jueves, 14 de marzo de 2013

LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA ES IRREVERSIBLE


La muerte del Presidente Chávez ha replanteado el problema del proceso de integración latinoamericana del cual él fue el principal animador a partir de su ascenso al gobierno de Venezuela, en 1958. A diferencia del intento promovido por la Revolución Cubana en la década de 1960 y de las elaboraciones teóricas y acciones conconcomitantes anteriores que tuvieron en José Carlos Mariátegui y Luis Carlos Prestes a sus adalides principales entre los años 20 y 35, fundadas en interpretaciones del marxismo-leninismo en los países de  desarrollo capitalista tardío, la propuesta revolucionaria de Chávez, ideológicamente se funda en un sentimiento religioso de justicia y amor, propio de la Indoamérica pero que no exclufye el análisis materialista de las contradicciones entre la lucha de nuestros pueblos por la explotación directa de los recursos naturales y el imperialismo, especialmente el de Estados Unidos, que históricamente ha querido controlarlos como reserva estratégica de su política de hegemonía mundial. Es, al mismo tiempo, como la ha definido el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, una “Revolución Ciudadana”, enfrentada a las estructuras económicas oligárquicas, expresadas en los partidos conservadores tradicionales, aliadas al imperialismo y que no vacilan en utilizar todos los medios para derrotarla (Golpes de Estado, asesinatos de los líderes, etc.). Los libérrimos actos electorales arbitran las opciones de la ciudadanía, donde los medios de comunicación masiva, en manos de esas oligarquías, con el apoyo de las cadenas internacionales controladas por el imperialismo, son instrumentos fundamentales de manipulación de las conciencias.

No hay duda que Hugo Chávez ha sido un protagonista excepcional de este proceso y que su desaparición es un golpe muy importante para los pueblos en su lucha secular por su liberación definitiva. No obstante, creo que el proceso retomado por él, seguirá su curso, quizás a un ritmo distinto, quizás con retrocesos en el corto y mediano plazo pero que es irreversible en el largo plazo, entendiendo por éste el siglo XXI..

Mi razonamiento se apoya en dos presupuestos: uno, histórico, y otro, los acontemientos que estamos viviendo en los últimos quince años.

La historia es movimiento contínuo. Para Hegel, era la aventura de la razón; para Benedetto Croce, la aventura de la libertad y , para Carlos Marx, las luchas sociales contra lass clases explotadoras: en la Antigüedad, contra la esclaviktud; en la Edad Media contra la servidumbre y, en la época Contemporánea, contra la explotación capitalista.

El sistema capitalista, como lo señalaba Lenin, se desarrolla históricamente a saltos. El primer salto lo dio Inglaterra que se convirtió, desde finales del siglo XVIII, en la gran fábrica manufacturera del mundo convirtiendo a los demás países y colonias en sus satélites económicos, proveedores de materias primas y alimentos. Para mantener esta hegemonía tuvo que mantener guerras permanentes contra los competidores emergentes que terminaron por debilitarla, al término de la Primera Guerra Mundial, cediendo su lugar a Estados Unidos.

La Revolución socialista de Octubre de 1917 que los dirigentes del capitalismo desarrollado creían que “moriría en la cuna”, víctima del hambre, superó esta dramática fase, convirtiéndose en quince años en potencia industrial hasta ser un factor decisivo en la derrota del nazi-fascismo en la Segundea Guerra Mundial. Ya no eran las contradicciones intercapitalistas el motor de la historia sino la contradicción fundamental entre dos sistemas sociales antagónicos. En 1947 se une todo el sistema capitalista contra la URSS y la derrotan en 1991, con la ayuda de la contrarrevolución interna.

A lo largo de un desarrollo de 200 años el capitalismo  pasó de su fase comercial a la industrial y finalmente a la hegemonía del capital financiero que es una forma parasitaria del sistema ávido de acumular ganancias al margen de la plusvalía que les proporciona el trabajo. Al mismo tiempo, desde comienzos de 1970, la trasnacionalización de la industria manufacturera en procura de salarios más baratos en Asia, es aprovecha da por la República Popular China que, contando con un mercado potencial de más de mil millones de habitantes, inicia un proceso vertiginoso de industrialización que la ha coloca hoy en la segunda economía del mundo. Junto con Rusia (que conserva su poderío militar), India y Brasil, constituyen un bloque que está inclinando la balanza del capitalismo hacia Oriente mientras la gigantesca especulación financiera hunde progresivamente al sistema tradicional euro-norteamericano. El capitalismo en el Extremo Oriente, se desarrolla con fuerte regulación del Estado que se reserva para su explotación directa, las áreas estratégicas de la economía.

Es en este contexto de transición que emerge América Latina y el Caribe a la búsqueda de su independencia definitiva reivindicando la nacionalización de sus recursos y la integración para hacer realidad un bloque económico-social de más de 500 millones de habitantes. Hasta ahora, su eje principal lo constituyen Brasil, Argentina y Venezuela que siguen procesos de desarrollo de distintas características y velocidades.

El imperialismo norteamericano, en alianza con las oligarquías locales, utilizará todos los medios - políticos, subversivos y militares-, para frenar este proceso, independientemente de quien esté en la Casa Blanca, pues es el sistema dominante el que está en juego. En consecuencia, en cada uno de los países del continente, el pueblo, que lucha por la justicia social, tendrá una sola opción y no puede equivocarse porque si así ocurriera, en el corto plazo, sería un retroceso frente a un cambio de las estructuras económicas mundiales que están marcando un cambio de época.




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