En la Conferencia Monetaria de Bretton Woods, en 1944,
Estados Unidos se comprometió a cambiar cada
onza troy de oro (31,10 gramos) por 35 dólares billete. Los Bancos
Centrales tomaron este billete como moneda de reserva seguros que tenían un
valor equivalente a 0,888 miligramos de oro, metal al que podían acceder en
cualquier momento..
Sin embargo, el 15 de agosto de 1971, el Presidente Nixon,
en forma unilateral, sin consultar ni informar a ningún gobierno, declaró la
flotación del precio del oro y el dólar se devaluó rápidamente. El Sistema
Monetario Internacional había quebrado, quedando a merced de la emisión de
dólares a voluntad, sin respaldo material alguno, por la Reserva Federal (Banco
Central de Estados Unidos).
Los países productores de petróleo, organizados en la OPEP,
con amplio peso de los países árabes, elevaron en octubre de 1º73 los precios
del petróleo, tomando como referencia esa devaluación y colocaron esos enormes
ingresos en los bancos norteamericanos.
Los países no productores de petróleo vieron cómo se
triplicaba su factura de este producto y los bancos, repletos de dinero,
acudieron “en su auxilio”. En Estados Unidos y Europa se estancó la economía y
aumentó la inflación. En América Latina, las dictaduras militares instaladas
por Estados Unidos para aplastar cualquier intento de revolución social y que suponían que bastarían los
productos del agro y del subsuelo para sostenerse, se encontraron con un
fenómeno económico que no estaba en sus planes.
Pero la Escuela de Economía de Chicago, dirigida por Milton
Friedman, tenía la solución: la reducción a un mínimo del Estado, otorgándole
todo el poder y la libertad al mercado. En estas condiciones, los préstamos de los bancos extranjeros pondrían
en marcha la economía, con una seguridad ajena a todo riesgo económico y
político. El propio Friedman se trasladó a Santiago, invitado por Pinochet,
para dirigir esta experiencia mientras su Escuela de Chicago preparaba a
jóvenes economistas latinoamericanos en la doctrina neoliberal que agitaba con
entusiasmo las ideas de Adam Smith. Estos “Chicago Boys”, serán los tecnócratas
civiles de las dictaduras entre 1973 y 1982.
La economía estadounidense no funcionaba y James Carter
perdió su reelección en 1980, a manos del republicano Ronald Reagan que llegó a
la Casa Blanca rodeado de “chicaguinos”. El año anterior, en Inglaterra, el
electorado le dio la victoria a Margaret Thatcher que fue investida como Primer
Ministro dispuesta a demoler lo que quedaba del “Estado de Bienestar” que había
montado el Partido Laborista en la postguerra.
Los “chicaguinos” de Reagan eran llamados por la prensa
yanqui “economistas del lado de la oferta” (“economists supply side”), opuestos
a los neokeynesianos –“economistas del lado de la demanda” (economists demand
side”). Querían destruir el prestigio
del “New Deal” de Franklin Roosevelt que había sacado a la economía de la Gran
Depresión de 1929, mediante la activa intervención del Estado. Sostenían
que si se eliminaban las “barreras” fiscales a los inversores, aumentaría la
oferta de dinero a bajos intereses, estimulando la producción y la creación de
empleo.
Estados Unidos atravesaba una crisis de “estancamiento con
inflación” (“stagflation”) y en 1979, un banquero del Chase Manhattan Bank
(Grupo Rockefeller), Paul Volcker, fue designado por el Presidente Carter,
Presidente de la Reserva Federal. Volker se propuso eliminar la inflación,
reduciendo la emisión de dinero circulante. El objetivo fue alcanzado pero
provocó un “schok” financiero y económico en Estados Unidos y en los países que
estaban endeudados pues, al escasear el
dinero, se produjo un aumento abrupto de la tasa de interés que, en 1981
llegaron al 15% anual. Reagan había asumido este año y confirmó a Volcker en el
cargo, función que desempeñó hasta 1987.
