jueves, 3 de diciembre de 2009

EL FRENTE AMPLIO

El Frente Amplio es la expresión política de una alianza social de los trabajadores organizados en una Central Única, las capas medias y un sector de la burguesía industrial y comercial.

El elaborador teórico de esta alianza fue el Secretario General del Partido Comunista Uruguayo, Rodney Arismendi, cuando expuso la “Declaración Programática” de su Partido en el XVII Congreso, en 1958.

En 1954, el Uruguay entró en una crisis definida por los sectores políticos de izquierda, como “estructural”, al derrumbarse los precios internacionales de los productos del agro exportables, como consecuencia del armisticio en la Guerra de Corea, en julio de 1953. Era estructural porque el volumen de la producción no podía solventar el gasto social y la protección de la industria liviana, que se había expandido en los años de bonanza de las dos grandes guerras mundiales.

El nacional reformismo había ampliado la esfera del Estado a partir de la segunda presidencia de José Batlle y Ordóñez, en 1911, nacionalizando tres bancos y los servicios eléctricos y extendiendo la gratuidad de la enseñanza pública, en 1916, a la enseñanza secundaria y a la Universidad de la República. La enseñanza primaria estatal era gratuita, laica y obligatoria desde 1877.

Estas políticas provocaron un rápido crecimiento de la clase media y de la clase trabajadora y la fundación de los partidos de izquierda, el Socialista en 1910 y el Comunista, en 1920. El batllismo se arraigó fuertemente en la clase media y en los trabajadores del Estado; el Socialismo, en la intelectualidad universitaria y el Partido Comunista, en el proletariado industrial. El papel estratégico del Estado en la economía, los servicios públicos y la educación pasó a ser en las décadas siguientes algo así como un patrimonio ideológico y cultural de la sociedad uruguaya, hasta el punto que la Dictadura oligárquico-militar (1973-1985), pese a la influencia neoliberal no pudo privatizar la refinería de petróleo, ni restablecer el pago de la matrícula en la Universidad de la República, por la oposición de un sector militar.

"La contradicción principal de la estructura económico-social del Uruguay -dice la Declaración Programática del Partido Comunista- es la contradicción entre las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y las relaciones de producción basadas en la dependencia del imperialismo y el monopolio de la propiedad privada de la tierra, que frenan ese desarrollo. Ella se expresa también en la contradicción entre el imperialismo, los latifundistas y los grandes capitalistas antinacionales, y todo el pueblo uruguayo, los obreros, agricultores y ganaderos pequeños y medios, los intelectuales y estudiantes, los empleados del Estado y privados, los jubilados y pensionistas, los artesanos y pequeños comerciantes, y la burguesía nacional..."

Arismendi agregaba: La Declaración incorpora una profesión de fe comunista, justamente en el párrafo que define el carácter de la revolución y su integración histórica en la revolución nacional-liberadora de América Latina y en la revolución socialista internacional. Caracteriza así la revolución agraria y antiimperialista, tomando en cuenta no sólo las tareas históricas y económico-sociales que debe llevar a cabo, sino considerando sus relaciones con la revolución socialista, con los ideales transformadores que son la razón de existencia de los comunistas. Este enfoque es dinámico, corresponde a la dialéctica del desarrollo social y supone el punto de vista del proletariado respecto a la revolución democrática de liberación nacional. Desde este ángulo, la revolución agraria y antiimperialista se define por su condición de "tramo inicial del camino que recorrerá el Uruguay hacia el socialismo, primera fase de la sociedad comunista, objetivo histórico de la emancipación del proletariado y meta final del Partido Comunista".

En la concepción de Arismendi, la fuerza social y política principal de este proceso debía ser la clase obrera y el Partido Comunista, respectivamente.

En 1958, fue derrotado el nacional reformismo batllista y el “voto castigo” llevó al gobierno al “Partido Blanco o Nacional” cuya base social principal eran los grandes terratenientes. Las políticas liberales –que desmantelaron toda la estructura proteccionista del batllismo- fueron respaldadas por la Asociación y Federación Rural, la Cámara de Comercio y la Asociación de Bancos. Estas políticas profundaron la crisis, contrayendo el gasto social y la estructura industrial, afectando con dureza a la clase trabajadora y a las capas medias.

Las condiciones objetivas estaban creadas para agrupar en una sola corriente a estos sectores sociales pero existían dificultades políticas para establecer un eje político Comunista-So ciclista, sobre el que debía construirse la nueva arquitectura política alternativa.

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y, especialmente, la declaración de Fidel Castro de 1961, proclamando el rumbo socialista y marxista-leninista de la Revolución, dio un impulso fundamental a la concepción del PCU y provocó una crisis en el Partido Socialista que desplazó de la Secretaría General a su fundador, el Doctor Emilio Frugoni, que condenó la vía elegida por el gobierno revolucionario cubano, colocando en su lugar a un joven político marxista-leninista, Vivián Trías, representante de una corriente juvenil renovadora y revolucionaria de ese Partido.

