miércoles, 30 de junio de 2010

NI EL G-8 NI EL G-20 ENCUENTRAN SALIDAS A LA CRISIS

Los 7 países capitalistas desarrollados más Rusia y los llamados “emergentes”, que forman parte del Grupo de los 20, se reunieron este fin de semana en Toronto, Canadá, para tratar de encontrar una política común que le permita al capitalismo superar la profunda crisis sistémica que padece, no llegaron a un acuerdo pero sí coincidieron en no agitar demasiado sus diferencias.

Cuatro problemas tenían planteados: 1) la regulación del sistema financiero; 2) la política fiscal; 3) la presunta subvaluación de la moneda de China y 4) la reducción de la deuda pública.

Sobre el primer tema, la iniciativa le correspondió a Alemania pero su propuesta de establecer un impuesto a las transacciones bancarias o el aumento del capital o la creación de un fondo de previsión, fue objetada por Gran Bretaña, Francia y Canadá, entre otros.

Sobre la política fiscal aconsejable, las diferencias fueron notables. Los países de la Zona Euro y Estados Unidos son los que tienen enormes déficits que aumentaron en el 2009, con los “planes de estímulo” para evitar la recesión, cuando estalló la crisis en Wall Street. El comercio internacional se contrajo, las industrias de exportación sufrieron el prolongado impacto, aumentó la desocupación y los subsidios y cayó la recaudación, disparándose el déficit.

Alemania es la principal acreedora de sus socios europeos y la que controla el Banco Central Europeo. Para defender el euro, se negó a seguir concediendo créditos y exigió el reembolso regular del dinero prestado. Grecia fue la prueba de toque, adoptando un drástico plan de reducción de gastos sociales, al que le han seguido España, la propia Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. La falta de confianza en el éxito de estos planes, por la masiva resistencia social, provocó la caída del euro un 30% en relación con el dólar.

Estados Unidos, apoyándose en el privilegio que tiene la Reserva Federal de emitir dólares sin respaldo, mantiene su política de expandir el déficit fiscal. No obstante, la debilidad estructural del dólar aparece enmascarada por el derrumbe del euro.

Los economistas neokeynesianos defienden esta política aunque saben que sus posibilidades están en una recuperación en el corto plazo pues si se prolonga la recesión ni la deuda ni los déficits gigantescos pueden sostenerse indefinidamente, pues sus bonos de deuda se desvalorizarían y la inflación se haría incontrolable. La deuda pública de Estados Unidos asciende al 90% del PIB y los especialistas estiman que para el 2012, llegará al 110%.

En consecuencia, no sorprende que Estados Unidos ponga el acelerador en su comercio exterior, aprovechando la devaluación de su moneda, para que actúe como motor del resto de la economía ya que la demanda interna está congelada por la deuda de las empresas y las familias que llega al 260% del PIB. Para sus estrategas económicos, el único mercado de consumo salvador, es el chino, pero para ello exigen a China que sobrevalúe su moneda –el yuan renminbi- un 25% (otros plantean el 40%) para que los productos norteamericanos sean competitivos en aquel mercado con los productos similares chinos. El gobierno chino ha expresado reiteradamente que su moneda no está subvaluada pero como gesto de “buena voluntad”, adoptó medidas para reducir un 1% su distancia con el dólar, medida que la Casa Blanca considera harto insuficiente.

En la Conferencia, el Presidente Hu Jintao reclamó una acción activa y coordinada de los países del G-20 para lo cual debe abandonar la actitud pasiva que ha tenido hasta ahora frente a una crisis financiera que es compleja y de larga duración. Tituló su intervención, según la agencia Xinua, “Trabajemos juntos para el futuro”.

El discurso de Hu, que fue aguardado por la Conferencia con gran expectativa, puso el énfasis en tres puntos: Primero, el G-20 debe elaborar una plataforma que sirva de guía para salir de la crisis. Segundo, el G-20 debe acelerar el establecimiento de un “nuevo orden financiero internacional que sea justo, equitativo, inclusivo y bien administrado". Tercero, el líder chino exhortó a promover la "construcción de un régimen comercial global abierto y libre".

El último punto del debate, estrechamente ligado al anterior, fue el del endeudamiento de los Estados, aspecto referido especialmente a la deuda pública de Estados Unidos y a la política que sigue su gobierno. Es un problema que preocupa a China, Japón y Alemania, que son sus principales acreedores., pues de continuar, como anuncian las estimaciones, será inevitable la pérdida de valor de sus bonos y las pérdidas de sus prestamistas resultaría catastrófica. Sin embargo, en esta cuestión, como en otras tres, no hubo acuerdo.

En resumen, la Conferencia fue un fracaso y el termómetro de las bolsas de valores así lo confirman. Las contradicciones intercapitalistas se agudizarán, a pesar del tono de la Declaración final, y el recurso a una guerra, quizás la extensión de la que libra Estados Unidos en el Medio Oriente, empiece a prevalecer en la cabeza de los estrategas imperialistas.

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