La recesión no se hizo esperar y en los países latinoamericanos
donde los capitales habían ingresado con facilidad por las políticas de los
“Chicago Bous”, se produjo una fuga masiva de retorno a EE.UU. que aumentaron
los recursos del gobierno y las reservas monetarias, dinero que el Presidente
Reagan se proponía invertir en la creación del sistema coheteril extra
terrestre, desafío armamentista que la Unión Soviética no estaba en condiciones
de afrontar. En otras palabras, mediante
este mecanismo, Reagan utilizaba el dinero invertido en los países emergentes
para financiar su proyecto de lograr una ventaja militar estratégica decisiva
que pusiera de rodillas a la urss.
Las dictaduras militares que, según “Búsqueda”, habían
llegado para regenerar a las democracias, perdieron pie. Tuvieron que devaluar
las monedas en 1981 y 1982, en algunos casos suspender el pago de la deuda (México, Brasil, Ecuador) y enfrentar
la recesión. La crisis económica, la Guerra de las Malvinas y las masivas y
organizadas movilizaciones populares las obligaron a entregar el gobierno (Argentina)
o encauzar salidas con gobiernos de transición como en Brasil y Uruguay.
- II –
El Luego de
una elección democrática, Raúl Alfonsín asumió la Presidencia de la República
Argentina, el 10 de diciembre de 1983, con un mandato de seis años. Tenía que
resolver graves problemas políticos y económicos, internos y externos.
Estados
Unidos estaba en el banquillo de los acusados. Había apoyado el golpe de Estado
militar de 1976, había respaldado con entusiasmo la política neoliberal de
Martínez de Hoz, prometió apoyo al General Leopoldo Galtieri en el operativo de
recuperación de las Islas Malvinas (apoyo que luego le retiró) y, finalmente
estimuló, con la manipulación del dólar, la fuga de capitales que sumió al país
en una profunda crisis.
Alfonsín
retomó la línea de política exterior independiente de Yrigoyen y Perón. La OEA,
digitada por Estados Unidos, estaba en crisis porque no se pronunció sobre la
intervención militar del Reino Unido en las Malvinas; Estados Unidos había
abandonado la “Doctrina Monroe” que inspiraba su política hacia América Latina
(“Cualquier ataque de una potencia extracontinental contra una República
Sudamericana será considerado un ataque contra Estados Unidos”), optando por su
apoyo a Gran Bretaña –potencia extracontinental- a cuya alianza en la OTAN le
daba prioridad. Por otra parte, Reagan se había propuesto derribar al gobierno
revolucionario de Nicaragua, creando una brigada de “contras” en la frontera de
Honduras.
El
presidente argentino, contando con la presencia en la Cancillería de un activo
y hábil diplomático –Dante Caputo-, restableció las relaciones con Cuba,
fomentó la creación del “Grupo de Contadora” como alternativa a la
desprestigiada OEA, para impedir la acción de los “contras” y abordó el tema de
la deuda que afectaba a todos los países latinoamericanos.
Los días 21
y 22de junio de 1984 se reunieron en Cartagena de Indias, 11 países
sudamericanos, representados por sus Cancilleres y Ministros de Economía, bajo
la presidencia del mandatario colombiano, Belisario Betancur. Esos países,
fueron: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú,
República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
La idea
argentina era constituir un “Club de Dudores”, como grupo de presión para
negociar con los bancos, países acreedores y el Fondo Monetario Internacional,
de modo que reconocieran que vista la magnitud del endeudamiento de América
Latina. no eran viables las “fórmulas ortodoxas” de austeridad que frenaban el
desarrollo y volvían permanente el endeudamiento. Era necesaria una quita
importante del capital y de los intereses.
Esta
propuesta había sido elevada, meses antes, al Grupo de los 7, reunido en
Londres, de los países más industrializados, sin una respuesta favorable, pues
insistían en las recetas recesivas del FMI y la obligación de pagar toda la
deuda con sus intereses. No rechazaba la negociación pero esta debía ser
bilateral, país por país. Frente a esta
posición intransigente, el Encuentro de Cartagena, mostró la distancia de
diversos países de la posición argentina que la mayoría acepto, iniciáncose una
negociación caso por caso..
