El Medio
Oriente se ha transformado en una “Caja de Pandora”, que se abre, cada día,
para mostrarnos, sorpresas y contradicciones inimaginables.
Esatados
Unidos y Gran Bretaña tuvieron, hasta 1979, con excepción de Iraq, Siria y
Egipto, el control económico y político de esta estratégica región petrolera. El triunfo
de la Revolución Islámica, en Irán, fue una derrota estratégica, compensada con
la defección de Anwar El Sadat que cambió a Egipto de bando y pasó a proteger
la “espalda” de Israel.
Irán se
convirtió en el principal enemigo. Su asistencia económica y militar a Hezbollah,
en el Líbano y Hamas, en la Franja de Gaza, a través de Siria, le impedía a
Israel su objetivo de restaurar el antiguo Reino de David, como cabecera de puente del
imperialismo anglo-norteamericano en la zona.
Otro
contratiempo fue la intervención soviética en Afganistán, en 1979. Estados
Unidos creó el grupo de militantes islámicos “Al Qaeda”, bajo la jefatura de
Bin Laden, miembro de la familia real saudita.”Los hijos de Alá”, triunfaron
pero adquirieron conciencia de sus propias fuerzas y quisieron desprenderse de
la tutela norteamericana. El ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono,
el 11 de setiembre de 2001, le permitió a Estados Unidos descubrir a un nuevo
enemigo, desaparecido ya,, el “peligro comunista”. La emprendieron contra
Afganistán pero Al Qaeda, en realidad, no era el enemigo, sino Saddam Hussin
que tampoco quería la presencia de Israel en el Medio Oriente. Cayó Saddam pero los norteamericanos no pudieron
establecer el gobierno que querían y al final se lo entregaron a la mauyoría
chiita, aliada de Irán.
Esta
solución no les agradó a Arabia Saudita, Qatar, los Emiratos Árabes y Bahrein,
islámicos sunnitas y socios de Washington y Londres en la explotación petrolera
de la región. La “Hermandad Musulmana de Sunnitas” incrementó su organización y
aprovechando el desgaste de la dictadura de Mubarak, en Egipto y las acciones
del movimiento estudiantil universitario, venció en elecciones limpias. El
nuevo gobierno egipcio ofreció enseguida su solidaridad a Hamas, denunciando la
política recolonizadora de Palestina por Israel. A un año de haber asumido el
gobierno de la Hermandad Musulmana, un golpe de Estado Militar lo derribó y restableció
la política exterior de Mubarak que protegía, desde el Sinaí, a Israel.
Pero la “seguridad”
de Israel conservaba su flanco débil desde el Líbano, donde opera Hezbollah, y
recibe ayuda de Irán y Siria. En consecuencia, era necesario derribar al
Presidente, Bachar Al Assad, y colocar allí a un gobierno de la Hermandad
Musulmana. Turquía, miembro de la OTAN y que tiene un gobierno de la “Hermandad”,
se encargó de esta tarea, organizando la “resistencia democrática” contra Assad
y dotando de armamento y recursos financieros proporcionados por Qatar y Arabia
Saudita, a dos organizaciones militares, el Frente As Nura y el Emirato
Islámico, dos ramas de Al Qaeda.
Estados
Unidos se había comprometido a intervenir directamente para derribar a Assad,
pero Obama cambió de posición, después de una reunión con Putin en la Cumbre
del G-20, en San Petersburgo, los días 5 y 6 de setiembre de 2013.
De este
contacto presidencial, surgieron dos decisiones importantes: la entrega por el
gobierno de Siria de todo su arsenal de armas químicas y la posición del nuevo presidente
de Irán, de buscar un acuerdo sobre la producción de uranio enriquecido de modo
que no comprometa la generación de su Planta Nuclear y al mismo tiempo disipe
los temores de Occidente y, particularmente Israel, de su ulización en
armamento nuclear.
Rusia venía
insistiendo, y es unos de los puntos principales de su política exterior, que
una desestabilización del Medio Oriente, con una guerra entre sectores
religiosos y sectores laicos sería perjudicial
para los intereses de todos y que era necesaria una acción conjunta para
impedir el caos.
El cambio de
posición de Estados Unidos fue considerada una traición por el Emirato Islámico
y el Frente Al Nusra (también por Turquía), que vieron perdida la oportunidad
del derrocamiento de Bachar Al Assad. El ataque de Israel a la Franja de Gaza
no es tampoco ajeno a su decepción por este viraje de Estados Unidos.
Presionado
por el Partido Republicano, los sectores de derecha de su Partido y el
Pentágono, Obama resuelve mostrar sus “músculos” en Ucrania, al apoyar el golpe
de una derecha fascista que se estaba preparando en Polonia desde hacía tiempo.
El golpe triunfó pacialmente pero la acción rápida de Rusia le permitió
recuperar Crimea y evitar la instlación de la OTAN en el puerto de Sebastopol. La
resistencia de la población ruso-parlante del este de Ucrania, impidió a los
golpistas de Kiev lograr su objetivo de convertir a Ucrania en un espacio anti
ruso. Un nuevo fracaso de Estados Unidos.
La impresión
de los especialistas estadounidenses es que la Casa Blanca no tiene una clara
estrategia en el Medio Oriente y que da “palos de ciego” que están golpeando a
sus aliados en la región como Israel, Arabia Saudita, Jordania, Qatar y los
Emiratos Árabes, que amenazan convertirse en un “boomerang”. En esta complicada
serie, Estados Unidos acaba de sufrir otra derrota en Yemen donde acaba de ser
derrocada la dictadura que contaba con su sostén.
La decisión
de destruir al Emirato Islámico no cuenta con el apoyo de Gran Bretaña, Turquía
y Alemania. La coalición que ha logrado Obama, de países árabes, es muy frágil.
El “Califa” Ibrahim, del Estado Islámico de Siria, Iraq y El Levante (ISIS o
ISIL), ha sido un hombre de confianza de la CIA, como lo fue Bin Laden, en
1979. Controla la tercera parte de Siria, en el norte y dispone de fuerzas bien
adiestradas y un respaldo importante de la población. Los jefes del Pentágono
han manifestado que los ataques aéreos no pueden destruirlo y que una
intervención terrestre prolongaría la guerra por muchos años, convirtiéndola en
un nuevo Vietnam.
Los últimos
informes de fuente estadounidense expresan que el objetivo de estos ataques es
impedir la consolidación del ISIS en Iraq, no en Siria. Si esto es así, Estados
Unidos puede virar nuevamente su política, dándole el apoyo suficiente para
derrocar a Bachar Al Assad. Este es lo que piensan los halcones de Israel que
amenazan con reanudar los ataques a la Franja de Gaza si no hay un cambio de
gobierno en Siria.
Si este
objetivo es alcanzado, el siguiente separar al Cáucaso de Rusia. Uno de los
jefes militares del Estado Islámico, es checheno. Con una guerra civil en esta
zona, estaría en peligro la Federación Rusa y su alianza con China que es, al
final de cuenta el enemigo estratégico que amanza su hegemonía mundial.
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