No obstante, los prejuicios heredados de antiguas luchas ideológicas entre ambas colectividades de izquierda demoró, hasta 1971, la concreción de la unidad a la que se sumaron sectores de los Partidos Colorado, Blanco, militares y figuras independientes. Pero el Frente Amplio –que así se llamó esta nueva fuerza política- fue esencialmente una formación montevideana, con gran capacidad de movilización. Su solidaridad con la Revolución Cubana, el surgimiento de la guerrilla tupamara y el cuadro de la “Guerra Fría”, hizo que los partidos de la oligarquía y el imperialismo desataran una campaña de terror en el interior del país que bloqueó las posibilidades de una campaña electoral limpia en 1971, ya que el país estaba bajo “Estado de Sitio” y existía una organización parapolicial, con asesoramiento norteamericano, muy activa.

La guerrilla tupamara fue derrotada en 1972 pero la oligarquía y los militares de derecha preparaban un golpe, que se concretó en dos etapas –el 9 de febrero y el 27 de junio de 2973- ante la imposibilidad de los Partidos Colorado y Blanco de gobernar con la Constitución. Este golpe fue contra el Frente Amplio.

El FA emergió de la Dictadura, en 1985, con más fuerza que antes por el papel jugado en la resistencia al régimen de fuerza. Aunque sus principales dirigentes y cuadros fueron proscriptos en el Pacto del Club Naval de 1984, cinco años después obtuvo el gobierno del Departamento de Montevideo –el más importante del país- , mostrando que era una fuerza política cuyo ascenso al gobierno era irresistible.

Sin embargo, la estrategia del PCU de 1958 y el programa del FA de 1971, sufrieron un rudo golpe con la desintegración del Campo Socialista y la Unión Soviética entre 1989 y 1991.

El PCU, que era la primera fuerza del FA, sufrió, como la mayor parte de los Partidos Comunistas del mundo occidental, una profunda crisis que alcanzó a sus fundamentos ideológicos marxistas-leninistas. El revisionismo ideológico de Mijail Gorbachov que denominó “el nuevo raciocinio”, que significaba el abandono de la filosofía marxista y su sustitución por el idealismo kantiano y, en sociología, el retorno al organicismo spenceriano, sembró la confusión en la mayoría del Comité Central del PCU que proclamó la necesidad de una “nueva concepción societal”, que no se atrevió a defenderla en un congreso extraordinario, abandonando en masa al Partido.

Esta crisis afectó la relación de fuerzas en el seno del FA, pasando a dominar las concepciones revisionistas señaladas anteriormente que eran, por otra parte, la de las capas medias. Asimismo, el abrupto cambio en la relación de fuerzas mundiales, a favor del imperialismo, alejando cualquier otro punto de apoyo ajeno a éste, y la imposición de las políticas neoliberales del “Consenso de Washington”, redujeron objetivamente el campo de maniobra, para transformaciones radicales de liberación nacional como las propuestas en el programa de 1971. Predominaron en el FA las tendencias conciliadoras con el imperialismo e incluso el distanciamiento de la integración latinoamericana, invocando el “pragmatismo”. El punto clave de este proceso fue la salida de la crisis económico-financiera de 2002, acordada por los tres partidos, con el apoyo del gobierno norteamericano y el “respaldo institucional” al gobierno responsable de la crisis, presidido por Jorge Batlle.

A pesar de esta tendencia manifiesta en el seno del Frente Amplio, a partir de 1991, los partidos tradicionales de la oligarquía, quisieron asegurarse que el FA no llegara nunca al gobierno, proyectando una reforma constitucional, en 1996, que establecía un severo balotaje para la elección presidencial, confiando en que Colorados y Blancos, sumados, conservarían la Presidencia y la mayoría absoluta parlamentaria. Sorpresivamente, esta reforma fue apoyada por el líder del Frente Amplio, General Líber Seregni, y un sector minoritario de esta coalición. El rechazo del FA a la reforma, motivó el alejamiento de Seregni de la presidencia de la Organización.

La elección de Tabaré Vázquez, con mayoría absoluta parlamentaria, en la primera vuelta, en octubre de 2004 y la de José Mujica, también con mayoría absoluta parlamentaria y con una mayoría del 52,6% en el balotaje, con nueve puntos porcentuales sobre el candidato de la coalición oligárquica, en octubre y noviembre pasado, se inscribe en el cuadro de capas sociales y políticas de la interna del Frente Amplio y su programa, es una expresión objetiva de esa realidad.

Mientras la política macroeconómica no difiere sustancialmente de las políticas en este terreno de las puestas en marcha, por los partidos Colorado y Blanco, a partir de 1985, hay sí diferencias muy notorias en el campo fiscal y, principalmente, social (Salarios, jubilaciones, Salud, Educación, Cultura y emergencia social). Es este progreso social registrado desde el 2005 la causa del contundente triunfo de Mujica.

No obstante, este proyecto –que masivamente ha ratificado la ciudadanía- mp tiene fundamentos económicos suficientemente fuertes pues está basado, en sus dos terceras partes en la inversión extranjera y en el ingreso de capitales de corto plazo protegidos por el secreto bancario y la vigencia de la banca “offshore”. La dependencia del mercado externo de las grandes cadenas productivas y la falta de un mercado interno que actúe si no como alternativa, sí como un amortiguador de una crisis en esos mercados, hacen vulnerable la continuidad de esas justas políticas sociales.

Éste será el desafío principal que tendrá que enfrentar el presidente electo, José Mujica, para seguir profundizando el proyecto de “producción y equidad”, cuyas etapas iniciales ha cumplido el primer gobierno del FA, con la aprobación de una mayoría, al término de su mandato, que sólo tuvo Luis Batlle en 1951.

Montevideo.

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