El consenso
alcanzado se limitó a establecer un régimen de seguimiento colectivo y
consultas. México tuvo que devaluar el peso en agosto de 1976 para obtener
préstamos del FMI y los bancos. Los restantes países latinoamericanos,
siguieron el mismo caminon, renovando deuda con intereses más altos, recibiendo
“fondos frescos” (más deuda) y aplicando medidas recesivas Para pagar. La
propuesta alfonsinista de unirse para tener más fuerza en la negociación, había
fracasado. El gobierno puso en marcha una reforma monetaria –Plan Austral- para
combatir la inflación situada en un 2% mensual (26,8% anual). Se basaba en una
“terapia de Schock”: devaluación y congelación de precios y salarios. Mantuvo
el crédito a la producción, produciéndose una importante expansión del dinero
circulante. El año siguiente se liberaron los precios y salarios y se disparó
nuevamente la inflación, sumándose la fuga de capitales atraídos por los altas
tasas de interés de Estados Unidos.
Al fracasar
el proyecto de “Club de Deudores”, Alfonsín buscó otro camino que será más
largo para alcanzar la integración. En marzo de 1985, asumíó la Presidencia de
Brasil, José Sarney, dejando atrás 21 años de dictadura militar. El retorno del
país vecino a la democracia y el peso de las fuerzas nacionalistas en el nuevo
gobierno, motivaron al gobierno de Buenos Aires a proponer al gigante del norte
un plan de integración económica bilateral.
- III –
Los
presidentes Alfonsín y Sarney se encontraron en Foz de Iguazú, el 30 de
noviembre de 1985, en la inauguración del puente binacional, “Tancredo Neves”,
nombre acordado por ambos gobiernos en homenaje al presidente de la transición
que no pudo asumir por padecer una grave enfermedad, sustituyéndolo el Vice
Sarney. Neves murió un mes más tarde de la fecha en que debía comenzar su
mandato.
Pero el
encuentro presidencial tuvo un alcance mucho más amplio que la instancia
ceremonial. En la Declaración final trazaron las líneas generales de una
política binacional, de proyección continental, que se iría procesando en los
años siguientes. El Numeral 7, realiza el diagnóstico de la situación: “Los
presidentes coincidieron en el análisis de las dificultades por las que atraviesa
la economía de la región, en función de los complejos problemas derivados de la
deuda externa, del incremento de las políticas proteccionistas en el comercio
internacional, del permanente deterioro de los términos del intercambio, y del
drenaje de divisas que sufren las economías de los países en desarrollo”.
El numeral
siguiente agrega: “Concordaron igualmente
en cuanto a la urgente necesidad de que América Latina refuerce su poder de
negociación con el resto del mundo, ampliando su autonomía de decisión y
evitando que los países de la región continúen vulnerables a los efectos de
políticas adoptadas sin su participación. Por ello, resolvieron conjugar y
coordinar los esfuerzos de los respectivos gobiernos para la revitalización de
las políticas de cooperación e integración entre las naciones
latinoamericanas”.
Y el Numeral
18 de la “Declaración de Iguazú” concluye: “Dentro
de ese espíritu expresaron su firme voluntad política de acelerar el proceso de
integración bilateral. En armonía con los esfuerzos de cooperación y desarrollo
regional, expresaron su firme convicción de que esta tarea debe ser
profundizada por los gobiernos con la indispensable participación de todos los
sectores de sus comunidades nacionales,
a quienes convocaron a unirse a este esfuerzo, ya que cabe también a ellos
explorar nuevos caminos en la búsqueda de un espacio económico regional
latinoamericano”.
La semilla
del MERCOSUR estaba sembrada pero ambos países no pudieron instrumentarlo de
inmediato; el voluminoso endeudamiento los acosaba; la recesión, el desempleo y
el déficit fiscal aumentaron mientras la inflación se disparó, perdiendo ambos
Estados la capacidad de controlarla, sin sacrificar a la población de menores
recursos.
El Mercado
Común del Sur fue creado por el Tratado de Asunción, el 26 de marzo de 1991.
Los presidentes firmantes fueron: Carlos Saúl Menem, por Argentina; Fernando
Collor de Mello, por Brasil; Andrés Rodríguez, por Paraguay y Luis Alberto
Lacalle Herrera, por Uruguay.
