medio de los avances
anuales de 600 libras empleados en la agricultura por el granjero, proporciona
al propietario una renta de 600 libras”.
“Los anticipos anuales de 300 libras
en gastos estériles se emplean para el capital y los gastos de comercio, para
la compra de materias primas para la artesanía, y para la subsistencia y otras
necesidades del artesano hasta que ha terminado y vendido su producto”.
Gournay proclamó y difundió la famosa
consigna del liberalismo: “Laissez faire, lessez passer” (“Dejad hacer, dejad
pasar”), pero fue Turgot (1727-1781) el más destacado exponente de la Escuela
Fisiocrática. Llegó a ser Ministro de Marina primero y luego Inspector General de
Finanzas, de Luis XVI, en un momento (1774), cuando la situación era
desesperada y la mala cosecha, amenazaba con una hambruna a la población. Su
política fue la de una drástica reducción de los gastos del Estado, sin subir
los impuestos y se opuso, infructuosamente, a la participación francesa en
apoyo a los independentistas de las
Colonias Británicas en América del Norte.
Intentó una reforma tributaria que
consistía en sustituir los impuestos indirectos por el impuesto inmobiliario,
pero también fracasó. No tuvo éxito tampoco su decreto de libre comercio, por
el peso que tenía la nobleza en la Corte. No obstante, el mayor enemigo de su
gestión fue la mala cosecha de granos de 1774 que provocó el acaparamiento y la
elevación de los precios, estallando disturbios en distintas zonas de Francia.
La represión fue violenta y, de acuerdo a su plan, propuso, en 1776, la
eliminación de la “Corvea real” (Obligación de trabajar gratuitamente en las
tierras de los nobles) y la supresión de todos los privilegios de la nobleza y
el clero. Su posición en el gobierno se
hizo insostenible y el rey lo relevó en mayo de 1776, falleciendo cinco años
después.
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