lunes, 1 de noviembre de 2010

LA UNIDAD SUDAMERICANA

El fallecimiento del ex presidente argentino y Secretario General de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), junto a las expresiones de dolor y de entusiasta apoyo a su política interior y a la de su esposa, Cristina Fernández, se sumaron los mismos sentimientos de los primeros mandatarios sudamericanos y, por lo menos nueve de ellos no fueron solamente protocolares.

Quizás la más expresiva manifestación, en este sentido, haya sido la del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez cuando dijo al desembarcar en Aeroparque: “Los países de Sudanérica del norte y del sur, alcanzaron su independencia hace 200 años y el anhelo común fue la unidad, la Patria Grande. Por el norte, marchó Simón Bolívar hacia el sur; por el sur lo hizo San Mart´hacia el norte y el abrazo de Guayaquil entre ambos Libertadores, selló el compromiso con ese anhelo”.

Chávez continuó: “Sin embargo, han pasado 180 años y Sudamérica ha permanecido dividida para beneficio del imperialismo. En 1998, cuando asumimos el gobierno de Venezuela, solo Fidel y Cuba sostenían la idea y nosotros la retomamos para impulsarla en Sudamérica. En el continente éramos solo nosotros. El primero de enero de 2003, asumió Lula la Presidencia de Brasil. Ya éramos dos. Y el 25 de mayo del mismo año le llegó el momento a Néstor Kirchner. No sabíamos lo que pensaba pero bastaron unas horas de conversación, después de la ceremonia, en la que estaban también presentes Fidel y Cristina, para comprobar que ahora éramos tres”.

Ceo que estas palabras de Chávez se ajustan a la verdad histórica pero debemos recordar que 1998 es el tercer intento si incluimos como segundo la década de los 60 hasta que el imperio contestó a ese anhelo con una cascada de golpes militares en la década siguiente. Los contenidos de ambas etapas no son los mismos por lo menos en su intensidad revolucionaria, pero subsiste el anhelo de independencia económica real del “diktat” imperialista y de una justicia social que ha sido bloqueada sistemáticamente por la alianza oligárquico-imperialista.

La unidad de los países sudamericanos es un proceso que tiene dos “velocidades” de acuerdo a las peculiaridades de las estructuras económicas y de las condiciones políticas de cada país, que son el ALBA y la UNASUR. La Alianza Bolivariana de las Américas es una iniciativa de Cuba y Venezuela “cuyo objetivo histórico fundamental es unir las capacidades y fortalezas de los países que la integran, en la perspectiva de producir las transformaciones estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para la continuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas”. De Sudamérica, la integran Venezuela, Bolivia y Ecuador (Además forman parte cuatro Estados caribeños incluyendo a Cuba).

La Ubión de Naciones Sudamericanas se plantea la integración continental en base a intereses económicos y comerciales comunes, dispuesta a defenderlos frente a otros bloques de países, incorporando al sistema los agrupamientos internos ya existentes como el Pacto Andino y el Mercosur y siguiendo un proceso de integración que procura repetir el de la Unión Europea. Asimismo, se propone defender a los gobiernos democráticos y pluralistas del continente así como el principio de autodeterminación vulnerados históricamente por el imperialismo y las oligarquías criollas cuando han visto sus privilegios amenazados.

Es en el aspecto político donde la UNASUR ha sido eficaz y donde el accionar de Néstor Kirchner fue brillante, quedando demostrada su capacidad negociadora en el diferendo entre Colombia y Venezuela y en el rápido accionar de la Organización para impedir el derrocamiento del Presidente ecuatoriano, Rafael Correa.

Las dos organizaciones –el ALBA y la UNASUR no se oponen sino que convergen, como, como lo señalé más arriba, a distintas velocidades. El ALBA es claramente antiimperialista y preconiza reformas internas antioligárquicas; la UNASUR no, pero al defender la autodeterminación está protegiendo el cumplimiento de la voluntad popular libremente expresada en las urnas. La profundización de esta tendencia dependerá del cumplimiento de los gobiernos con programas transformadores, con la voluntad ciudadana que los llevó a esa posición. En este camino se encuentran Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador. Otros, no tan definidos, como Uruguay y Paraguay, o por vacilaciones o por situaciones políticas complicadas, acompañan en aspectos puntuales, especialmente políticos pero no comprometen posición sobre reformas estructurales o modelos económicos.

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