El
instrumento jurídico había sido creado pero la puesta en práctica de sus
objetivos fue muy lento en esa década. En 1991 se produjo la desintegración de
la Unión Soviética quedando los países subdesarrollados a merced del capital
financiero cuyo motor principal se encuentra en Wall Street. Dos años depués,
los banqueros llegaron en Washington a un “Consenso” de políticas económicas
que exigirían a todos los países que solicitaran préstamos o requirieran
inversiones directas y de portafolio: ajuste fiscal, privatización de las
empresas públicas, flexibilización laboral y apertura irrestricta al ingreso y
salida de capitales, entre otras medidas. La prioridad era pagar la deuda y el
FMI, con la colaboración de las Calificadoras de Riesgo se encargó de
monitorear el cumplimiento de estas reglas.
Los cuatro
países del MERCOSUR se sometieron a las exigencias anteriores. En 1999, Brasil
devaluó; Argentina le siguió en enero
del 2002 y Uruguay seis meses después, multiplic´nadose la deuda en moneda
extranjera. La causa principal, fue la gran especulación con el movimiento de
capitales “calientes” que comenzó en 1997 en los llamados “Tigres Asiáticos” (Thailandia, Malasia, Indonesia, Filipinas,
Taiwán. Hong Kong y Corea del Sur. En 1998, la crisis alcanzó a Rusia. El
Primer Ministro de Malasia, Mohamed Mahathir, culpó al mega especulador
húngaro-estadounidense, George Soros, de ser responsable de la fuga masiva de
capitales que obligaron a una devaluación en cadena de sus monedas.
Sin embargo,
Malasia dio al mundo un ejemplo aleccionador. Rechazó el “salvataje” propuesto
por el FMI, sobre la base de sus “planes de ajuste” y adoptó un severo control
de cambios, deteniendo la fuga de capitales. Las medidas dieron resultado y en
un año, Malasia se recuperó, mientras que los otros países afectados de la
región, vieron la multiplicación de sus deudas, una prolongada recesión y una
mayor dependencia del capital especulativo.
- IV –
El Tratado
de Asunción establece, para el período de transición de tres años, los
siguientes objetivos (Art. 51): a) un Proglrama de Liberación Comercial; b) la
coordinación de políticas macroeconómicas; c) un arncel externo común; la
adopción de acuerdos sectoriales con el fin de organizar la utilización y
movilidad de los factores de producción
y alcanzar escalas operativas eficientes.
En los
hechos, en ese momento, era una “declaración de buenas intenciones”, porque
cada país, con un insoportable endeudamiento, había recurrido al Fondo
Monetario Internacional que había adoptado las “recomendaciones” del Consenso
de Washington..
Argentina y
Brasil realizaron una reforma monetaria para “contener la hiperinflación”. El
primero “ató” el peso al dólar, con una conversión fija de 1 x 1”. El Banco Central era privado
de su potestad de crear dinero, condición que quedaba sjupeditada al ingreso de
dólares de modo que si los dólares se fugaban, el país quedaría sin circulante. (Presidente Carlos Menem, Ministro de
Economia Domingo Cavallo).
Brasil, por
su parte, implementó el “Plan Real” que entró en vigencia el 1º de julio de
1994. La moneda tradicional, el “Cruceiro” fue sustituida por el “Real”. El
plan era progresivo y había
comenzado en junio del año anterior, con un ajuste fiscal y privatización de
empresas del Estado. Le siguió la instrumentación de una “unidad reajustable de
valor” (URV), “atada” a la cotización del dólar. Los precios y salarios se reajustaban por el valor de esa
unidad. La tercera etapa fue la eliminación del cruceiro a razón de 2750 por cada “Real” estando limitada su emisión
al nivel de reservas internacionales (Presidente
Itamar Franco, Ministro de Economía Fernando H. Cardoso). Como Argentina, si
los dólares se fugaban, se reducía al nivel existente el circulante en moneda
nacional).
Em Uruguay,
el gobierno del Dr. Luis Lacalle Herrera impulsó una Ley de Ajuste Fiscal, con severa restricción
de los salarios y aumento de impuestos, así como una política cambiaria
constituida por dos bandas, una comercial donde el precio del dólar era
preanunciado y una banda libre, regulada por la oferta y la demanda. Lacalle
suprimió, además, los Consejos de Salarios e intentó vender empresas públicas,
propósito que fracasó por el resultado adverso del Plebiscito del 13 de
diciembre de 1992.
Julio María
Sanguinetti, en su segundo período presidencial -1995-2000-, continuó con la
política de “ajuste fiscal” teniendo como prioridad el pago de la deuda
externa.
Paraguay, el
cuarto miembro del MERCOSUR, para ingresar a esta organización tuvo que
librarse del dictador Alfredo Stroessner y esta tarea la cumplió, en febrero de
1989, su consuegro el General Andrés Rodríguez, mediante un incruento Golpe de
Estado Militar. Curiosamente, el ex dictador fue exiliado en Brasilia, bajo la
protección del gobierno brasilero. Rodríguez llamó enseguida a elecciones,
alcanzando la Primera Magistratura, ahora con la etiqueta de presidente
constitucional.
La economía
tuvo un repunte en los dos primeros años
pero la crisis en sus dos vecinos gigantes, contrajo su comercio agroganadero y
la gigantesca corrupción hizo el resto. Desaparecieron las reservas de oro sin
que hasta hoy se sepa que pasó con 8 mil quilogramos del preciado metal. En
1993, Rodríguez llamó a elecciones resultando triunfante su candidato, el
Ingeniero Juan Carlos Wasmosy, presidente del consorcio paraguahyo que
participó en la construcción de la Represa
Binacional de Itaipú.
Wasmosy
contó con el asesoramiento del economista
“Chicago Boy” Hernán Buchi, de la Escuela Económica (Neoliberal) de Chicago
que implementó el plan económico del dictador chileno Augusto Pinochet. Puso en
marcha la privatización de las emoresas públicas pero pronto salieron a luz los
negociados del propio Wasmosy y el círculo íntimo de familiares y empresarios
que lo rodeaban. En esta pelea por el botín, dividió a su partido, el Colorado,
perdiendo el respaldo parlamentario. La economía y las finanzas se desplomaron,
y solo un sinfín de maniobras políticas le permitieron llegar al término de su
mandato, en 1998.
Los “planes
de austeridad” impuestos por el Consenso de Washington y monitoreados por el
FMI, síndico del capital financiero occidental dominante, ampliaron la brecha
social en América Latina entre ricos y pobres. El 27 de febrero de 1989 se
produjo en Caracas un estallido
social, cuando el recién posesionado Presidente, Carlos Andrés Pérez, que había llegado a ese cargo con un
amplísimo respaldo popular, prometiendo resolver la crisis económica que le
habían dejado sus predecesores, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi (abultado
crecimiento de la deuda externa, elevado
déficit fiscal e inflación)), decidió aplicar un “paquete económico de shock”, preparado por el FMI, que
tocaba todos los aspectos claves de la economía y las finanzas: liberación de
precios, control de sueldos y salarios, cambio único libre y flotante,
eliminación de aranceles a las importaciones, liberación de las tasas activas
de interés, reducción abrupta del déficit fiscal con aumento del precio del
petróleo y de las tarifas públicas incluyendo el transporte urbano e
interestatal.
El 27 de
febrero, el gobierno decretó el aumento, por tres meses, en un 30% de los
derivados del petróleo y un 30% las tarifas de transporte, anunciando que, al
cabo de este plazo, los aumentos serían del 100%. En forma espontánea, decenas
de miles de pobres de las estribaciones montañosas que rodean a Caracas, se
volcaron a las calles y hasta el 8 de marzo tuvieron en jaque a la policía y al
ejército que salió a reprimir con todos sus
medios. Fue una masacre que el gobierno estimó en 270 muertos pero que fuentes
extraoficiales sitúan, entre muertos y desaparecidos, más de 3000 víctimas.
