Confieso que escribo este artículo con pesar y dolor porque
es un tema y una labor que me toca de muy cerca por mis 54 años dedicados a
ella y porque pienso que el avance hacia el progreso de nuestro país depende
del fortalecimiento del Frente Amplio que es una alianza social de las capas
medias y la clase trabajadora. Los partidos de la oligarquía sólo quieren
conservar las estructuras económicas arcaicas en una época en que las grandes
masas reclaman a gritos mayor justicia social.
Creo que José Mujica es un hombre honrado que tiene claridad
estratégica en política exterior, en la política de seguridad y prevención del
delito. En la política carcelaria y la recuperación del INAU así como su
preocupación, en una época de crisis global por el excesivo consumismo, pero
que su pensamiento y sus acciones son muy confusas cuando se trata de temas
como la educación o la forma de combatir las drogas que están minando a nuestra
juventud.
Una cuestión de método, lo diría Perogrullo, exige en
cualquier problema, la realización de un diagnóstico preciso para luego trazar
la estrategia para resolverlo.
La educación forma parte de un contexto social (otra
perogrullada), que la condiciona de manera diferente según la demografía y las
peculiaridades regionales de un país.
Los problemas de Montevideo, donde se concentra casi la
mitad de la población del país, son diferentes, por ejemplo, a los
departamentos de Salto o Cerro Largo.
En Montevideo hay una media docena de barrios marginales que
las crisis económicas y sus efectos sociales han inmerso en la miseria, la desintegración
familiar y la droga, donde prolifera el delito.
Aquí es donde es más alta la deserción del sistema escolar y
el fracaso y, en consecuencia, la imposibilidad de que los niños y los
adolescentes reciban una educación para la vida.
Pienso que este es el problema fundamental que exige una
batería de políticas integrales de mediano y largo plazo.
Los partidos oligárquicos ocultan este hecho y reclaman,
como respuesta, la represión con “gatillo fácil” y la reducción de la edad de
no imputabilidad penal de los menores.
Si no me equivoco, Mujica quiere resolver este problema,
promoviendo la enseñanza de oficios que le proporcionen a esa niñez desvalida
las herramientas para su inserción social.
Recordemos que la enseñanza industrial nació en la época de
Latorre como una institución cuartelera para niños y adolescentes
“incorregibles”, concepción que empezó a cambiar a finales del siglo XIX.
Las transformaciones económicas y estatales a comienzos del
siglo XX, permitieron el crecimiento de las capas medias pero éstas desecharon
los oficios manuales y buscaron el ascenso social en las profesiones liberales
que ofrecía la Universidad de la República, en forma gratuita. Fueron vanos los
esfuerzos de modificar esta tendencia y así lo reconoció el Dr. Antonio María
Grompone en 1947. Los recursos del Estado le dieron prioridad a la extensión de
la enseñanza secundaria como complemento de Primaria y camino hacia la
Universidad, quedando la enseñanza industrial y agraria como “cenicienta” del
sistema.
Sin embargo la Revolución Científico
Técnica que hizo su aparición en la década de 1960, con la
automatización y robotización de los procesos industriales con base en la
electrónica, exigió la formación de un trabajador con conocimientos muy
superiores, especialmente en matemáticas y física.
Ahora, determinadas máquinas eran capaces de realizar
funciones que antes estaban reservadas al cerebro humano.
El entonces Rector de la Universidad, Oscar Maggiolo, decía
en 1967, que mientras la técnica industrial de la primera mitad del siglo XX
tenía una base empírica, la de la nueva técnica era científica. En consecuencia
había que cambiar toda la concepción de la enseñanza industrial y agraria
dotándola de los conocimientos científicos y tecnológicos más modernos.
Hasta ese momento, las currícula de la enseñanza inudstrial
y agraria, era un círculo estrecho que le cerraba a los estudiantes la
posibilidad de acceder a instancias superiores de conocimientos y graduación.
Maggiolo había expuesto las bases en su Plan de 1967 para
todo el sistema educacional público y, después de 1985, se abrieron las
compuertas y la creación del Bachillerato Técnico y los convenios bilaterales
con la Universidad, dejaron expedito el camino hasta entonces bloqueado.
La “masa crítica” de ese conocimiento científico solo lo
tiene la Universidad y está concentrado en Montevideo.
Por ello, la propuesta reformista del Presidente Mujica,
tiene en mi opinión, dos errores: plantea una enseñanza politécnica de oficios
de niveles académicos limitados, adaptada a exigencias productivas regionales,
en una época en que la tecnología requiere una base altamente científica,
cuando la masa crítica está en la capital y, en segundo lugar, el problema
educacional fundamental está en los barrios marginales de Montevideo y en la
alta “ratio” docente/alumno por insuficiencia de las infraestructuras.
Por otra parte, es contradictoria su posición de fortalecer
institucionalmente la enseñanza técnica, llevando al CODICEN justamente a
directivos de aquella enseñanza cuando este órgano central debe transferir
competencias a los Consejos Desconcentrados.
Finalmente, el Presidente no puede continuar “quemando” a
técnicos de elevada competencia para resolver problemas que le plantea la
política menuda, agitada por la oposición. Ya son muchos los “decapitados” en la
enseñanza y en otros lugares de la administración pública, cuyas causas reales
son desconocidas y que no dejan bien parada la imagen del Primer Magistrado del
Estado.
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