La estimación del Informe de la CEPAL del 11 de diciembre,
es un crecimiento económico, para Brasil, del 1,6%, junto con Paraguay. El
indicador es preocupante, poruqe Brasil, por el tamaño de su economía y su
mercado, es la “locomotora” de América Latina y principalmente de sus vecinos
como Argentina y Uruguay que son sus principales socios comerciales en el
Mercosur.
El economista brasileño, Luiz Bresser-Pereira, en su
artículo quincenal para “Folha de Sao Paulo”, del 3 de diciembre, atribuye esta
situación a la política económica seguida por los gobiernos desde 1999 y que la
Presidente, Dilma Rousseff, ha procurado corregir, con escaso éxito. La causa
principal estaría en la política brancocentrtalista, con una tasa de referencia
_Selic- que ha permanecido muy alta, llevada a ese nivel, para atraer capitales
extranjeros y un tipo de cambio fluctuante, que ha sobrevaluado el real (al
entrar en forma masiva capitales), estimulando las importanciones con creciente
perjuicio para las exportaciones industriales.
Bresser, que es un neodesarrollista que asigna a la
industria un papel estratégico en el desarrollo económico del país, es
partidario de un cambio administrado competitivo o un sistema de cambios
múltiples, así como impuestos a las exportaciones de “commodities”, con precios
externos elevados, cuyos recursos sean volcados a la inversiones en
infraestructura, en las ramas industriales y en la inversión social.
Los efectos de la sobrevaluación del real han sido negativos
para la industria, cuando Estados Unidos devalúa el dólar, la Zona Euro entra en
profunda recesión y China y otros países asiáticos tienen un tipo de cambio
admiistrado, compoetitivo. Con esta política cambiaria, en un escenario
internacional de “guerra monetaria”, Brasil pierde.
Es cierto que la Presidente Rousseff
y su ministro de Hacienda, Guido
Mantega, han intentado corregir esta política gravando el ingreso de capitales
especulativos de corto plazo, pero el real no ha llegado a la franja de 2.20-
2.70 por dólar (Actualmente es de 2.08), que es el nivel que considera Bresser
para que la industria brasilera recupere su competitividad en el mercado
externo. Pero se necesita, además, reanimar la demanda interna, que ha sido
saturada con los productos importados, incorporando nuevos recursos fiscales
que Bresser opina que es un impuesto que debe gravar a las exportaciones del
agro, que se vuelquen a los dos puntos que aparecen como vulnertables que son
la industria y el consumo.
En el mencionado artículo de “Folha”, el prestigioso
economista, escribe con el título “O câmbio e o baixo crescimento”: “Não são
fáceis os desafios econômicos que o Brasil enfrenta para voltar a crescer
a taxas elevadas”.
“A presidente Dilma mudou a forma de entender o "tripé
macroeconômico" que
prevalece no Brasil desde 1999, mas, como vimos pelos
resultados do PIB do
terceiro trimestre, que predizem um crescimento de apenas 1%
em 2012, não
conseguiu ainda se livrar das suas consequências: juros
altos, câmbio
sobreapreciado, e baixo crescimento”.
“Essas consequências não se devem ao superavit primário que,
como manifestação de
responsabilidade fiscal, é boa política. Mas se devem às
metas de inflação, porque
estas, ao invés de serem entendidas como liberdade aos BCs
para reagir de forma
pragmática às ameaças de aumento da inflação, foram usadas
para legitimar juros
estratosféricos e apreciação cambial”.
“E devem-se, também, à política de câmbio flutuante, que foi
entendida como deixar
o câmbio ser determinado exclusivamente pelo mercado -o que
é um absurdo
econômico, dada a existência nos países em desenvolvimento
de uma tendência à
sobreapreciação cíclica e crônica da taxa de câmbio.
O governo atual rejeitou os entendimentos da ortodoxia
liberal e teve razoável êxito
em baixar juros”.
“Mas como não conta mais com exportações de commodities
crescendo de forma
explosiva, e como o aumento do mercado interno causado pela
política redistributiva
do governo anterior já foi capturado pelas importações, o
país voltou a crescer
lentamente”.
(…)
“Não alcançou o equilíbrio industrial porque a redução da
taxa de juros, as compras
de reservas e os controles de entradas de capital foram
insuficientes para depreciar o câmbio, e porque o governo não tem
condições políticas para impor um imposto
sobre as exportações que neutralize a doença holandesa” (Los economistas llaman así a los efectos de la
apreciación del tipo de cambio).
El abandono de las políticas económicas neoliberales y la
adopción de políticas desarrollistas nacionales, con intervención del Estado,
han incluido, en otros países de América Latina, los siguientes aspectos: 1) Desendeudamiento; 2) Tipo de cambio
administrado; 3) Banco Central con autoridad para dirigir el crédito y 4)
Impuesto a las exportaciones del agro con precios altos en el mercado
internacional.
No es posible, dicen los economistas macional-desarrollistas
–Bresser y Aldo Ferrer entre ellos- que se deje al mercado la fijación del tipo
de cambio y el Banco Central con una autonomía exagerada para controlar solo la
inflación, dejando a cargo del Estado únicamente la política fiscal.
El Informe de la CEPAL dice que América Latina ha sufrido el
impacto de la crisis mundial pero que la ha encontrado más fuerte que en otras
oportunidades porque su deuda externa está bajo control y las cuentas
nacionales equilibradas. Sin embargo, señala que hay una gran incertidumbre
sobre lo que ocurrirá con el euro y con el abultado déficit fiscal que tiene
Estados Unidos. Si estos problemas no se resolvieran a tiempo, las
consecuencias para América Latina podrían ser diferentes.
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