Este baño de
sangre, realizado para satisfacer “las obligaciones” con la especulación financiera internacional, impactó en la
conciencia de vastos sectores sociales, incluyendo a las Fuerzas Armadas. Entre
los represores se encontraba un joven oficial de la Brigada de Paracaidistas, el
Teniente Coronel Hugo Chavez Frías
que, junto con otros compañeros de armas decidieron derrocar al Presidente
Pérez. Este intento fue el 4 de febrero de 1882, El Golpe fracasó; Chávez
asumió toda la responsabilidad y fue encarcelado. Estuvo dos años sin ser
juzgado y el 17 de marzo de 1994, por indulto del Presidente Rafael Caldera,
recobró la libertad. Durante este
tiempo, su prestigio había crecido exponencialmente entre los pobres de su país
y al abandonar la prisión se dedicó a la actividad política, fundó el
Movimiento Quinta República, obteniendo –la
coalición de izquierda que encabezaba-,
una aplastante victoria en las elecciones del 6 de diciembre de 1988, logrando
el 56’5% de los votos emitidos. Asumió la Presidencia de Venezuela, el 2 de
febrero de 1999.
Durante la
campaña electoral, Chávez había prometido la reforma de la Constitución de
1961, si obtenía la victoria. Logrado el triunfo, el 25 de abril convocó un
referéndum constituyente que fue aprobado por el 81% de los votos sufragados.
La Asamblea Nacional Constituyente aprobó una nueva Constitución que fue
ratificada por referéndum, el 20 de noviembre de ese año, por un 71% de los
votos.
El nuevo
texto constitucional establece la República Bolivariana de Venezuela, amplía
los derechos individuales –políticos, económicos, sociales y culturales-, crea
un Poder Ciudadano, introduce
“Referéndums revocatorios” en la mitad de todos los mandatos ejecutivos, crea
una sola Cámara –la Asamblea Nacional-, las “leyes habilitantes” y un programa
económico que declara propiedad de la nación los recursos del subsuelo,
plataforma marítima y contrario al
interés social la existencia de latifundios. En la misma línea, la Constitución
incluye en el TITULO VI (DEL SISTEMA SOCIOECONOMICO -Capítulo I) una serie de
principios sobre el Régimen Socioeconómico y la Función del Estado en la
Economía. El artículo 299, expresa como definición general: “El régimen
socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los
principios de justicia social, democratización, eficiencia, libre competencia,
protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar
el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la
colectividad. El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el
desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de
trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población
y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad
jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del
crecimiento de la economía, para garantizar una justa distribución de la
riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de
consulta abierta”.
Es un cambio
radical de las constituciones liberales que si bien fueron extendiendo, con el
tiempo, los derechos políticos, económicos y sociales, no le dieron el sustento
de una plataforma económica que, en la realidad haga posible la existencia de
aquellos derechos.
La fecha del
ascenso de Chávez a la Presidencia -2 de febrero de 1999-, es clave para
comprender todo un movimiento que se extiende por América Latina y el Caribe,
(Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Nicaragua, Guyana), destinados a
romper la dependencia del capital financiero vía deuda externa, proceso o
“nueva Época en la cual nos
encontramos.
Con las
diferencias que tienen las estructuras económicas de cada país, pueden
señalarse algunas características comunes: reducción de la deuda externa,
defensa y explotación por el Estado de los recursos estratégicos, distribución
del ingreso acompasando el crecimiento económico, atención preferente a la
educación y la salud, control macroeconómico dentro de límites manejables
(déficit fiscal y déficit comercial) política exterior independiente,
participación democrática del pueblo, protección de los sectores más débiles de
la sociedad, reconocimiento y desarrollo de las culturas originarias, entre
otras políticas que se han impulsado, en los países nombrados, en estos 14 años.
En este
contexto, el MERCOSUR comienza a andar, aunque la ausencia de una “coordinación
macroeconómica” entre sus meimbros, como lo establece el Tratado de Asunción
provoca tensiones internas por las prioridades que cada país le otorga a los
sectores motores de su economía. La incorporación de Venezuela, en junio de
2012, y la próxima de Bolivia, irán ampliando los vínculos económicos,
comerciales, financieros, sociales y culturales que fortalecerán la presencia
de América Latina en una estructura global multipolar de intensa competitividad
económica, tecnológica y cultural.
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