La muerte del Presidente Chávez ha replanteado el problema
del proceso de integración latinoamericana del cual él fue el principal
animador a partir de su ascenso al gobierno de Venezuela, en 1958. A diferencia del
intento promovido por la
Revolución Cubana en la década de 1960 y de las elaboraciones
teóricas y acciones conconcomitantes anteriores que tuvieron en José Carlos
Mariátegui y Luis Carlos Prestes a sus adalides principales entre los años 20 y
35, fundadas en interpretaciones del marxismo-leninismo en los países de desarrollo capitalista tardío, la propuesta
revolucionaria de Chávez, ideológicamente se funda en un sentimiento religioso
de justicia y amor, propio de la Indoamérica pero que no exclufye el análisis
materialista de las contradicciones entre la lucha de nuestros pueblos por la
explotación directa de los recursos naturales y el imperialismo, especialmente
el de Estados Unidos, que históricamente ha querido controlarlos como reserva
estratégica de su política de hegemonía mundial. Es, al mismo tiempo, como la
ha definido el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, una “Revolución
Ciudadana”, enfrentada a las estructuras económicas oligárquicas, expresadas en
los partidos conservadores tradicionales, aliadas al imperialismo y que no
vacilan en utilizar todos los medios para derrotarla (Golpes de Estado,
asesinatos de los líderes, etc.). Los libérrimos actos electorales arbitran las
opciones de la ciudadanía, donde los medios de comunicación masiva, en manos de
esas oligarquías, con el apoyo de las cadenas internacionales controladas por
el imperialismo, son instrumentos fundamentales de manipulación de las
conciencias.
No hay duda que Hugo Chávez ha sido un protagonista
excepcional de este proceso y que su desaparición es un golpe muy importante
para los pueblos en su lucha secular por su liberación definitiva. No obstante,
creo que el proceso retomado por él, seguirá su curso, quizás a un ritmo
distinto, quizás con retrocesos en el corto y mediano plazo pero que es
irreversible en el largo plazo, entendiendo por éste el siglo XXI..
Mi razonamiento se apoya en dos presupuestos: uno,
histórico, y otro, los acontemientos que estamos viviendo en los últimos quince
años.
La historia es movimiento contínuo. Para Hegel, era la
aventura de la razón; para Benedetto Croce, la aventura de la libertad y , para
Carlos Marx, las luchas sociales contra lass clases explotadoras: en la
Antigüedad, contra la esclaviktud; en la Edad Media contra la servidumbre y, en la época Contemporánea ,
contra la explotación capitalista.
El sistema capitalista, como lo señalaba Lenin, se
desarrolla históricamente a saltos. El primer salto lo dio Inglaterra que se
convirtió, desde finales del siglo XVIII, en la gran fábrica manufacturera del
mundo convirtiendo a los demás países y colonias en sus satélites económicos,
proveedores de materias primas y alimentos. Para mantener esta hegemonía tuvo
que mantener guerras permanentes contra los competidores emergentes que
terminaron por debilitarla, al término de la Primera Guerra
Mundial , cediendo su lugar a Estados Unidos.
La Revolución socialista de Octubre de 1917 que los
dirigentes del capitalismo desarrollado creían que “moriría en la cuna”, víctima
del hambre, superó esta dramática fase, convirtiéndose en quince años en
potencia industrial hasta ser un factor decisivo en la derrota del
nazi-fascismo en la Segundea Guerra
Mundial. Ya no eran las contradicciones intercapitalistas el
motor de la historia sino la contradicción fundamental entre dos sistemas
sociales antagónicos. En 1947 se une todo el sistema capitalista contra la URSS
y la derrotan en 1991, con la ayuda de la contrarrevolución interna.
A lo largo de un desarrollo de 200 años el capitalismo pasó de su fase comercial a la industrial y
finalmente a la hegemonía del capital financiero que es una forma parasitaria
del sistema ávido de acumular ganancias al margen de la plusvalía que les
proporciona el trabajo. Al mismo tiempo, desde comienzos de 1970, la
trasnacionalización de la industria manufacturera en procura de salarios más
baratos en Asia, es aprovecha da por la República Popular China
que, contando con un mercado potencial de más de mil millones de habitantes,
inicia un proceso vertiginoso de industrialización que la ha coloca hoy en la
segunda economía del mundo. Junto con Rusia (que conserva su poderío militar),
India y Brasil, constituyen un bloque que está inclinando la balanza del
capitalismo hacia Oriente mientras la gigantesca especulación financiera hunde
progresivamente al sistema tradicional euro-norteamericano. El capitalismo en el
Extremo Oriente, se desarrolla con fuerte regulación del Estado que se reserva
para su explotación directa, las áreas estratégicas de la economía.
Es en este contexto de transición que emerge América Latina
y el Caribe a la búsqueda de su independencia definitiva reivindicando la
nacionalización de sus recursos y la integración para hacer realidad un bloque
económico-social de más de 500 millones de habitantes. Hasta ahora, su eje
principal lo constituyen Brasil, Argentina y Venezuela que siguen procesos de
desarrollo de distintas características y velocidades.
El imperialismo norteamericano, en alianza con las
oligarquías locales, utilizará todos los medios - políticos, subversivos y
militares-, para frenar este proceso, independientemente de quien esté en la Casa Blanca , pues es
el sistema dominante el que está en juego. En consecuencia, en cada uno de los
países del continente, el pueblo, que lucha por la justicia social, tendrá una
sola opción y no puede equivocarse porque si así ocurriera, en el corto plazo,
sería un retroceso frente a un cambio de las estructuras económicas mundiales
que están marcando un cambio de época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario